Secuelas del Trump racista y homofóbico

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Donald Trump y el racismo. (Foto: Foto: Fotomontaje SEMANA / AFP).

Por Alberto Velásquez
Periodista

Contrariando a la comunidad judía de la ciudad de Pittsburgh, en Pensilvania, el presidente estadounidense Donald Trump visitó la sinagoga en la que un individuo, desafortunadamente influenciado por la política segregacionista impulsada por sus palabras, asesinó 11 judíos e hirió a seis personas más, incluyendo a cuatro policías.

El rechazo de la comunidad judía a la presencia del presidente norteamericano en su comunidad, responde al convencimiento generalizado de que Donald Trump ha incentivado el movimiento de la supremacía blanca en su país.

Los judíos muertos son una culminación de su influencia mediática, no sólo contra los miembros de esta congregación, sino contra los musulmanes, la gente de color, los discapacitados y principalmente los latinos.

Ese acontecimiento se suma a los recientes hechos provocados por un individuo que envió bombas caseras, precisamente, a personajes opuestos a su política segregacionista. Tal como lo comentamos previamente, hay un Hitler en América.

Sus mensajes dirigidos a las masas, sembrando el miedo a la población norteamericana, cuando califica a los integrantes de la caravana de los centroamericanos de terroristas y delincuentes, están produciendo efectos en una sociedad que vive en su propia cápsula y, especialmente, en individuos adictos a sus pensamientos.

Los efectos de la persuasión representan elementos de cambios en las opiniones y las creencias del público en aspectos consumistas o políticos, según Berelson, y esta es la política de comunicación que utiliza Trump para vender su pensamiento racista y homofóbico, que tiene a la ciudadanía norteamericana dividida y con resultados fatales, como los de la sinagoga judía.

A pesar de su manifiesta hipocresía frente a los judíos, a quienes también ataca porque dominan cierto sector económico, el manejo de las comunicaciones de masa del presidente Trump, y su inestable comportamiento, harán mella en la idiosincrasia de una nación vital para el mundo, cuyas consecuencias se vislumbran nefastas para el desarrollo internacional.

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