EDITORIAL: La orfandad del Estado y el fracaso de los liderazgos

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La orfandad del Estado y el fracaso de los liderazgos

El gobierno panameño se instaló en Cracovia en busca del perdón papal –al menos en apariencia–, dejando atrás una huelga en el sector educativo y una larga lista de problemas sin solución a corto plazo, pero sin librarse de las críticas de una pobre gestión que recibe la peor nota en diversas encuestas de opinión pública, en las que aumentan los niveles de desconfianza e incredulidad.

Hace dos años, los representantes gubernamentales accedieron al poder rodeados de una aureola de transparencia, incluso con cierto halo de independencia. Gracias a ello, quizás, pudieron sortear un cúmulo de cuestionamientos incoados en promesas incumplidas desde las campañas electorales y proselitistas que señalaban un camino de esperanzas para salir de la crisis y el marasmo.

Sin embargo, la huelga de educadores en 2016 vino a confirmar la deuda del gobierno con la sociedad, así como la falta de tacto del oficialismo para ventilar demandas gremiales insatisfechas. Ello reveló, además, la incapacidad institucional, respecto a la promoción de un diálogo entre sectores sociales sacudidos por las presiones que emanan del capital financiero internacional y su acaparamiento.

La ausencia de liderazgos para dirigir la nave del Estado en aguas perturbadas es cada vez más notoria. Se percibe la falta de pericia en la acelerada pérdida de prestigio internacional, en la falta de impulso para generar propuesta y en la forma de asimilar los golpes cuando el país es vapuleado en su prestigio por intereses económicos foráneos, y cede a las exigencias de las potencias mundiales.

En ese escenario de insatisfacciones surgió el escándalo de los “Panamá Papers”, cuyo objetivo central era controlar la plataforma de servicios financieros de este país El gobierno panameño no estaba preparado para una “lluvia de papeles” comprometedores y tardó en responder a la escalada mediática, en vez de apelar a mecanismos idóneos de consenso para transformar la debilidad en fortaleza y conjurar la amenaza al sistema, que aún no termina.

Ahora, una encuesta sobre el estado de la Juventud, viene a ilustrar la preocupación de los jóvenes sobre el futuro de Panamá y la necesidad de enfrentar en forma efectiva la corrupción, la exclusión, y falta de oportunidades que los aleja del empleo decente, en un ámbito en el que persisten la inequidad y los abismos económicos que generan extremos inaceptables de pobreza y riqueza.

Los jóvenes no perciben un devenir claro y exigen ser tomados en cuenta en las decisiones nacionales. Al igual que muchos otros excluidos del crecimiento económico administrado por la Ley del Embudo, ellos reconocen que es imprescindible aplicar un modelo de democracia que castigue la corrupción, la impunidad, el pillaje y el entreguismo, y ayude a construir un nuevo y verdadero liderazgo político, para no ver más a un país postrado y hundido.

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