México se convirtió en la primera capital extranjera de la historia ocupada por el ejército de EE.UU.

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Para cuando EE.UU. ocupó Ciudad de México, ya habían pasado casi dos años de guerra y miles de muertos. (John Cameron/Nathaniel Currier/Library of Congress).

México se convirtió en la primera capital extranjera de la historia ocupada por el ejército de EE.UU.

Redacción BBC Mundo

La tensión transfronteriza generada por el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos Donald Trump no cesa de intensificarse a medida que avanza la campaña.

Ha llegado a tal punto, que esta semana la mera posibilidad de que el magnate gane la carrera a La Casa Blanca ha puesto en tela de juicio hasta un acuerdo que se logró hace 168 años.

El republicano ha prometido expulsar masivamente a mexicanos que se encuentren de forma ilegal en su país y construir un muro fronterizo a expensas de México.

Pero ante la amenaza de Trump de revertir o anular el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN, también conocido como NAFTA, por sus siglas en inglés), un senador mexicano propuso revisar todos los acuerdos bilaterales entre los dos países.

Este incluye el Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo de 1848, que se puso fin a la guerra mexicano-estadounidense y con la que se transfirió una gran parte del territorio de México a EE.UU., incluyendo lo que hoy es California, Arizona, Nuevo México y Nevada.

◾Más información: Senador propone revisar el tratado por el que México cedió más de la mitad de su territorio a EE.UU. y otros 74 acuerdos ante la “amenaza” de Trump.

El conflicto marcó un cambio radical en las relaciones entre los dos países y uno de los momentos significativos ocurrió en septiembre de 1847.

Fue entonces cuando Ciudad de México se convirtió en la primera capital extranjera en ser ocupada por el ejército estadounidense.

Antes del fin, la invasión

Tras una guerra de más de 20 meses, que dejó a su paso miles de bajas en ambos frentes, los soldados estadounidenses hicieron su entrada triunfal a la capital mexicana.

La bandera albiceleste estrellada ondeaba sobre el Palacio Nacional.

“A plena luz del día marchamos y tomamos posesión de la ciudadela. Hubo muchos enfrentamientos callejeros hoy y muchos de los nuestros resultaron heridos o muertos. (El presidente) Santa Anna y su ejército habían dejado la ciudad”.

Así narró el suceso en uno de sus diarios Israel Uncapher, uno de los cabos comandados por el General Winfield Scott.

“Las pérdidas en nuestro regimiento son de unos 100 hombres muertos y heridos. 12 hombres en nuestra compañía fueron alcanzados por las balas… la lucha callejera no es tan generalizada como ayer. Algunos lanceros siguen peleando, pero los sacaremos de aquí hoy”.

Ataques aéreos

La guerra entre los Estados Unidos de México y los Estados Unidos de América estaba por terminar, pero la inquietante ocupación de la capital mexicana apenas estaba empezando.

“Cuando entraron en la ciudad, tuvieron que desocupar los techos de las edificaciones, porque había mexicanos atacándolos”, le dice a la BBC David Sim, profesor de Historia Norteamericana de la Universidad UCL de Londres.

“Y eso no cesó. Hay muchas historias de soldados estadounidenses alcanzados por rocas o basura”.

México y EE.UU. habían estado en guerra desde la primavera de 1846 pero la raíz del conflicto se remontaba a la década anterior.

¿La razón? La disputa por el territorio de Texas.

Giro inesperado

En un principio, los mexicanos habían alentado a los colonos de su vecino del norte a que se establecieran en el territorio texano que en aquél entonces estaba bajo su control.

El incentivo era combatir juntos a los nativos americanos.

Pero en 1836, los colonos declararon la independencia y reclamaron la anexión a Estados Unidos.

Gobiernos estadounidenses sucesivos se mostraron reacios a generar el antagonismo de sus vecinos del sur y rechazaron la solicitud de Texas. Hasta que en 1845 el presidente James Polk la aceptó y, como consecuencia, las tensiones transfronterizas escalaron.

Llamamiento a las armas

“Soldados, la hora de la verdad ha llegado. ¡A las armas! ¡La nación mexicana por siempre! ¡La independencia por siempre!”, exclamó Francisco Mejía Matamoras el 18 de marzo de 1846.

Pese al llamamiento a las armas, no muchos mexicanos sentían lealtad por el 11 veces presidente de México, Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón.

Sin embargo, estaban dispuestos a luchar por las tierras que poseían. Pero la organización de un ejército nacional coordinado no fue fácil.

Entre los estadounidenses, el caso era el contrario: incitados contra de los mexicanos, estaban llenos de fervor patriótico y motivados por la idea de conquistar nuevas tierras.

