Un canal con egoísmo ampliado

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Presidente Varela observa el Canal de Panamá ampliado.

Un canal con egoísmo ampliado

Por Jaime Ford G.

Es innegable que el Canal ampliado representa una obra de ingeniería de gran importancia para el país, como lo ha sido el Canal sin ampliar y que funcionó durante 102 años. Todos pudimos contemplar la travesía del Cosco Shipping Panama, el primer barco “neo Panamax” que utilizó las compuertas que se abrieron al tránsito del enorme carguero que hacía su travesía desde Europa hacia el Pacífico y hoy, más que ayer, cuando el buque Ancón atravesó el Canal de Panamá, los panameños nos sentíamos orgullosos de unir al mundo a través de dos océanos.

La Administración del Canal no fue elevada al rango constitucional con el propósito de crear una empresa alejada de los panameños, igual que era la antigua Zona del Canal. Omar Torrijos advirtió, al firmar los Tratados Torrijos-Carter, que no deberíamos cambiar a amos blancos por amos chocolates, en alusión al peligro de que a la administración del complejo canalero llegasen elementos de grandes recursos para dirigirlos elitistamente, alejados de la población. Un año más tarde, el 5 de julio de 1978, Torrijos señaló: “Yo no voy a cambiar el letrero de No traspassing por el letrero aquel que simboliza la propiedad de Perro Bravo. Ese no”.

Treinta y ocho años después de aquellas advertencias, podemos señalar que lo afirmado se hace evidente cada día. Tierras revertidas han beneficiados a una clase que no creía en la recuperación del Canal, que votó en contra de los Tratados e, incluso, muchos votaron en contra de la ampliación.

La inauguración de la ampliación ha sido el acto de mayor egoísmo al valor histórico de un hombre, que fue el principal responsable de haber recuperado el Canal de Panamá y junto a él, la ofrenda de vida que hicieron los mártires en 1964 y la lucha de generaciones por su recuperación. Los reconocimientos generalizados no son reconocimientos, porque no dan el valor necesario a las decisiones acertadas que hicieron posible este hecho histórico, a diferencia de la cobardía y la sumisión que mantuvieron oligarcas y clase política que practicaba el asimilismo (conducta política de aquellos que son asimilados por países de poder superior). Esa práctica aún sigue en el imaginario de las élites panameñas. Un ejemplo de ello, es la actitud del presidente Varela, cuando destacó la visita de la esposa del vicepresidente Biden, de Estados Unidos, a la que dio tratamiento de Estado, cuando no le corresponde, o a los que aplauden las intervenciones del procónsul que ha nombrado el gobierno norteamericano como embajador en Panamá.

La actitud de la Administración del Canal y del Ejecutivo, de obviar deliberadamente el papel del general Torrijos, o de no considerar siquiera su nombre para una de las esclusas, está orientada a evitar la influencia que tendría el contenido social de sus mensajes sobre el uso de sus beneficios para el desarrollo de pueblo panameño.

El egoísmo es de tal naturaleza, que es preferible reconocer a Omar como amigo de Jimmy Carter y a este último como el generoso hombre que hizo posible la devolución y no a Omar, el estratega que libró una lucha inteligente, asumiendo el legado de los mártires.

El futuro y el presente sólo son posibles por los hechos pasados. No reconocerlos, enaniza a quienes pretenden desconocerlos o buscan pasar inadvertido lo que es evidente. Los verdaderos héroes de la soberanía, de la recuperación de tierras en las orillas del Canal, y del Canal mismo, e igual de su ampliación, no podrán pasar desapercibidos, porque sus actos los hicieron gigantes y, más tarde que temprano, el pueblo hará la justicia necesaria.

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