Proyecto Iceberg: el ambicioso plan con el que Rusia quiere ganar la carrera por los recursos del Ártico

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El presidente ruso, Vladimir Putin, junto al primer ministro, Dimitri Medvedev, en el remoto archipiélago de Tierra de Francisco José, en el Ártico.

Por David Hambling
BBC Future

El Ártico, el más pequeño de los cinco océanos de la Tierra, es hogar de algunas de las condiciones más implacables en el planeta.

Pero muy por debajo de la superficie del hielo marino que crece y mengua con el paso de las estaciones, este océano inhóspito esconde un tesoro de recursos naturales.

Se estima que contiene miles de millones de barriles de petróleo y billones de metros cúbicos de gas natural, equivalentes a entre el 16 y 26% de las reservas terrestres no descubiertas.

Y hay una superpotencia luchando por vencer en la carrera por explotarlo: Rusia.

Décadas después de la caída de la Unión Soviética, Rusia se embarcó en una misión para perforar el fondo del lecho marino del Ártico, enviando una flota de robots submarinos y embarcaciones no tripuladas.

Y ahora, tras años de perforar en el área, planea utilizar tecnología nunca antes vista para llevar su misión al siguiente nivel.
Bienvenido al Proyecto Iceberg: un ambicioso plan para utilizar tecnología extrema en condiciones igualmente extremas.

Una competencia que no es nueva

La carrera por los preciados recursos del Ártico no es nueva. El tesoro de gas y petróleo está rodeado por naciones poderosas ‒Rusia, Dinamarca, Noruega, Estados Unidos y Canadá‒ y todos quieren una rebanada del pastel.

La misma Rusia ha estado perforando en el Círculo Ártico durante décadas. En agosto de 2007, realizó un peligroso y provocativo movimiento al enviar dos minisubmarinos a 4.200 metros bajo el Polo Norte para plantar una bandera de titanio en el fondo del mar y reclamar el territorio.

Ahora, en 2017, la comunidad global observa cuidadosamente a Rusia mientras busca expandir su control e influencia sobre las aguas del Ártico.

De la misma manera que extraer petróleo del Mar del Norte era considerado un desafío de ingeniería en los 70, el Ártico plantea barreras similares. Con aguas de hasta 5 kilómetros de profundidad, y en gran medida cubierto de hielo, el Ártico es probablemente el sitio más difícil del mundo para perforar.
Pero nadie antes ha intentado algo como el Proyecto Iceberg.

La Fundación para Estudios Avanzados de Rusia planea “el desarrollo de campos de hidrocarburos con total autonomía bajo el agua, bajo el hielo, en los mares del Ártico con severas condiciones de hielo”. En otras palabras: submarinos robots para buscar petróleo.

Pero hay quien sugiere que las metas planteadas por el Proyecto Iceberg no son realistas y que podrían ser una cortina de humo para el desarrollo de sistemas militares bajo el hielo.

Supersubmarinos y plantas nucleares bajo el agua

La pieza clave es el Belgorod, de 182 metros de longitud, el más grande submarino nuclear jamás construido.

El Belgorod llevará a cabo inspecciones submarinas y colocará cables para comunicación bajo el hielo, pero su función principal será fungir como nave nodriza de una flotilla de submarinos más pequeños.

“Es una plataforma para el despliegue de varios sistemas, incluyendo algunos que todavía no existen”, dice Vadim Kozyulin, analista de defensa en el Centro PIR, un centro de estudios ruso enfocado en asuntos de seguridad.

Quizá la parte más ambiciosa del Proyecto Iceberg sea el plan para que plantas nucleares submarinas funcionen como paradas de suministro de los submarinos que serán desplegados.

Se dice que los reactores subterráneos se encuentran en una etapa avanzada de desarrollo, con el objetivo de que el primero esté en operación para 2020.

