Juan Carlos Varela, el gran ganador del debate presidencial

La coincidencia de planteamientos, para algunos no dejó ganador

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Debate presidencial 2019

Juan Carlos Varela, el gran ganador del debate presidencial

Por Julio Bermúdez Valdés
Redacción de Bayano digital

Si como se anunció, el primer debate presidencial tenía como propósito conocer las propuestas de los candidatos sobre los cuatro temas acordados, el objetivo se cumplió, en medio de una metodología muy abarcadora, que limitó la profundidad que pudieron exhibir los participantes, que demostró una recurrencia de diagnósticos con pocas divergencias y una agenda de puntos en común.

Las casi cien preguntas formuladas por los conductores permiten aseverar que hubo en los candidatos, manejo de temas, pero con una contundencia relativa. El que mucho abarca…

Podría decirse que en una primera instancia los participantes demostraron apego a una agenda de país, con coincidencias plenas en el rechazo a la política de indiferencia oficial hacia el sector agropecuario imperante en los últimos años, en la urgencia de mejorar la educación, realizar una constituyente y una mayor atención a las deficiencias por las que pasa el sector salud.

Esa coincidencia de planteamientos, que para algunos no dejó ganador, es la que hace obligada la pregunta de ¿quién lo hizo mejor?, en un rendimiento individual, que osciló entre el intento por la excelencia, la guapería y las inculpaciones, que a la vez que dio brillo a todos, los hizo compartir cierta opacidad.

Si algo dejó en claro los participantes son la gran preocupación que los anima, y las muchas cosas que estarían dispuestos a hacer. Pocos fueron precisos en el cómo lo harían.

Locuaz y tribuno, Marco Ameglio no permitió, sin embargo, precisiones en su discurso; con una crítica nominal a la “clase política” de la que pareciera no ser parte, ofertó un paraíso, pero sin indicar cómo llevaría al país hasta allí; pese a haber intervenido en la cosa pública en distintos periodos, Ameglio pareció lanzar una oferta virgen, con una lluvia de ideas sin fondo ni contexto.

Intelectual y humanista Ana Matilde Gómez se decantó por la dignidad humana; al igual que Ricardo Lombana, tuvo excelentes formulaciones, pero pocas respuestas hacia el cómo, y Saúl Méndez, con un enfoque clasista, pareció perder de vista que en la sociedad panameña existen otros sectores sociales, además de los populares.

Rómulo Roux evidenció dominio de temas, conocimiento del país, promesas aceptables, pero con un entusiasmo discreto, que deja de lado el carisma que compra la confianza del votante, y tal cual lo hizo hace cinco años el entonces candidato Juan Carlos Varela con los 58 dólares que pondría en el bolsillo del panameño, Roux habló de reembolsos a futuro en costos de medicinas.

No debe tener dudas de que si gana la presidencia, las bolsas de facturas podrían darle la vuelta al país.

Particular enfoque se puede dar a la actuación del oficialista José Isabel Blandón Figueroa, quien, no solo expuso sus conceptos respecto a los temas, sino que intentó convencer a la audiencia de ser el presidente capaz que necesita el país, en un ataque particularmente dirigido contra el perredista Laurentino Cortizo.

Poco tiempo dedicó Blandón a los demás candidatos o partidos; incisivo y en apariencia sereno, sus argumentos parecieron ser una especie de ataque planificado y de reconocimiento, al mismo tiempo, a quien es señalado como primero en las encuestas; una estrategia que Cortizo pareció entender al ignorar los ataques.

“Mi madre me enseñó que uno se compra sus peleas”, dijo Cortizo al finalizar el debate, y dejar en claro que la de Blandón no es la suya.

Pero las críticas de Blandón, si bien subrayaron su participación en esfuerzos en anteriores administraciones, parecieron provenir de alguien eximido de responsabilidades gubernamentales, un crítico desde fuera, que se esforzó por mostrarse distante del gobierno del que proviene.

Laurentino Cortizo, entre tanto, pareció entregado a su misión. Tranquilo, preciso, no pareció molestarle las apasionadas oratorias de sus homólogos. Dijo lo que tenía que decir, se ciñó con carácter a su estrategia, sin que nada lo perturbara. Mostró conocimiento de causa, aunque pudo ser más enfático y certero.

El debate de anoche permitió, sin dudas, una aproximación de la ciudadanía hacia las propuestas  de quienes el próximo cinco de mayo concurrirán a los comicios generales; un vistazo de planteamientos, muchos de los cuales ya se conocían. Cortizo, Blandón y Roux fueron los portadores de las propuestas más maduras. Ana Matilde la más humana y digna, en tanto que Lombana, Méndez y Ameglio, hubieran podido ganar los juegos florales. Ser presidente de un país es mucho más que ser un buen orador.

Pero si de ganadores del debate se trata, anoche hubo uno solo, el presidente Juan Carlos Varela, cuyas erráticas políticas fueron inexistentes en los pronunciamientos de los candidatos, casi  sin responsabilidad en el desastre administrativo del último quinquenio.

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