Piazzolla, genio transgresor y revolucionario

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Laura Escalada Piazzolla hace declaraciones a Prensa Latina. (Foto: PL/ Harold Díaz).

Por Maylín Vidal

Buenos Aires. (Prensa Latina) – Nunca estuvo consciente de su gran genialidad y la manera de revolucionar el tango para siempre. Ello llevó a Astor Piazzolla a traspasar fronteras, pero también ser un eterno incomprendido en la tierra que lo vio nacer.

Le gustaba romper las reglas, era muy exigente y siempre estaba en constante creatividad, cuenta Laura Escalada Piazzolla, su viuda, quien nos recibe en su casa porteña ubicada sobre la emblemática Avenida Libertador.

Tras casi 25 años sosteniendo a pulmón la fundación que creó en memoria de su esposo, Laura, una mujer llena de temple y fortaleza, abre las puertas de su hogar acompañada por uno de los nietos del creador, Daniel Villaflor Piazzolla, quien tiene hoy la tarea de continuar difundiendo por el mundo el legado de su abuelo como vicepresidente de esa institución.

Sobre cómo fue vivir al lado de un genio, sobre sus preocupaciones, su música, pero sobre todo la labor que ha desplegado la fundación en más de dos décadas y los retos por delante ambos dialogaron en exclusiva con Prensa Latina.

Vivir con Astor fue difícil y fácil, difícil porque estás viviendo con un genio y como genio que él era no era perfecto, relata Laura.

Fue al mismo tiempo maravilloso ser testigo de la creación de un grande, apunta con una mirada que refleja añoranza y un profundo amor hacia un hombre con quien compartió 16 años de su vida y lo hace todavía hoy defendiendo contra viento y marea su legado para que se transmita de generación en generación.

Ella fue participe de la creación, lo veía sentarse al piano siempre temprano en la mañana, cuidaba de sus silencios y veía crecer esa obra que iba creando. No era un hombre humilde, pero sí sencillo en todo lo que hacía, subraya y agrega que escribía todo el tiempo.

Era exigente solamente con su música y con el silencio que tenía que reinar en la casa cuando escribía, pero al mismo tiempo descargaba esa presión de tanta genialidad alegrando su vida cotidiana con pequeñas cosas. Teníamos dos perritos, recuerda, y le hacía tocar el piano con él.

Cuenta que era implacable en su trabajo, se levantaba y a las ocho de la mañana ya estaba en el piano, paraba al mediodía y volvió hasta cerrar el piano a las cinco de la tarde. Nunca tocó el bandoneón en casa. Se quedaba en un lugar a oscuras y estudiaba mentalmente, era un ser fuera de este mundo, eso es lo que llamamos genio, señala.

Remarca una y otra vez Laura el grado de exigencia del creador que cambió para siempre la historia del tango, no solo con él, con sus músicos, no aceptaba medias tintas. Vivir fue una aventura con sus momentos brillantes, siempre con mucho amor y respeto, y sus momentos dramáticos.

Cantante lírica del Teatro Colón y con una destacadísima trayectoria, Laura y Astor quedaron flechados en un estudio de televisión, donde se conocieron. Él decía que me había casado con un pobre bandoneonista, sonríe mientras su mirada profunda la lleva quizás a recordar mucho más que conserva en su memoria.

La viuda de Piazzolla se muestra orgullosa de la gran experiencia de vida al lado de un genio y que la haya amado tanto. Fue un amor constante y eterno y llevo su apellido con gran orgullo porque el me lo dio, dice.

Después de pasar un momento duro tras la muerte del artista, ese julio de 1992 que la marcó para siempre, Laura sacó fuerzas y se levantó. Sabía que tenía que continuar adelante con el legado que su esposo había dejado y tres años después nació la fundación, que ahora, dice, queda en manos de Daniel.

Feliz con esta tarea, el joven, hijo de Diana Piazzolla, resalta cómo Laura tomó esta tarea con mucha valentía y coraje y en ningún momento cedió un centímetro en esa vara que el propio Astor se impuso en cuanto a mantener un criterio de excelencia, calidad y cuidado de la obra que dejó.