Los caballos de batalla serán submarinos de aguas profundas no tripulados o vehículos submarinos autónomos (AUV, por su sigla en inglés).

Aunque los AUV ya se utilizan a menudo para estudios submarinos, no existe precedente de su uso para perforar el fondo del mar.

Igor Vilnit, director de la mayor compañía de diseño submarino de Rusia, la Oficina Central de Diseño para Ingeniería Marina Rubin, afirma que están en camino de tener un AUV para perforación en funcionamiento en cinco años.

En medio de toda esta exploración submarina, sin embargo, hay en marcha cambios más grandes que van más allá de las tensiones políticas latentes.

El cambio climático está acelerando el derretimiento de las capas de hielo en el Ártico, lo que representa un sinnúmero de desafíos para los pueblos autóctonos, así como para la fauna salvaje, como los osos polares.

Pero a medida que el aumento de las temperaturas derrite la capa de hielo del Ártico, el cambio climático también puede exacerbar la agitación política en el área.

Fortalecimiento militar

En una conferencia en marzo, el vice primer ministro de Rusia, Dmitry Rogozin, dijo que el desarrollo de la región ártica ayudaría a construir relaciones con los Estados circundantes y que este debería ser un “territorio de paz y cooperación”.

Pero esto difícilmente sea consistente con otras actividades rusas en el área.

Unas 50 bases militares exsoviéticas en el Ártico fueron activadas recientemente. La Armada rusa tiene nuevas Brigadas Árticas y, durante el desfile militar de mayo, exhibió vehículos militares especiales para operaciones polares.

El Proyecto Iceberg también avanza pese a las sanciones impuestas por los países occidentales a Rusia a raíz de su anexión de Crimea. Las sanciones restringieron el acceso que las compañías petroleras y gaseras tenían a la financiación y tecnología extranjeras necesarias para desarrollar pozos en el Ártico.

En su lugar, Rusia decidió hacerlo en solitario. A principios de este año, el país comenzó una compleja operación de perforación horizontal desde una península remota en la orilla del Mar Laptev para llegar a reservas petroleras a más de 15 kilómetros bajo el océano.

Pero Kozyulin tiene dudas respecto a la cadena de estaciones nucleares de recarga bajo el agua planeadas dentro del Proyecto Iceberg, calificándolas de “demasiado fantásticas”. Se pregunta por qué, si se supone que es una operación comercial de perforación, ni Gazprom ni otras compañías petroleras rusas están involucradas.

Los reactores submarinos podrían, por ejemplo, ser utilizados para alimentar el previsto muro sonar ruso, conocido como Harmony, que detecta y rastrea a los submarinos de la OTAN.
Rusia está reclamando un territorio submarino ampliado en el Ártico en la Comisión de la ONU sobre los Límites de la Plataforma Continental.

Estos reclamos chocan con los de otras naciones incluyendo Canadá, dice Stephen Blank, un experto sobre Rusia en el Consejo de Política Exterior Estadounidense. En el pasado, Rusia ya ha tenido algunos éxitos con sus reclamos ante la ONU.

“La Comisión le otorgó a Rusia el derecho a amplias posesiones en el Mar de Okhotsk (en el Pacífico Occidental) en 2013”, dice Blank. “Moscú lo convirtió inmediatamente en un bastión naval exclusivo. Eso podría servir como un precedente en el Ártico”1.
Blank cree que el fortalecimiento militar ruso se debe al temor de que otras naciones puedan intentar apoderarse de los recursos energéticos en el Ártico.

“No me sorprendería si también hubieran tenido un despliegue secreto de algún tipo durante un tiempo en aguas profundas”, apunta Blank.

Es difícil decir si el plan para explotar el gas y el petróleo del Ártico es realista, o si simplemente lo que Rusia quiere es asegurar el territorio para explotarlo en el futuro.

De lo que nadie debería dudar, es de la determinación rusa de que si alguien se beneficiará con el Ártico, serán ellos.

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