Minería muestra un rostro espantoso en Panamá

El retrato de la entrega de los recursos mineros de Panamá a manos extranjeras es algo horrible que debe ser corregido.

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Complejo Minero.

Por Sergio Sánchez Silvera
sserfoto@gmail.com

Para la identificación de una persona, en el centro laboral se hace un carnet y se le pone una fotografía (retrato) que será su cara visible. Sin embargo, cuando se busca retratar la imagen de las empresas mineras, generalmente aflora algo horrible. Así ha ocurrido en Panamá, donde la usurpación está de moda.

Las cláusulas Décimo Tercera del contrato de Petaquilla, S.A. Deducciones Fiscales; literal b del numeral 6; y los artículos 234 y 235 del Código de Recursos Minerales (copias al calco de las cláusulas citadas), retratan, le ponen cara a todo el contrato y ejemplifican como se entregan los recursos de todos los panameños a compañías y gobiernos extranjeros.

Dice textualmente el artículo 234 del Código y el literal b del contrato: “En la explotación de minas, canteras y demás recursos naturales no renovables, LA EMPRESA podrá incluir como gastos de operación para los efectos del cálculo de la renta neta gravable de cada año fiscal, deducciones por agotamiento para los efectos del cálculo de renta neta gravable de cada año fiscal, deducciones por agotamiento en función de las unidades producidas o extraídas………”

El artículo 235 del Código y el literal c de Deducciones Fiscales advierte: “La deducción por amortización minera no podrá exceder el cincuenta por ciento (50%) de los ingresos netos de La Empresa……”

Para entender qué es una deducción por agotamiento de un recurso no renovable, conviene recurrir a la analogía de la taza de café. Una persona llega a una cafetería y compra una taza de café para degustar su contenido.

En ese establecimiento, hay una cantidad de delicioso líquido que no es renovable. La persona mencionada ingiere toda la taza de café y el líquido preparado se agota. Entonces, el consumidor se dirige al dueño de la cafetería y pide la devolución del 50 por ciento, debido a que el café se agotó.

Ese es, precisamente, el caso de la deducción por agotamiento. El Estado panameño dejará de percibir un 50 por ciento de impuesto porque el valioso mineral extraído, que es un recurso no renovable, se termina.

De hecho, todo en el contrato minero de Petaquilla está confeccionado para garantizar que al Estado panameño no le toque un centavo de ese recurso. Lo grave de ello, es que a lo largo de los años ‒período que va desde 1997 hasta el presente‒, cada una de las ominosas cláusulas del contrato de la compañía Petaquilla han pasado a ser pate del Código de Recursos Minerales. Consecuentemente, la minería no aportará nada al desarrollo económico del país y su población.

Si se reconoce la forma en que está diseñada la industria de la minería en Panamá, hay que colegir que persiste un desastre económico y mil desastres ecológicos que demandan solución. La cara sucia del negocio de la actividad extractivista, revelada a través de su retrato íntimo, es muy fea, y hay que decirle a todos que aún existe.

El único camino que queda al gobierno para proteger a la población panameña y a los recursos de ese adefesio voraz de minerales, es declarar con urgencia una moratoria minera en este país. En ese sentido, es justo preguntar. ¿Se atreverá alguien a dar ese paso en defensa del interés nacional y del medio ambiente?

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