Por y con Torrijos

Pocos gobernantes comprendieron la necesidad de integrar territorialmente al país como parte de una visión de desarrollo destinada a incluir a los sectores más pobres y marginados.

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Omar Torrijos

Por y con Torrijos*

Por: Luis Navas Pajaro
Docente Universitario
Co-fundador del quincenario Bayano

Omar Torrijos es uno de los pocos estadistas panameños. En condición de tal ¿qué es lo primero que hace Omar al asumir el poder?

Insertar a Panamá en el mundo con miras a perfeccionar la soberanía nacional, e impulsar el desarrollo económico con justicia social, convocando a todas las manos disponibles, tanto derecha como izquierdas.

Explica su estrategia en lenguaje sencillo: Hay que dar la batalla internacional para desmantelar la colonia y hacer ajustes estructurales en el país al que llama ‘patria doméstica’ con el fin de que haya crecimiento económico y desarrollo humano sostenible, lo que se traduce como justicia social y equidad.

Hay que mirar con ‘luces largas’, enfatiza. Los miopes sólo miran con luces cortas. Y con las manos en el bolsillo para enriquecerse.

‘A la patria no se le ponen condiciones’, clama. Sencillo, diáfano y práctico.

La patria internacional

Omar fundamenta su estrategia en términos geopolíticos. No percibe a Panamá aislado del resto del mundo sino como pieza angular en el complejo contexto internacional, regional, coyuntural.

En función del primer objetivo [desmantelar la colonia] invoca la solidaridad internacional. Establece alianzas como contrapeso para negociar con Estados Unidos, declara y defiende la neutralidad permanente del Canal de Panamá.

A eso agrega un principio básico: respetar el derecho de todos los pueblos a darse el gobierno que les parezca. Esa posición de neutralidad institucionalizada es la única garantía de evitar que Panamá se involucre en confrontaciones imperiales y fratricidas.

Falso que Panamá pueda recuperar su liderazgo y jugar su papel histórico de mediador en la región si su política exterior no se articula alrededor de la defensa del principio de neutralidad permanente.

Panamá, por ejemplo, no es coherente si por un lado propone salidas negociadas y por otro se alinea con una de las partes en conflicto. Menos si lo hace bajo el paraguas de poderes fácticos y omnímodos.

Según la visión torrijista, la que nos dio la autoridad en el mundo, Panamá no puede convocar salidas negociadas en conflictos internos de otros países sumándose abierta o solapadamente a quienes proponen la intervención militar extranjera como única solución.

La pesadilla de un mundo en guerra no ha desaparecido, por el contrario, esa amenaza se ha acrecentado con la llegada del señor Trump a la Casa Blanca.

El gobierno de Estados Unidos ha abandonado todos los acuerdos y tratados que sostienen el frágil equilibrio de convivencia entre bloques regionales y países, incluidos los nucleares.

También desconoce el acuerdo de limitación de armas con Rusia. De igual manera el acuerdo para el uso de energía nuclear con fines pacíficos con Irán.

Lo mismo ha hecho con la mayoría de los tratados de libre comercio. Estados Unidos ya no negocia como en la era del presidente Carter

¿Por qué debemos pensar que esa potencia va a dispensar a Panamá tratos diferentes?

Lo único que debemos tener siempre presente en toda coyuntura geopolítica es garantizar la seguridad de los ciudadanos panameños y defender los intereses nacionales.

Desarrollo nacional

El otro componente esencial del pensamiento torrijista se refiere a su concepción de desarrollo nacional con el fin de saldar la postergada e histórica deuda social.

Hay que hacer ajustes estructurales en el país al que llama ‘patria doméstica’ para avanzar con ‘luces largas’.

¿Qué inspiró a Torrijos?

El anhelo de tener una nación digna e independiente y aprovechar la vocación de nuestro territorio para el desarrollo integral de Panamá guio a Justo Arosemena y a Omar Torrijos.

Pocos gobernantes comprendieron la necesidad de integrar territorialmente al país como parte de una visión de desarrollo destinada a incluir a los sectores más pobres y marginados. Torrijos, como ningún otro gobernante en nuestra historia, desarrolló una complicidad con los pobres del campo y la ciudad. Este objetivo era inalcanzable teniendo el principal recurso del país en manos de una potencia extranjera misma que deformó la economía panameña concentrando en las dos ciudades terminales el progreso, sin importarle el resto del país.

Tampoco nuestras clases dominantes, a lo largo de todo el siglo XX tuvieron la capacidad e iniciativa para proponer un modelo económico distinto al comercial y de servicios, que impusieron en la zona de tránsito. Literalmente hicieron sus fortunas al inicio de la república, primero con casas de inquilinato para alojar a trabajadores migrantes atraídos por la actividad canalera y aprovechar la presencia numerosa de tropas y bases militares, propiciando la prostitución y consumo de drogas. Luego, en las zonas rurales nuestra oligarquía acaparó tierras, pero poco o nada las desarrolló (salvo las excepciones de los ingenios azucareros y una que otra iniciativa de las transnacionales).

