Por José Bernardo González
Ingeniero Agrónomo y Economista Agrícola gonzalez.josebernardo@gmail.com
Don Porfirio se levanta a las tres de la mañana y mira al cielo para ver si hay estrellas antes de salir al potrero, como lo ha hecho diariamente durante los últimos 60 años, antes con sus hijos y ahora con su nieto, quien lleva el balde y el garrafón, entre brisa fresca y neblina, o debajo de aguaceros torrenciales, para encerrar en el corral a sus vaquitas que braman desesperadas.
Las vacas responden al llamado de sus terneros encerrados en la pequeña galera de postes de macano y techo de matillo, donde esperan con ansias que los suelten para “jalar” las tetas de su madre y obtener los últimos chorros de leche que dejaron esas manos fuertes y curtidas de Don Porfirio, por el trabajo de siempre.
Después de consumir un poco de leche caliente, recién hervida, con café y tortilla en el desayuno, el productor lleva el garrafón lleno de leche en la enjalma de su caballo, hasta la orilla del camino, donde pasa el camión que lo recoge para llevarlo a la “planta” y regresa todos los sábados con el cheque de la leche que le permitió criar a sus siete hijos y que hoy son profesores e ingenieros.
Hoy, es difícil proseguir esa actividad porque el sector agropecuario no tiene las mismas posibilidades. De hecho, enfrenta el declive de su aporte al porcentaje del PIB nacional. En los últimos 10 años, se advierte la falta de políticas públicas para fortalecer a ese sector de la economía, del que dependen muchas familias. Esas carencias repercuten en la disminución en la rentabilidad de la empresa y una menor cantidad de hectáreas dedicadas a la agricultura. Ello deriva en bajos ingresos y menor nivel de vida de esas familias. Además, pone en riesgo la seguridad alimentaria y genera peligros para la estabilidad social, ante la escalada en los precios de los alimentos.
Producción lechera en cifras
Además de los problemas precio y mercado, que han enfrentado los productores en rubros como arroz, papa, cebolla, hortalizas y plátano, hay uno que afecta a los más humildes: la leche grado C o industrial (utilizada en la elaboración de quesos de diferentes tipos, leche evaporada y otros productos lácteos). Los productores han denunciado que altas y desmedidas importaciones de leche y subproductos a bajos precios, limitan las posibilidades de mercado.
Las empresas transformadoras de leche sostienen que los precios pagados a los productores no les permiten competir. Sin embargo, para conocer lo que sucede y tomar decisiones acertadas de política pública, hay que analizar la cadena productiva y los subproductos, desde la producción hasta la comercialización al por menor (o sea la adquisición por parte de los consumidores). Para ello, es necesario conocer algunos indicadores de la producción y la comercialización (incluyendo importaciones) de este rubro.
Existen más de 6.000 productores de leche grado C o industrial en el país, principalmente en la región de Azuero. Es necesario apuntar que ellos son pequeños productores que ordeñan a mano o muy pocos ordeñan con máquina. El promedio de producción nacional es de 6.2 litros de leche por vaca por día, pero el de los productores de leche industrial es de 3.5 litros. Los precios promedio pagados a esos productores, es de B/0,38 por litro en finca más el subsidio de B/0.10 que aportaba el Estado. El promedio de utilización de la finca es de una vaca por hectárea.
El consumo nacional de leche (fluida y subproductos) es de 414 millones de litros de leche y la producción nacional es de 193 millones de litros, o sea que hay un déficit de 212 millones de litros. En el mercado existen unas 51 pequeñas y seis grandes empresas procesadoras de leche. En 2016, fueron importadas 20.600 toneladas de leche y subproductos lácteos que representan unos 200 millones de litros de leche), con un valor CIF (Costo, Seguro y Flete, hasta el puerto convenido) de más o menos B/0.38 por litro. El precio de la tonelada de cuajada nacional, es de B/5.90 el kilo y el de cuajada importada, de B/3.80 el kilo. El precio del kilo de queso mozzarella, queso amarillo en los supermercados varía entre B/5.40 y B/7.50. La conversión promedio de litros de leche a queso, es de nueve litros por un kilo de queso.