‘Ahora por suerte lo tengo a él (Daniel) que va a ser el seguidor de lo que yo ya no me puedo ocupar. Y cuando no esté en esta tierra tendrá que lidiar con todo lo que le espera. Hay una cosa importante, tiene que pensar que la fundación debe perdurar por siglos y esa es una responsabilidad muy grande porque a su vez tendrá que delegarla a otro’, resalta Laura.

Consciente de la responsabilidad, el joven, precisa que cuando recibió esta tarea a pedido de Laura lo primero que hizo fue leer los estatutos de la fundación, volcados en difundir la obra de Piazzolla desde diversos ángulos: la producción de conciertos y festivales y la formación musical.

Él es un genio que se superó a sí mismo, no paraba de estudiar y trabajar, ese es el ejemplo que dejó y me parece que la fundación tiene que llevarlo adelante, ayudando a los estudiantes que caminen esa senda, tenemos que facilitar ese apoyo a las nuevas generaciones, subraya.

Daniel, quien, desde su labor como gestor cultural, pero sobre todo desde su hogar ha crecido respirando a Piazzolla, resalta el carácter transformador de su abuelo. Cuando la gente se estaba acostumbrando al primer cambio de él, ya volvía a cambiar la velocidad de adaptación, dice.

Músico incomprendido

Laura recuerda que Astor fue un músico que siempre pensaba en la gente joven, el escribía para la gente joven al tiempo que resalta que, mientras en su patria no lo entendía, afuera lo comprendieron inmediatamente, fue hasta sorprendente. Era como el día y la noche, acá en Argentina lo insultaron, pero afuera era como la miel, entraban las abejas a buscarlo.

Astor le debe mucho estar afuera, aunque amaba Buenos Aires, dice y agrega que revolucionar el tango como él lo hizo para Argentina fue demasiado muy fuerte. No estaban preparados, apunta.

Rememora su viuda que componía y una vez que se ponía a escuchar lo que había hecho iba y escribía algo mejor a lo que tenía antes. Cambiaba sí, pero para sorprender a los argentinos. Se retaba a sí mismo para escribir todavía otras cosas más importantes y diferentes.

Para el resto de los mortales, destaca por su parte Daniel, imponerse eso de cambiar y cambiar para mejor es algo tan difícil que sería angustiante. Él era un genio y podía plantearse eso tan ambicioso, fue generando un método de creación permanente, se sometió a la obligación de cambiar y de cambiar para auto superarse.

A una pregunta de qué era lo que más le inquietaba a Piazzolla con respecto a la música, Laura cuenta que por desgracia no pudo realizar lo último que estaba preparando, la ópera para Carlos Gardel nada más y nada menos que con Plácido Domingo en el personaje principal.

Relata que su esposo, con una sencillez enorme, la impactó mucho pues me vino a preguntar a mí como eran las voces clásicas.

Fue entonces cuando empezó día y noche a escuchar ópera y a leer ópera como nunca, impresionante. Yo le llevaba libros, discos y él estaba totalmente embelesado y aprendiendo. Aprendiendo hasta sus últimos días.

Esa era otra de las partes que admire de él, nunca fue divo, fue el más sencillo de la tierra. No se creía quien era, él era y punto, resalta Laura, quien cuenta a Prensa Latina anécdotas como cuando corría la época de un mundial de fútbol y en Buenos Aires no había un alma. Lo habían invitado a actuar en un concierto en un sótano en la Avenida Florida que no iba nadie.

Tocaba igual para una persona que para mil. En Ámsterdam, dice, en el teatro más grande, no había lugar por tanta gente y las personas se sentaron en los escalones para escucharlo.

Había grandes pantallas y me fui detrás para mirar lo que él veía, me acuerdo que le dije ese día, ‘Astor, te puedes morir tranquilo’. Fue una ovación impresionante. Podía tocar con la misma intensidad para dos o tres personas que para miles, no le importaba.

Otro de los rasgos que realza del genial bandoneonista era la manera sobre cómo hacía lucir a su Quinteto, a cada músico le daba un lugar, y podía tocar todos los días las mismas obras, siempre lo hacía de manera diferente. Tenía una gran empatía con el público, destaca y agrega que él mismo tocaba con sus propias partituras delante.