No teníamos suficiente población para constituir un mercado interno importante y el canal y sus bases militares, bajo la noción cerrada de enclave colonial, nunca fue un mercado de consumo para los comerciantes del país, al contrario, era fuente de contrabando. Fue hasta el tratado Remón-Eisenhower que Panamá logra vender unas cuentas cajas de ron y cerveza en la antigua Zonal del Canal.

Torrijos basó su concepción de integración territorial a partir de los llamados polos de desarrollo y sustituyó la falta de iniciativa de nuestra oligarquía migajera por una nutrida cartera de proyectos de desarrollo: proyectos agropecuarios como la corporación Bayano, cientos de cooperativas y asentamientos campesinos, proyecto energéticos como las hidroeléctricas de Bayano y Fortuna y Los Valles, la Corporación Azucarera La Victoria, soñó con conquistar el Atlántico desde Coclesito, creó una empresa de cemento, otra de banano, y muchos mas.

Torrijos le dio un código del trabajo a los trabajadores que reconoció por primera vez en la historia el derecho a la estabilidad y a la sindicalización, creó la vivienda de interés social y prohibió el lanzamiento, reconoció el fuero de maternidad, ideó una estrategia sanitaria, ‘salud igual para todos’, y propuso un novedoso modelo de prevención y empoderando a las comunidades mediante la organización de los comités de salud. Incorporó la cultura y el deporte para elevar el orgullo nacional. Vinculó a la fuerza pública a tareas de desarrollo. Se atrevió a practicar un tipo de democracia distinto con el llamado poder popular, las juntas comunales y todo aquello que garantizara la participación de las bases sociales.

La pregunta que todos nos hacemos es ¿cómo pasamos de un modelo de desarrollo cuyo énfasis era la inclusión y la ruptura de los mecanismos tradicionales de concentración de la riqueza y el poder político a ser el país que hoy somos: el sexto del mundo con peor distribución de la riqueza y el tercero más inequitativo del continente americano? El problema está en el modelo redistributivo.

¿Qué hacer en esta coyuntura?

Torrijos nos dejó un legado en materia de liderazgo y conducción política del país basado en los siguientes ejes:

La consulta y el diálogo permanente con la sociedad como método infalible primero en la toma de decisiones y en su fase de su ejecución. Gente de todos los estratos sociales, privilegiando a los humildes y marginados con los cuales se identificaba profundamente. Si la gente se siente parte del proceso de toma de las decisiones, será parte de la ejecución. De esta manera se creaban los consensos.

‘SE ATREVIÓ A PRACTICAR UN TIPO DE DEMOCRACIA DISTINTO CON EL LLAMADO PODER POPULAR, LAS JUNTAS COMUNALES Y TODO AQUELLO QUE GARANTIZARA LA PARTICIPACIÓN DE LAS BASES SOCIALES’.

La jerarquía intelectual. Torrijos decía que el rango se da, la jerarquía se gana. En su escala de valores la jerarquía intelectual era la mayor. Por eso se rodeó de lo mejor del pensamiento de su época. Constituyó numerosos ‘tanques de pensamiento’ que estaban constantemente nutriéndolo.

El objetivo estratégico y política de alianzas. Supo convencer a amplios sectores de la sociedad panameña para alcanzar la descolonización y asumió el compromiso de reivindicar los derechos, fundamentalmente de los pobres. Fue coherente con la palabra y los hechos. No cabe duda. Por eso lo mataron.

Visión de luces largas y el proyecto nacional. Sin esperar a su reencarnación estamos seguros de contar con su ejemplo para encarar y superar los últimos diez años que han destrozado la salud espiritual de los panameños.

Requerimos urgentemente ejecutar un proyecto de país. El de la esperanza. Ante nuestros problemas y dificultades, solamente alcanzaremos las mejores soluciones en la medida en que sepamos unirnos e incorporar a todas las fuerzas involucradas.

Seguiremos asesinando a Torrijos, tolerando la corrupción. Torrijos no es sinónimo de corrupción. Si queremos mantener vivo el legado torrijista no se puede, como dice el Presidente Cortizo: ‘mentir, robar, ni hacer trampa’, y mucho menos ser cómplice.

*La Estrella de Panamá, 7 de agosto de 2019

1 COMENTARIO

  1. Saludos de paz y bendiciones desde México. El general Omar Torrijos Herrera, es uno de los personajes más queridos en Colombia, entre la gente progresista y de izquierda de mi generación. En el año 1974 me empezó a interesar la política y a través de lecturas me enteré de luchas nacionalistas y regionales como la que había emprendido en Chile, Salvador Allende Gossens y también Omar Torrijos con la causa del Canal de Panamá que nos unió a colombianos, peruanos, mexicanos, cubanos, venezolanos, en realidad a los pueblos de Nuestra América. Hace unos instantes disfruté de una entrevista que hizo el compañero de Café Bayano a la compañera uruguaya Ana Surra, militante del MLN-Tupamaros quien conoció personalmente al compañero Torrijos y recibió su ayuda. Yo sabía que gracias a Omar Torrijos muchos colombianos, argentinos, salvadoreños, nicaraguenses y de otros lugares, Salvaron sus Vidas. Siempre pido a Dios, por Torrijos y por Panamá, nación que llevo en mi Corazón, como miles de Colombianos. Atentamente, Fernando Acosta Riveros, colombiano-mexicano, Amigo de Panamá.

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