De Texas al sur

Las primeras batallas tuvieron lugar en el territorio texano, pero poco después las fuerzas estadounidenses cruzaron el Río Grande camino al norte de México.

Otras tropas se movilizaron hacia los territorios mexicanos de California y Nuevo México.

Llegado septiembre de 1846 las tropas estadounidenses ya estaban llegando a Monterrey.

“El enemigo intentó resistir desesperadamente, con disparos rápidos y constantes de su artillería y armas pequeñas, causando algunas pérdidas en nuestras filas… En la tarde del 22, Ampudia le ordenó a sus tropas que tomaran posiciones defensivas dentro de la ciudad, dando lugar a un amargo combate casa a casa”, escribió el comandante Martin Scott luchó con la 5ª infantería estadounidense.

Tras tres días de incesantes luchas, el General mexicano Pedro Ampudia pidió una tregua. Seguida la tregua vino la rendición.

Con Monterrey asegurado, los estadounidenses continuaron su camino al sur.

Agua, viento y polvo

Pese a sentir que llevaban la ventaja, encontraron dificultades en el camino.

Luchar tan lejos de su territorio hacía todo más difícil.

Así se lamentaba un voluntario:

“Recibimos órdenes el miércoles pasado de irnos a Buena Vista, pues el agua era tan mala y el viento y el polvo tan desagradables que hasta afectaron a nuestros caballos y muchos murieron…”

“Yo estuve de guardia el día anterior hasta la noche siguiente. Pasar todo un día bajo el caliente sol sin refugio y mantenerse despierto toda la noche con el frío viento no es buena preparación para una marcha difícil”.

No obstante, en marzo de 1874 el General Scott ya tenía 10.000 soldados en la costa este de México, al sur de Veracruz. Un mes más tarde, en la batalla de Cerro Gordo, 3.000 soldados mexicanos fueron hechos prisioneros.

La resistencia de los mexicanos se estaba desmoronando.

La toma del castillo

Para agosto de 1847, miles de soldados estadounidenses estaban en las afueras de la Ciudad de México.

En su reporte de batalla, el General Scott describió la escena.

“Esta ciudad se erige en un bajo montículo, cerca del centro de una cuenca irregular y la mayor parte está ceñida a una zanja -un canal navegable de gran amplitud y profundidad- muy difícil de cruzar en presencia de un enemigo”.

El asalto principal a la ciudad empezó a principios de septiembre, con la toma del Castillo de Chapultepec, el centro de la defensa mexicana.

Desde el punto de vista del General Scott…

“El avance de nuestros valientes hombres, liderados por valientes oficiales, aunque necesariamente lento, fue inquebrantable, sobre las rocas, simas y minas, y bajo el fuego más caliente del cañón y fusilería. (…) El enemigo fue empujado constantemente de un refugio a otro. (…) Por fin llegaron a la zanja y el muro; las escaleras se alzaron (…) Ninguna escena podría haber sido más gloriosa”.

Lo de gloriosa depende del lado del muro del Castillo de Chapultepec desde el que el líder de los ejércitos la estuviera observando. Lo que no cabe duda es que fue sangrienta. Más de 5.000 mexicanos y 1.600 estadounidenses murieron o fueron heridos.

El presidente se retira

Al caer el castillo en manos del enemigo, el presidente Santa Anna se fue de la ciudad, dejando algunos rezagados para que hicieran lo que pudieran contra los victoriosos estadounidenses.

“De ese enemigo, alguna vez tan formidable en número y artillería, unos 20.000 se desbandaron desesperanzados, dejando a unos 2.500 deambulando en diferentes direcciones”, reportó el General Scott.

Durante los siguientes días, francotiradores y turbas aireadas continuaron atacando a los invasores, pero la mayoría de los ataques eran desorganizados y aleatorios.

Según los diarios del cabo Israel Unchapher, el aburrimiento y la añoranza era lo que realmente ocupaba la mente de muchos de los soldados estadounidenses.

◾”Septiembre 18, sábado. Las tiendas están abriendo y la confianza retornando en ambas partes. La ciudad presenta una apariencia agradable desde que los negocios se reanudaron.
◾Miércoles. Desfile en uniforme. Nada nuevo.
◾ Enero 7. Circulan rumores de que pronto retornaremos a casa”.

Pero no retornaron a casa… no en ese momento. De hecho, la ocupación se extendió hasta junio de 1848, para cuando el tratado de paz había sido firmado.

México fue forzado a renunciar a enormes territorios en Alta California y Nuevo México, así como Texas.

A cambio, recibió US$15 millones y la promesa de respetar los derechos de sus ciudadanos que seguían viviendo en esas áreas.

Desde entonces, son las aguas de Rio Grande las que marcan la frontera entre los dos países.

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