El rediseño del aparato público: una necesidad

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Benjamin Colamarco Patiño

Por Benjamín Colamarco Patiño
Economista, Ex Ministro de Estado
Ex Vicepresidente del PRD.
Especial para Bayano digital

El contexto de complejidad y vertiginoso cambio que caracteriza la realidad actual, desafía a todos los gobiernos sin excepción, a nuevas prácticas y formas de organización para dar respuesta a las demandas crecientes de la sociedad. En este escenario, el Estado es un actor central en el proceso de producción de las políticas públicas, pero hoy, como nunca antes en la historia moderna, comparte el escenario con múltiples actores que tienen sus propios proyectos de transformación social.

Los gobiernos son demandados de forma creciente por una ciudadanía que tiene mayor poder de incidencia; basta tener presente el peso que las nuevas tecnologías de la información pusieron en manos de los ciudadanos a través de pequeños dispositivos inteligentes de comunicación, como también la de articular sus demandas a través de las redes sociales.

Gracias a la generación de conocimiento que posibilita Internet, cada vez más el conocimiento distribuido es más potente que el conocimiento individual. En este contexto, ya no se puede entender las políticas públicas como un proceso centrado en el saber experto de unos pocos; en cambio, el intercambio de datos, información y conocimiento entre los actores relevantes en cada ámbito de las políticas públicas, permite construir mejores respuestas a los crecientes desafíos que enfrentan los gobiernos. Este proceso colaborativo solo puede ser entendido en el marco de nuevas formas de liderazgo, superando los liderazgos egocéntricos característicos del siglo XX y dando paso a liderazgos socio-céntricos para potenciar la construcción colectiva.

Frente a estas transformaciones, en un espacio de producción social que se complejiza cada vez más, los gobiernos y la política enfrentan el desafío de rediseñar sus estructuras y prácticas de trabajo que fueron pensadas y diseñadas para épocas pasadas.
En un contexto de sociedad-red, el desafío es pasar de sistemas de información donde sólo la cúpula tiene el mayor grado de información, a un sistema integrado donde todos los componentes tienen acceso a la información y por ello, todos los componentes pueden elaborar respuestas a presiones o cambios del entorno. Sólo con información disponible y relevante, se encuentran las respuestas adecuadas.

La información tradicional (leyes, regulaciones, directivas, instructivos) se caracteriza por la alta despersonalización, el uso de jergas oscuras, ausencia casi de imágenes, gráficas o esquemas, ausencia de mecanismos interactivos de consulta, etc. Los movimientos del “Lenguaje Llano” o Plainlanguage – que plantea producir documentos públicos fácilmente comprensibles por los ciudadanos – han sido continuados por la experiencia en la Web, donde texto, imagen, sonido, video, audio e hiperlinks construyen una base de información multicapas, rica y abierta, que no solo apela a la lógica estructurada sino que llega a niveles de emotividad esenciales para cualquier comunicación humana eficaz.

El nuevo entorno con su complejidad y velocidad define un nuevo sistema de legitimación del juego político, en el cual un proyecto sólo es sustentable en el tiempo en la medida que logre acuerdos más amplios en un juego multiactoral. En el actual contexto, los ciudadanos no son receptores pasivos de los procesos de política, son sujetos de acción. Por ende, el proceso de gestión gubernamental implica reconocer que “allá afuera” hay muchos “otros” que tienen algo para decir.

Los sistemas democráticos se legitiman en las urnas, pero no alcanzan votaciones cada 5 años para sostener la legitimidad democrática. Esto obliga a repensar un modelo de Estado que sea permeable a las opiniones de los ciudadanos y tenga en sus diseños esquemas de transparencia, participación, colaboración y ordenamiento que permitan aprovechar la energía creativa e innovadora de los ciudadanos.

TRANSPARENCIA: ¿Por qué un gobierno transparente y con apertura de datos? Porque un gobierno que distorsiona la información no le puede pedir a la sociedad en los momentos de crisis que le tengan confianza, la confianza se gana en cada acto de gobierno.