Piazzolla no es fácil de tocar, pero no es difícil si se toca con amor, con estudio y profesión y sobre todo quererlo mucho, remarca.

Sobre que sería hoy de Astor si estuviera vivo, Laura subraya que siempre piensa en eso. No se hubiera quedado quieto ni un segundo, estoy segura que ahora pudiera ser que estuviera acá, pero generalmente estaría afuera donde se inspiraba mucho porque cuando venía a Buenos Aires llegaba para sorprender, para demostrar lo mucho que quería a esta ciudad.

Amaba con pasión a Buenos Aires y cada vez que pensaba en ella era un punto de inspiración para superarse siempre. No sé en estos tiempos que pasaría, pero creo que alocaría con las nuevas melodías que traería porque ya estaba muy avanzado, es una pena que se haya ido tan joven, dice con voz entrecortada.

Era todavía muy joven, pero, subraya, la obra quedó y falta conocerla que es otro de los motivos nuestros del futuro con la Fundación. Con el quinteto (que lleva su nombre) ya vamos con el tercer CD y el último tiene obras que se toca muy poco.

Camino al centenario, retos de la fundación

Laura está tranquila de poner en manos de Daniel la obra que construyó hace 24 años para rendir honor permanente a Piazzolla y subraya que, pese a las dificultades, han hecho cosas increíbles.

Cita uno de los ejemplos recientes, la puesta en escena de María de Buenos Aires con el Quinteto, hoy de gira mundial, que tuvo un exitoso paso por varios continentes. La agrupación, acota, sigue la misma línea de Astor y su quinteto, tocan la misma música, pero cada uno pone su pedacito, su impronta, sus emociones.

Sobre la fundación, Laura destaca que ha trabajado lo mejor que ha podido a pesar de que han tenido muy poco apoyo. Hemos puesto mucho de nuestro esfuerzo personal, pero todo lo que hicimos tuvo una categoría. Nunca hemos parado y ahora con Daniel llega nueva sangre, nuevas ideas y propuestas.

Él es constante y estoy tranquila porque teniéndolo a él sé que esta fundación no va a morir, apunta Laura, quien adelanta que ya están trabajando camino al centenario de Astor, en 2021.

Con la premisa de llevar adelanta esta gran obra, Daniel subraya que hoy buscan el apoyo de instituciones y empresas para realizar las propuestas en la que vienen trabajando, sobre todo en lo que respecta a la formación de estudiantes.

Tenemos un convenio con el conservatorio de música de la ciudad de Buenos Aires que se llama Astor Piazzolla, que es un ejemplo de lo que propone la fundación como un instituto de enseñanza, y enseñanza superior donde van profesionales.

Pero también, agrega, estamos muy enfocados en la educación, articularnos con instituciones educativas, siempre buscando la excelencia y seguir los criterios que dejó Astor, respetando su música.

Por otro lado, están los conciertos o eventos para llegar al público en general con propuestas innovadoras, que atraigan a nuevas audiencias, esa propuesta de Astor que le hablaba mucho a los jóvenes músicos y a las audiencias juveniles.

La fundación propone abrirse al mundo, buscar apoyo, articular también con todo el mundo y llegar al 100 aniversario con un proyecto a la altura de lo que se merece.

Daniel manifiesta que lleva esta tarea como una linda mezcla de desafío personal, de alegría y mucha responsabilidad. Tengo mucho que aprender de Laura, tengo que absorber todo para utilizarlo y continuar, dice.

Envuelto ya en un intenso programa camino al centenario, el joven destaca que lo que la fundación pretende hacer es llevar ese mensaje de transformación constante, de creatividad y trabajo que requiere, y no quedarse ahí, seguir adelante.

Si, por ejemplo, conseguimos apoyar a una gran cantidad de estudiante, el año próximo tiene que ser más y para eso necesitamos ayuda, con gente de todo el mundo que quiera apoyar a través de donaciones, organizaciones de la cultura ya sea de Argentina o del mundo que deseen trabajar con la fundación para una misión que es difundir la obra de Astor.

Esto no tiene límite geográfico, depende de todos llevar adelante esto y la fundación está comprometida de que eso se va a lograr, concluye.

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