El gran vacío de las promesas oficiales

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Desde el punto de vista físico, el vacío no existe, porque siempre hay algo que ocupa el espacio del material retirado. Sin embargo, en política, el vacío ocurre cuando el verbo o discurso político es sustituido por lo opuesto y el electorado deja de tener el enganche y la empatía con las ofertas de campaña y los programas oficiales sin argumentos se desmoronan, dejando ausencia de elementos.

Tras casi cuatro años de gobierno, la sensación de vacío persiste entre la población, a causa de los escándalos de corrupción y el latrocinio, y un pobre desempeño de la Justicia. El alza del nivel de desempleo es un indicador de que miles de trabajadores pasaron a engrosas las listas de los no remunerados, ante la falta de incentivos para la inversión y la captación de mano de obra.

La oferta reformista del oficialismo y de organizaciones políticas que disputan el poder político ha quedado sin argumentos en un mar de contradicciones internas que generan la fundada sospecha de fragilidad institucional. El gobierno activó los mecanismos de defensa ante la fractura del Estado, donde los tres poderes que lo sustentan carecen de una verdadera “armónica colaboración”.

Un abismo separa a sectores populares de los planes de desarrollo urbano concebidos por el actual gobierno. Esa separación del espacio amplía la brecha que algunos denominan vacío. La gente percibe que las carencias agravadas por el expolio ejercido por el capital financiero, dejará sin piso y sin techo a familias humildes que viven atrapadas en una vorágine y una especie de limbo.

Sin contenidos que reivindiquen a los pobres en la tierra que ocupan, el discurso oficialista ya no conmueve ni cautiva a los electores panameños agotados y defraudados por los sucesivos “shows” mediáticos que apelan a la confianza en la apuesta por un “mejor mañana”, mientras el país sigue la vía de la dependencia e incrementa los niveles de gasto y endeudamiento externo.

Las políticas públicas son insuficientes para persuadir a todos los avergonzados por actos que malogran el prestigio soberano de la nación, al haber sido privilegiado desde el poder un modelo de explotación de los bienes patrimoniales del Estado y de exclusión de sectores mayoritarios. La desconfianza ha pulverizado la inicial popularidad del gobierno, con un discurso pobre y vacío.

Una actitud de indiferencia seduce a los jóvenes ante la falta de instituciones democráticas que traduzcan las demandas sociales en conquistas efectivas. Por ello, se requiere un proyecto liberador consensuado por organizaciones sociales para la definición de un rumbo claro del país, frente al vacío de poder, y una estrategia de mayor uso colectivo posible de las áreas del Canal de Panamá.

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