Mi Ambiente y los nuevos conflictos con el ambiente

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Residentes en áreas canaleras protestan por la tala de árboles en la vía Omar Torrijos.

Por Alberto Velásquez
Periodista

El cruce de acusaciones entre el Ministerio de Obras Públicas y la empresa ASTALDI, responsable de los trabajos en la ampliación de la vía Omar Torrijos, no sólo es un conflicto de intercambio de trámites, sino también el afloramiento de una serie de problemas que apuntan a la incompetencia del manejo del tema ambiental en Panamá.

Impresiona el hecho de que administradores de la cosa pública, al igual que empresarios que realizan contratos con el gobierno, le dan la espalda a lo que el mundo conocen muy bien como el calentamiento global, acentuado por la deforestación.

Para la gente inteligente no es desconocido el hecho de que el problema ambiental está afectando nuestra única residencia: el planeta Tierra, al punto de que se calcula que ya se ha iniciado el proceso del aumento del nivel del mar, debido a los deshielos en los polos. Y se espera que suba hasta 25 pies, como sucedió en un pasado remoto. El desastre sería inimaginable en los continentes e islas.

Panamá cuenta con un Ministerio de Ambiente (Mi Ambiente), cuyas acciones administrativas parecen estar dirigidas a darle apoyo al inflexible calentamiento global.

Sus directivos, técnicos y experimentados profesionales son blancos de cuestionamientos de grupos ambientalistas, debido a inadecuados estudios de impacto ambiental utilizados en ciertos proyectos en áreas de importancia natural. En algunos casos, esos estudios son desconocidos por la mayoría de la población.

La inusitada y masiva tala de árboles en el ensanche de la vía Omar Torrijos, en áreas revertidas del Canal de Panamá, es un ejemplo emblemático de destrucción irracional. Otro hecho relevante, es que no se conocen a fondo los estudios de impacto ambiental en las minas de cobre en la cuenca del Caribe.

En medio de esa falta de transparencia, en proyectos que implican devastación, un empecinado alcalde insiste en un acuerdo comercial para trastornar una isla santuario de aves en el Golfo de Panamá, permitiendo el trasbordo y manejo de combustibles fósiles, de alta contaminación en ambientes marinos.

Mi Ambiente prometió un programa millonario de siembra de árboles. No se conocen los resultados de esa iniciativa, pero cuando sean realizadas las reuniones de transición gubernamental nos sorprenderán con una serie de gestiones que harán olvidar las altas temperaturas que cada vez más afectan a los panameños.

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