Inequidad persiste en el ADN de la economía panameña

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Los beneficios de la economía canalera han sido enfocados en las ciudades en la ruta de tránsito.

Las fuerzas productivas se resisten a desparecer y cuestionan el modelo importador promovido por el capital financiero.

Economistas panameños reaccionan ante la caída de los mercados globales y exigen una nueva y audaz  estrategia.

Por David Carrasco

La inequidad y la distorsión persisten en la economía panameña, en la que los principales recursos del Estado y la inversión privada han sido dirigidos a la zona de tránsito en las provincias de Panamá y Colón, mientras que el resto del país se enfrenta al abandono, a la falta de políticas de desarrollo humano y capacidades disminuidas.

A esa conclusión llegaron economistas, profesionales de las ciencias sociales y dirigentes sindicales que participaron este mes en un foro sobre desarrollo económico de Panamá, coorganizado por la Central Nacional de Trabajadores (CNTP) y la Fundación Friedrich Ebert. Al evento no concurrió el ministro de Economía y Finanzas, Dulcidio De La Guardia, pese a haber sido invitado.

El sociólogo Guillermo Castro recordó al historiador panameño Alfredo Castillero Calvo quien en sus ensayos adujo que Panamá mantiene el modelo transitista instaurado en el Siglo XVI, que excluye a áreas rurales y concentra la riqueza en la metrópoli.

Añadió que el país necesita una estrategia de desarrollo nacional y que en los planes de expansión portuaria vinculados al Canal de Panamá falta una visión integral que abarque a Puerto Armuelles y Mariato, en el Pacífico, con un gran potencial para recibir a barcos de alto calado y generar servicios marítimos en el interior del país.

Al respecto, el economista, docente y ex ministro de Estado Guillermo Salazar, manifestó a Bayano digital que el resultado de la distribución del ingreso nacional demuestra una gran inequidad: más a favor de los propietarios de los medios de producción y menos recursos destinados a satisfacer necesidades de los trabajadores.

“Ese excedente de explotación, no está sirviendo a los mejores intereses de la población panameña. En cambio, está provocando un mayor grado de concentración en materia económica”, en pocas manos, reseñó el economista en una descripción detallada.

Salazar planteó que en 1996, los trabajadores recibieron el 37 por ciento de todo el Producto Interno Bruto (PIB), mientras que los dueños de las empresas obtuvieron como ganancia el 35 por ciento. Sin embargo, en 2014, de ese valor de la producción, que alcanza unos 46.000 millones de dólares, los trabajadores recibieron el 27 por ciento, mientras que los dueños de los negocios en general percibieron el 61 por ciento”, lo que aumenta la disparidad.

Para el economista, ese nivel de desigualdad demuestra la urgencia de revertir las disparidades y justifica la convocatoria de un diálogo nacional que permita a los ciudadanos decidir el país en el que quieren vivir. Añadió que Panamá dispone de recursos para generar bienestar, justicia social y desarrollo humano, en vez de inequidad.

Por su parre, el economista Juan Jované reseñó que la economía crece cuando hay exportaciones, cuando son construidas infraestructuras y cuando es mejorada la distribución del ingreso, pero advirtió que Panamá atraviesa por problemas del mercado interno que han terminado por empobrecer a las clase trabajadora.

Indicó que si  fuese sumado lo que han perdido los trabajadores en el ámbito económico durante un año, se podría sufragar la inversión de la Línea 1 del Mero de Panamá, y si se tomase como referencia tres años, el dinero que ha perdido la masa laboral serviría para pagar el costo de la ampliación de la vía interoceánica.

Jované indicó que el proyecto diseñado por los sectores dominantes se enfocó en un modelo exportador con bajos niveles de salario. No obstante, advirtió que el “aperturismo puro” con bajos niveles de salario no tiene futuro, y terminará por hundirse, en medio de los problemas del mercado mundial en crisis, que refleja un declive en el crecimiento estructural respecto a otros períodos de auge.

En su exposición, reseñó que Panamá importa unos 1.200 millones de dólares anuales en alimentos, lo que representa el 45 por ciento de las divisas obtenidas en la operación de la vía acuática. Sostuvo que si a ello se añaden las tasas de inflación y una informalidad que supera el 40 por ciento en las ciudades, este país enfrentará un serio desafío en materia laboral a causa de un modelo insostenible, en el que “el sector privado lleva dos años contratando a menos gente”.

La secretaria general de la Central General Autónoma de Trabajadores (CGTP), Nelva Reyes, denunció que en Panamá hay falta de equidad e insistió en una “justicia salarial”, con ajustes al salario mínimo. Adujo que no se justifica que haya unas 589.000 familias refugiadas en el sector informal de la economía.

Elberto Cobo, secretario de Educación de la CNTP; planteó que pese a los reclamos sindicales al gobierno, para generar vías de diálogo, los trabajadores están completamente al margen de la información oficial sobre una acometida tenológicas, lo que es “sumamente peligroso”, debido a que el pueblo debe ser consultado.

Indicó que hay “secretismo” del gobierno sobre los planes de robotización en empresas, lo que podría empujar a los trabadores excluidos de los programas de formación en “indigentes”. Recalcó que “no se puede excluir a los trabajadores del desarrollo, porque ello genera resentimiento y confrontación”.

Todos los participantes en el foro reconocieron la necesidad de discutir a fondo el futuro laboral de los panameños y panameñas.

 

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