La poesía de Ricardo J. Bermúdez

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Ricardo J. Bermúdez.

La poesía de Ricardo J. Bermúdez

(Tomado de Panamápoesía.com)

Ricardo J. Bermúdez Nació en la ciudad de Panamá, el 22 de agosto de 1914. Hizo sus estudios secundarios en la ciudad de Panamá, en el Colegio La Salle. Obtuvo el grado de arquitecto en la Universidad de Sauthern, California.

Fue uno de los más importantes poetas de la vanguardia panameña, una de las figuras literarias de mayor prestigio nacional. Sus extraordinarias aportaciones al oficio poético, mezcla de sensibilidad, imaginación, vivencias comunicables y rigor literario, hacen del conjunto de su obra un testimonio artístico digno de trascender las fronteras nacionales y de ser apreciado en el contexto de la literatura latinoamericana.

Tanto en el campo educativo como en la actividad profesional logró acrisolada reputación. Fue miembro de la Academia Panameña de la Lengua, profesor de la Universidad de Panamá, funcionario del Ministerio de Obras Públicas, Ministro de Educación en 1951, Decano de la Facultad de Arquitectura; fundador y miembro de la Junta Directiva de La Prensa, Diario Libre de Panamá (1980), miembro de la Junta Directiva de la Universidad Santa María La Antigua (1982-1987), presidente de la Junta Directiva de la Universidad del Istmo (1987) y Columnista del Diario La Prensa (1992-1994).

Obtuvo dos veces el segundo premio en la sección de poesía del Concurso Ricardo Miró, con sus obras Adán Liberado (según los críticos, “uno de los mejores libros escritos en el país”) y Cuando la Isla era Doncella, hermosos poemas, formado por Catorce temas taboganos, en donde el sentimiento de la naturaleza tiene categoría principal. En 1961, obtiene el primer lugar con su obra Con la Llave en el Suelo. El escritor falleció en el 2000.

“La obra de Ricardo J. Bermúdez, árbol señero, es estación de forzado arribo en el itinerario de la poesía panameña contemporánea.

La obra poética de Bermúdez ofrece un curioso contraste: hondo subjetivismo y extremado rigor formal. Esto es particularmente cierto en Poemas de Ausencia, Laurel de Ceniza y Cuando la Isla era Doncella, libros que siguen un rígido patrón en cuanto a la armonía del conjunto, aunque el poeta es fervoroso cultor del verso libre, en el sentido subrayado por Lugones”.

Rodrigo Miró

Rojo ha de ser el estupor naciente

Rojo ha de ser el estupor naciente
batiendo entre la sangre de los muertos
su infinita bandera de esperanzas
cuando la aurora diga su mensaje
de luces tras la noche del martirio.

Si la espera es tan larga como un río
dando vuelta entre valles y montañas,
las raíces de amor serán más hondas
y las manos opacas de la vida
se abrirán como pétalos del cielo.

Para que todas las campanas hablen
con los vientos del mar y de la tierra
de este hallazgo recóndito y perfecto,
mi voz ha de subir hasta la rama
más alta del dolor petrificado.

Tan sólo así podré saberme libre
de mezclar con mi arcilla sin congojas
la miel fraterna de los labios mustios
de todos los que mueren en silencio
porque sigan creciendo sus palabras.

Del Libro: Adán Liberado (1944)

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