PARTICIPACIÓN: ¿Por qué fomentar la participación ciudadana? Porque un gobierno que se encierra en los procesos de toma de decisión, no puede esperar que sus errores sean comprendidos, ni sus aciertos potenciados por los que no fueron invitados a participar en el proceso de producción de las políticas públicas.

COLABORACIÓN: ¿Por qué fomentar la colaboración? Porque un gobierno inteligente aprovecha el conocimiento distribuido en la sociedad para potenciar sus respuestas a los problemas que enfrenta. Un gobierno participativo promueve el derecho de la ciudadanía a colaborar organizada y activamente en la formulación de políticas públicas y facilitar el camino para que las administraciones públicas se beneficien del conocimiento, ideas y experiencia de los ciudadanos. Un gobierno colaborativo compromete e implica a los ciudadanos y demás agentes sociales en el esfuerzo por trabajar conjuntamente para resolver los problemas. Ello supone la cooperación y el trabajo coordinado no sólo con la ciudadanía, sino con las empresas, asociaciones, los gremios, los sindicatos, y permite el esfuerzo conjunto dentro de las propias administraciones, entre ellas y sus funcionarios transversalmente.

ORDENAMIENTO: ¿Por qué es necesario el ordenamiento? Porque sin un orden lógico y secuencial de instrucciones, operaciones y procesos simplificados, abiertos y ordenados, acompañados del perfeccionamiento y profesionalización de la función pública, sería muy difícil dar un salto cualitativo hacia la transformación de la estructura gubernamental.

¿Pueden los gobiernos desatender esta nueva realidad? Creemos que no, bajo el riesgo de quedar anquilosados en la inoperancia, bajo la presión de otros actores sociales. El viejo Estado “burocratista”, con una visión unidireccional, debe dejar paso al nuevo Estado “relacional”, que debe procurar articular la interacción social y en donde los aspectos intangibles como la información y comunicación son centrales para movilizar recursos públicos y privados en pos de enfrentar los problemas sociales. En esta visión, la interacción con múltiples actores es central.

En este sentido entendemos que la actitud más inteligente, es que la política, los políticos y las burocracias estatales tengan capacidad de adaptación a esta nueva realidad. Dependiendo de cuál sea la actitud de la dirigencia política, las TICs y las redes sociales pueden ser causa de su creciente deslegitimización o pueden ser un potente aliado para reconstruir la relación de los políticos y los partidos políticos como eficaces interlocutores sociales.

El desafío del PRD no es solo pensar y escribir mejores políticas públicas a favor de nuestro compromiso con los panameños y panameñas. Debemos ser capaces de gestionar una Administración Pública al servicio de un Panamá inclusivo, educado y capaz de vincularse al mundo de una manera inteligente; necesitamos pensar nuevas reglas de gestión sobre las que operan las administraciones públicas, reglas que hoy están dominadas por las rigideces, por el “burocratismo”, por la ausencia de un espíritu innovador que impiden respuestas eficaces. Debemos encarar las reformas necesarias para la apertura cooperativa con otros actores sociales.

Para ello, me atrevería a proponer cuatro (4) dimensiones para repensar las organizaciones públicas: a) fortalecer los ámbitos de conducción del Proyecto de Gobierno; b) modernizar los sistemas de gestión transversal de la administración estatal; c) incorporar la participación organizada de la ciudadanía como elemento sustantivo de las políticas públicas; d) rediseñar los sistemas de información estatal para actuar en red.

Estas ideas conllevan una nueva mentalidad y un abordaje distinto, para ir más allá de los caminos conocidos, bajo la premisa superadora de un enfoque sistémico y trans-disciplinario, es decir, considerando todas las partes que se interrelacionan, abarcando varias disciplinas de manera transversal, lejos de la vieja idea de la verticalidad departamentalizada a la que estamos acostumbrados.

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