Hallazgos de la ampliación. Gorgona, el resurgir de un pueblo olvidado

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Abandonado, sumergido y olvidado. Así quedó este poblado tras la creación del lago Gatún en 1913.

Por Orlando Acosta Patiño
Portada Panamá

“Después de haber atravesado la Loma del Mono, estribación de la sierra Quebrancha, se entra a los pantanos de Mindi, cubiertos de cañacoros y de papiros; de vez en cuando bordeamos la orilla, que no es más una simple cala de agua estancada”. (Armand Reclus. Exploraciones a los Istmos de Panamá y el Darién 1876-1877-1878). El paisaje panameño probablemente no sea diferente a la imagen que describe Reclus en sus crónicas, escritas a raíz de sus exploraciones del Istmo, a finales del siglo XIX. Habían pasado poco más de 20 años de la construcción del ferrocarril intercontinental, esa misma propuesta tecnológica que daría origen a la ciudad de Colón y que conectaría, a través de Panamá, la costa este de los Estados Unidos con el oeste.

El objetivo era acortar la distancia y permitir la explotación de las minas de oro en California y posibilitar la conquista y ocupación del noroeste de ese país. Ciento sesenta y seis años después, Panamá continúa, con su Canal ampliado, impulsando los cambios en el mundo, acortando distancias y modificando las relaciones entre las economías mundiales. El Istmo y su territorio siguen, de forma inexorable, cumpliendo un sino permanente de cruce de caminos, de mezcla de gentes, de vidas estampadas en sus ciudades de tránsito.

Arqueología entre océanos

El proyecto de ampliación del Canal de Panamá, bajo el alcance de las obras que permitirán el tránsito de los nuevos buques neopanamax, contrató una serie de estudios arqueológicos que permitirán a futuros investigadores develar la historia de una serie de ciudades a lo largo de la línea del tren. Muchas de ellas -bajo el proyecto de dragado y ensanche del nuevo cauce- vuelven a develar la historia de su cotidianidad: Matachín, Santa Cruz, Monte Lirio, Emperador y Gorgona. Estos han sido los pueblos de la línea que han sido objeto de estudios arqueológicos. Los hallazgos y materiales encontrados bajo las aguas del Canal cuentan de lo que pasaba en lo cotidiano. Toda una compleja trama transístmica, aún por develar.

En las bordadas al Norte de Bas Obispo, que incluyó el área de isla Gorgona ‒donde se conocía de la existencia del antiguo poblado del mismo nombre‒, en el área de influencia directa del proyecto de ampliación, se decidió realizar actividades de monitoreo para recolectar hallazgos fortuitos de materiales culturales que pudieran dar cuenta de su historia. De su antecedente colonial, se conoce que Gorgona era un pequeño asentamiento que aparece por primera vez en mapas de fines del siglo XVII como San Cayetano de la Gorgona, fundado en 1678 en la margen occidental del río Chagres. El pueblo tenía como propósito dar seguridad al viaje transístmico mediante un lugar poblado en la ruta comercial del Camino de Cruces, en un tramo fluvial del río Chagres.

Información histórica permite determinar que el poblado colonial se encontraba más cercano del río Chagres, hasta aproximadamente 150 metros al norte del borde actual del agua. Tomás Mendizábal, arqueólogo encargado de los trabajos, afirmó que “cualesquiera hallazgos de ese período que se den en la actualidad, seguramente pertenecen a la zona del extrarradio del pueblo Colonial de Gorgona”.

Para el año de 1735, se menciona Gorgona como la terminal o puerto del Camino de Cruces durante la estación seca. De los trabajos de arqueología se rescataron fragmentos de cerámica mayólica, posiblemente del tipo clasificado como Sevilla Azul sobre Blanco, que se fabricaba en España entre los años de 1530 y 1650, y un contenedor de pasta roja vidriado hecho en Panamá. También se encontraron fragmentos de una botija perulera de pasta blanca, de las manufacturadas en España, uno de los artefactos más comunes del período Colonial, y que eran utilizados para el transporte y almacenamiento de vino, aceite de oliva y agua.

Gorgona y el “gold rush”

Según el historiador Alfredo Castillero Calvo (2004), no fue sino hasta mediados del siglo XIX, en la época de la fiebre del oro en California, que el desembarcadero de Gorgona y su camino empezaron a usarse de manera intensiva. Uno de sus visitantes más famosos fue el capitán del ejército Ulysses S. Grant, quien luego se convertiría en presidente de los Estados Unidos (1869–77). Grant estuvo de paso con un contingente de soldados del Cuarto Regimiento de Infantería. Muchos de sus hombres enfermaron, murieron y fueron enterrados en Panamá, en el cementerio de la isla Flamenco, sin alcanzar su destino final: California.

