Falta de liderazgo debilita y arrincona al Estado

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Falta de liderazgo debilita y arrincona al Estado

El deterioro gradual de la imagen de aceptación del gobierno panameño tiene un denominador común: la pobre ejecución y mal desempeño del equipo ministerial, y la falta de liderazgo del presidente Juan Carlos Varela para conducir la nave del Estado en un país con indicadores económicos en picada y una situación de angustia e incertidumbre de los sectores productivos.

Muchos ciudadanos apostaban a que Varela marcaría la diferencia en materia de transparencia y desarrollo social, en comparación con otras administraciones. Sin embargo, su alianza con el capital financiero y los intereses foráneos, al margen de los anhelos populares, ha confirmado que el proyecto gubernamental está regido por intereses antinacionales y los poderes fácticos.

A ello se suma la incorporación a su gobierno de elementos sin vocación de servicios y con un pensamiento desordenado. El caos vehicular en las ciudades, las inundaciones en la urbe capitalina y obras de ingeniería inacabadas figuran en la lista de proyectos marcados por una gestión deficiente que desmejora la calidad de vida de la población agobiada por la falta de planificación.

La inseguridad y la corrupción son otros dos flagelos que persisten. Después de un período de aspavientos, en los que el gobierno prometió certeza de castigo contra los corruptos, no hay en las cárceles ladrones “de cuello blanco” y tampoco devolución de sumas millonarias ilegalmente sustraídas al erario público por grupos de saqueadores que viven en absoluta libertad.

La actual administración presidencial ha intentado congraciarse con los sectores sociales desposeídos, a través de dádivas, pero dando la espalda al desarrollo social y humano. A ello se debe la protesta en las calles de productores agropecuarios arruinados, quienes han denunciado con firmeza las atrocidades del modelo neoliberal que favorece a una elite agroimportadora.

El mandato de Varela ha sido un fiasco, no sólo por la falta de cumplimiento de sus promesas de campaña, sino por haber empujado al país a una situación de debilidad. Es responsable, además, de haber restado personalidad al Estado, al convertirse en subordinado de la política exterior de Estados Unidos, en un intento diplomático de aislar a países latinoamericanos.

Panamá necesita salir del marasmo en que se encuentra. Para ello, será necesario elevar la autoestima de los panameños y frenar, a través de un fuerte movimiento social organizado, los planes de privatización y los abusos de las empresas de energía, transporte, telecomunicaciones y puertos. Este país no soporta más atracos de gobernantes decididos a subastar el patrimonio nacional.

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