El mito sobre el árbol de la vida y los Dule

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Mola inspirada en la cosmovisión indígena.

El mito sobre el árbol de la vida y los Dule

Por Arysteides Turpana

El planeta era una masa de tierra compacta, sin mar, ni ríos, ni quebradas, ni hombres. Sus últimos pobladores eran animales: los cuadrúpedos andaban erguidos sobre dos patas y hablaban como personas. Esto fue lo que vieron los rutilantes ojos de Dada Ibe. Un día llegó acocullada a su aldea una muchacha llamada Buna Ologukurdilisobi. Entonces, él se sacó una muela, que se disfrazó de arriera, la cual hizo camino y llegó hasta Balu Uala: era un árbol crecidísimo y frondoso; su copa, un bosque en donde tenían las bestias plantaciones de maíz, caña de azúcar, guineos de jugo arrebatador y otros cultivos.

Dada Ibe comprendió de dónde Buna Ologukurdilisobi había partido en estado alegre. Se dijo que lo talaría. Convocó a los aldeanos. Temprano comenzaron con la obra, pero pese al esfuerzo aunado, aquel día lograron concluir solamente la mitad de la tarea.

A la mañana siguiente, cuando Dada Ibe y los animales llegaron con el fin de terminar de talar Balu Uala, se quedaron boquiabiertos y no encontraron explicación alguna de cómo o por qué estaba completamente intacto de nuevo. Entonces, trataron de derribarlo lo más pronto posible. Trabajando todavía, los sorprendió la noche. Se vieron, pues, obligados a irse al descanso y el corpulento Balu Uala se quedó solo, envuelto en la oscuridad.

A la mañana siguiente, cuando llegó Daba Ibe y su séquito de animales para reanudar la labor, encontró que el eje corpulento estaba de nuevo ya sin las cortaduras del día anterior. Dada Ibe montó en cólera. Volvió a mirar el árbol: enorme, frondoso, intocado…

Al llegar la noche, únicamente se había logrado la mitad de la tarea. En esta ocasión, en vez de irse al poblado, se escondieron entre las malezas. Al rato, al amparo de las sombras, aparecieron Olo Noo: Sapo de Brillantes Ojos; Olo Nia: Mal de oro; Olo Naibe: Serpiente Áurea y Olo Achu: Perro de Oro. Al llegar al asta, los animales empezaron a lengüetear la parte mutilada y Balu Uala, poco a poco, volvió a cerrarse del todo. Antes de que se marcharan, Bugsu, el terrible flechador, los atravesó con sus saetas invencibles.

Inmediatamente, en plena noche, Daba Ibe y las bestias comenzaron a entrarle a hachazos a Balu Uala y los pedazos, a medida que caían, se iban transformando en langostas, camarones, cangrejos, caracoles y otros mariscos.

Al despuntar el alba, el tronco del árbol estaba completamente partido, pero no caía, por más que se le mecía y se le remecía: por su frondosidad se había enredado con las nubes.

Para desenredarlo, Dada Ibe llamó a una ardilla. Ésta llevaba entre sus dientes un machete. Escaló un poco. Se resbaló y cayó y se cortó la espalda; desde entonces, a esa ardillita se le conoce con el nombre de Estingana, que significa Cortado con Machete.

Después subió un mono. Al llegar a la copa, no pudo desenredar el árbol y tampoco pudo bajarse. Ahora, vive entre las ramas y se le conoce con el nombre de Mono Aullador, porque llora mucho su soltería, aunque normalmente está rodeado de monas. Dicen que su corazón es bueno para atraer mujeres.

En última instancia, Dada Ibe llamó a una ardillita macho de nombre Oloduilibipilele, de la familia de los Nikirgua. Antes, se casó con la hija de Masdalipe y pasó su luna de miel.

Dada Ibe le entregó un hacha de oro. Además, prometió regalarle un vestido dorado si finalizaba su trabajo. Oloduilibipilele se preparó a la vista de todos. Tomó impulso. Se oyó el hachazo, ¡zas! , y en medio del más ruidoso de los estruendos se desplomó el árbol, dando lugar al nacimiento de los mares, los ríos y las quebradas, pero nuca más se supo del pequeño ardilla macho.

Con una solemnísima fiesta se celebró este acontecimiento, pero cuando las bestias comenzaron a arrimarse a las paredes, empezaron las discusiones y las pendencias. Entonces, Dada Ibe las maldijo y las dejó en este estado por todos los siglos y, de esta manera, fueron arrojadas hacia los bosques y aquéllas que andaban sobre dos patas lo hicieron sobre cuatro y perdieron el habla y el raciocinio.

Desde entonces conoció la tierra lo que es el mar, los ríos, las quebradas y más tarde llegaron los hombres, es decir, los Dule, quienes se encargarían de cuidar de todo la que hay en la Naturaleza, tal como lo hacen hoy en día.

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