Fenómeno alcista golpea a productores
Por otro lado, hay que conocer lo que ha ocurrido en los costos de producción del productor de leche. Debido a la crisis internacional de 2008, prácticamente se han duplicado los precios de los insumos. Por ejemplo, la urea pasó de un promedio de B/19.00 a B/45.00 el quintal y el precio de la bolsa de semilla de maíz híbrido varió de un promedio de B/50.00 a B/100.00. Los precios de los inyectables y reconstituyentes se dispararon, y el costo de la mano de obra agrícola se movió de B/6.00 a B/12.00 el jornal por día, mientras que el combustible aumentó de B/1.20 a B/2.80 el galón. Muchos costos también han sido trasladados a la industria procesadora de leche, incluyendo la electricidad para el procesamiento, la mano de obra, aportes a la seguridad social y beneficios laborales, equipos de transporte, mantenimiento, enfriamiento y logística, entre otros.
Ante ese panorama, queda poco espacio para consolidar una política pública que satisfaga a toda la cadena, incluidos los consumidores. No obstante, es posible hacer análisis que contribuyan a la discusión y elaboración de políticas e instrumentos.
Es necesario reconocer la baja eficiencia productiva del sector de producción de leche grado C. Después de 40 años del inicio de programas de mejora genética, apoyo con pasturas, semillas, equipos e incentivos de precios, los productores siguen con los mismos índices de producción y reproducción de sus hatos registrados en la década de 1970. El alza de costos los ha obligado a exigir aumento en los precios de su producto para sostener la actividad.
Los pocos actores en el eslabón de la cadena de suministros no han permitido una baja en precios de los insumos, semillas e inyectables, que signifiquen una rebaja en el costo de producción. Además, la tecnología ofrecida a los productores (incluso por extensionistas del Estado) de alto uso de insumos, mantiene un círculo de altos costos.
Asimismo, hay serios problemas en la comercialización, Pese a que existen centros de acopio de leche en algunas áreas, la mayoría de la leche todavía se recoge en garrafones a la orilla de la carretera por camiones que los transportan a las plantas procesadoras, lo que aumenta los costos por litro de leche que deben pagar las plantas. Con excepción de las grandes empresas, la deficiente cadena de frío desde la finca hasta la planta, almacenamiento y transporte a los mercados minoristas, no sólo aumenta los costos de procesamiento y comercialización del producto, sino que disminuye la calidad de la leche y la vida del producto envasado en los mercados. Ello influye directamente en las devoluciones y márgenes de ganancia de las plantas y mercados minoristas.
Las empresas transformadoras tienen ineficiencias en cuanto a los volúmenes que procesan, los equipamientos para el procesamiento, la cadena de frío, la logística de entrega y el manejo de inventarios. Además, en un mercado saturado muy pocas han diversificado sus actividades, por lo que al ser productos de consumo masivo sus márgenes de ganancia no les permiten competir en el mercado.
Producción y consumo en Panamá
Panamá produce cerca del 46% de lo que consume. Sin embargo, las cifras de importación reflejan que se importa más o menos el faltante del consumo, al ser los precios (en el caso del mozzarella) del producto importado un 36% menos que la cuajada nacional, posiblemente los industriales les permite competir. Al distorsionar el mercado con los precios y subsidios, lo que puede ocurrir es que los consumidores se trasladen a productos sustitutos de leche, lo que provocará dentro de poco tiempo el mismo problema de mercado.
La realidad obliga a reflexionar sobre la eficacia de atender el tema sólo desde el lado de los precios, subsidiando a los productores y a los transformadores, al ofrecer el gobierno un precio diferencial a productores, comprarle el excedente de producción de mozzarella a la industria y aumentar los aranceles de importación. Se sabe que esa es una medida coyuntural para aplacar ánimos y “apagar un fuego”, pero no se ha considerado a los consumidores en esa ecuación y ello no resuelve los problemas de fondo del sector. Al final, son los consumidores los que pagan productos más caros, sin recibir los beneficios por la disminución de precios de productos importados o de los subsidios a la cadena de producción.
Es urgente que se sienten a debatir los actores de la cadena y sean analizados cada uno de los eslabones, para llegar a acuerdos a largo plazo, ya que ninguno puede subsistir a costa de la desaparición del otro. El gobierno debe hacer inversiones públicas en infraestructura, tecnología, investigación y conocimiento, que mejoren la productividad de la empresa lechera, pero también en la competitividad del territorio, además de promover la competencia, disminuir o eliminar barreras que no permiten reducir los precios de insumos, equipos, y mejorar los incentivos en la industria.