La sociedad panameña en deuda con las mujeres

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La sociedad panameña en deuda con las mujeres

El análisis de las políticas públicas y de las gestiones de gobierno no se sustenta en las declaraciones románticas de los discursos de los políticos y gobernantes en los períodos de campaña y en días como el de la Madre y el de la Mujer, que cualquiera diría que la mujer recibe un trato igualitario y es respetada en todos los órdenes de la vida política, económica y social del país.

En contraste, días como el de hoy 25 de noviembre, en el que se hace un llamado contra la violencia que se ejerce en perjuicio de la mujer, nos muestran el escenario de otra cruda realidad, la cual debe llevar a la reflexión y análisis sobre cuánto ha avanzado la sociedad panameña en materia de igualdad de género y cómo la cultura androcentrista sigue campeando a lo largo y ancho del territorio panameño.

Cuando Michele Bachelet era la directora de ONU Mujeres, vino a Panamá a reunirse con el movimiento femenino para plantear su preocupación de que este país tiene uno de los más bajos índices de participación política de las mujeres. Sólo basta ver la participación en la Asamblea Legislativa para constatar tal preocupación, la cual puede apreciarse también en la Gráfica 1 que acompañamos.

Gráfica 1
Gráfica 1

El movimiento femenino panameño se ha concentrado en los últimos años en la denuncia de la violencia en contra de la mujer y particularmente en el feminicidio por las magnitudes que ha ido alcanzado mostrando una tendencia al crecimiento. Sin embargo, tiene desafíos pendientes en otras áreas igualmente importantes.
La mujer panameña tiene una participación de dos terceras partes en la matrícula y en las graduaciones universitarias, lo que indica un nivel educativo más alto en comparación con los hombres. Sin embargo, los problemas laborales de la discriminación por sexo, la segregación ocupacional y la discriminación de la maternidad, así como el hostigamiento en el trabajo, evidencian que, si bien ha habido avances importantes, la mujer recibe un trato desigual y desventajoso en comparación con los hombres, al momento de los nombramientos, oportunidades de ascenso y salarios.
La cultura androcentrista se ha profundizado a tal punto que aún mujeres en posiciones políticas o académicas importantes, piensan influidas por esa cultura. Por ello, encontramos afirmaciones como las siguientes: “defiendo los derechos de la mujer, pero no soy feminista”, “es normal que me pidan una prueba de ortho”, antes de ser seleccionada para un trabajo” y otras tantas que sería largo enumerar pero que dejan claramente establecido que no por ser mujer se tiene conciencia de género.
A pesar de los avances en la responsabilidad social empresarial, en Panamá estamos muy lejos de haber cerrado las brechas, en materia de las desigualdades de género y las brechas en materia social, como puede observarse en la Gráfica 2. En el balance efectuado por la autora sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en el período 2000-2015, sólo tres metas de un total de 21 se cumplieron y sus sostenibilidad es coyuntural y no estructural.

Gráfica 2
Gráfica 2

La nueva agenda mundial que promueve alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030 ha reenfocado el tema de la equidad de género, ampliando del mínimo de la participación educativa y política que tenían los Objetivos de Desarrollo del Milenio, para abarcar en esta nueva agenda distintas esferas en las que la mujer vive el efecto de las prácticas discriminatorias y excluyentes. De allí que haya incluido dentro del Objetivo 5 Alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, la erradicación de todas las formas de violencia, incluyendo el tráfico y abuso sexual y de otros tipos; la condena expresa de algunas prácticas culturales y religiosas como los matrimonios forzado de niñas y la mutilación genital; el reconocimiento del cuidado y del trabajo doméstico en las políticas de protección social; el reforzamiento del liderazgo femenino para su plena participación en la vida económica y política del país; el acceso universal a los derechos de la salud sexual y reproductiva; la erradicación de prácticas discriminatorias que impiden a la mujer el acceso a la propiedad, a los servicios financieros y a las herencias; el acceso a la formación y oportunidades de liderazgo en todas las esferas, al igual que a las más modernas tecnologías.
La pregunta que formulamos es: Estamos, como sociedad panameña, suficientemente consciente de las implicaciones del compromiso adquirido en el nivel mundial y en el nivel nacional, tanto en el objetivo de género como en los 17 restantes de los ODS, con sus 169 metas?

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