Durante esa época, a Panamá empiezan a llegar naves a vapor. El monopolio del transporte de carga siguió en manos de los bongoseros del Chagres, entre Cruces y Gorgona. Imágenes como las plasmadas por Charles Nahl (“Accidente en Chagres”) y que reposa en la Biblioteca Bancroft de la Universidad de Berkely, ilustra vívidamente las peripecias del tránsito por el indómito río Chagres.

Pasado ferroviario

Bajo el proyecto del barón De Lesseps, Gorgona ganó importancia y se convirtió en el sitio de los talleres más grandes del proyecto canalero en ambos períodos. Como estación del tren fue uno de los asentamientos con mayor población, con 4.000 habitantes en su época de mayor expansión. Conocida entonces como “Bajo Matachín”, en ella los norteamericanos “encontraron galpones llenos de locomotoras viejas, grúas y excavadoras”. De allí se removieron 100 carros llenos de materiales de fundición y de los talleres de reparación. Según fuentes documentales, en sus talleres se reparaba todo tipo de maquinaria, desde relojes hasta locomotoras, excepto las palas mecánicas a vapor.

Durante la época de la construcción del canal norteamericano, Gorgona fue uno de los poblados con mayor población y facilidades que se encontraban a lo largo de la línea. Tenía escuelas, iglesias y equipamiento deportivo. En definitiva, un lugar deseable para vivir.

En la periferia, una población afroantillana del Silver Roll del Canal vivía en deplorable pobreza y marginada de los beneficios urbanos de Gorgona. Se conoce que, alrededor de la fecha de abandono, unas 200 familias, 600 solteros estadounidenses y varios cientos de trabajadores afroantillanos residían en el lugar. Se presume que los hallazgos de botellas de licor y cerveza fueron producidos por estos habitantes.

El poblado fue abandonado en el año de 1913 con la creación del lago Gatún, quedando el pueblo sumergido y olvidado hasta época reciente. La memoria, la vida y la historia de Gorgona no solo se pierde bajo metros de agua, en el más grande reservorio artificial creado hasta entonces.

Los edificios de Gorgona, talleres, tiendas y viviendas fueron demolidos o desmantelados y vueltos a levantar en el poblado de Corozal.

Nuevamente, el grueso de los artefactos recuperados en Gorgona, al igual que en muchos otros sitios en la antigua Zona del Canal, son botellas de vidrio para bebidas alcohólicas como vino y cerveza, que eran importados masivamente durante la construcción del Canal norteamericano. Los restos de loza dan cuenta de un servicio utilitario y no de lujo, también asociado a los trabajadores del proyecto.

Los hallazgos y restos encontrados en esta acometida arqueológica no dicen nada nuevo de las ciudades en la línea de tránsito y comunicación transístmica.

Gorgona, con su antecedente colonial y como parte de la ruta del Camino de Cruces, y posteriormente como sitio de servicio en la ocupación francesa y norteamericana, da cuenta de la inserción de Panamá ‒desde hace al menos 500 años‒ en los mercados globales de importación de bienes de consumo, principalmente europeos y norteamericanos.

La historia de Gorgona no es diferente de aquellas de cualquier lugar ocupado en la ruta de tránsito. La evidencia material nos narra una sociedad que consumía toda clase de bienes de consumo, modelo que no deja de ser el mismo del de hoy.

La prospección arqueológica resultante del proyecto de ampliación permitirá conocer más en detalle sobre la dinámica de vida en estos poblados perdidos bajo las aguas del lago Gatún. Son estas mismas aguas que hoy, bajo la premisa de intercambio global, se abren al mundo mediante una nueva tecnología de esclusas, escribiendo un nuevo capítulo en las relaciones comerciales a nivel mundial.

El poco interés y la ausencia de museos y espacios de cultura en Panamá limitará ‒en el corto, mediano y largo plazo‒ la interpretación y divulgación de la información sobre los antecedentes de Gorgona y el resto de los pueblos en la ruta de tránsito, elemento que sella de manera definitiva la identidad de este Panamá volcado al mundo, bajo una vocación centenaria de tránsito de personas y mercancías.

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