No cantemos victoria aún, porque hay trampas

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El imperio muestra su agresividad contra medios panameños.

Por José Dídimo Escobar Samaniego

La libertad es usencia de cadenas. Estar pendientes a un brazalete, a la postergación de la sentencia de muerte, es, simplemente, diferir el hachazo sobre el cuello y prolongar la agonía del señalado.

El tema de la Estrella de Panamá, no es único. Se trata de la intervención de las agencias del gobierno de Estados Unidos contra todas las personas naturales o jurídicas de este país, violentando la soberanía, la jurisdicción exclusiva del Estado panameño y basadas dichas acciones ilegales, en conjeturas y presunciones sin pruebas contundentes o procesos en que los acusados puedan ejercer su derecho a la defensa, sin obstáculos.

Haber vulnerado la institucionalidad, de la forma grosera como se ha hecho, y que el actual gobierno no haya acatado a defender en forma automática y de oficio, como corresponde, deja un sabor amargo de desamparo y de ausencia de protección que el Estado se ha comprometido con los ciudadanos, conforme al artículo 17 de la Constitución Política. En un país serio, ésa bien podría ser la razón para enjuiciar al Ejecutivo, por omisión en el cumplimiento de la principal norma del país.

Algunos se han alegrado vanamente, porque en el 6 de enero la OFAC emitió, a última hora, un comunicado igualmente intervencionista. “El comunicado advierte que la intención de esta prórroga es otorgar tiempo a dichas empresas para desvincularse de su relación comercial con GESE, antes del 13 de julio de 2017, en caso de que no se logre una solución permanente, en que GESE no necesite ninguna licencia”.

Lo más grave, es cuando establece que: “Mantenemos nuestro inquebrantable compromiso con la libertad de expresión, así como las partes interesadas logren garantizar la permanencia de la oferta periodística de El Siglo y La Estrella de Panamá”. Es decir, imponen sin juicio previo, una sentencia que obliga a vender o entregar a quienes ellos avalarían, el control accionario de dichos medios.

No se debe caer en la trampa de legitimar esas acciones. Todas, absolutamente todas, son violatorias del derecho internacional y de nuestro derecho patrio.

Las acciones extraterritoriales de las agencias de Estados Unidos, son expresión de resabios imperiales sin ningún fundamento jurídico. Si no se pueden mostrar las pruebas que se alegan, y que tendrían que correr el trámite que corresponde, hay que exigir respeto entre Estados Soberanos (Exequátur) y, de ningún modo, dejar en indefensión a ciudadanos panameños y sus empresas.

Queda claro, para todos, que la soberanía y la dignidad nacional no pueden ser abandonadas o ser reivindicadas ocasionalmente, sino que, al ser consustanciales a nuestra propia existencia, deberán ser siempre parte de nuestro ajuar.

A la Cancillería, no se le ha visto defender la causa nacional, pero sí a varios ministerios, prestos a cohonestar vergonzosamente instrucciones claramente ilegales, sólo que, originadas en centros de poder a los cuales rinden obediencia, pleitesía ciega y obtusa, en detrimento del derecho de los ciudadanos panameños.

Los eventos del 6 de enero, como una fina cirugía, intentan dividir, apaciguar y diluir el sentimiento y disolver al movimiento. Tenemos que tener mucho cuidado con bajar la guardia, que es el propósito frío de los que contra nuestra patria conspiran, desde el imperio. Y, ojo: ¡el imperialismo es tramposo!

Vendrá un día, en que saldremos de la vergüenza, y podremos levantar la bandera del decoro, la dignidad y la decencia.

¡Así de sencilla es la cosa!

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