El diminuto diario secreto que narra la atroz persecución de una familia durante la Inquisición española en México

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Luis de Carvajal usó pan de oro de Biblias para decorar su diario.

Redacción
BBC Mundo

“Salvado, por el Señor, de terribles peligros, yo, Yosef Lumbroso”…

Con estas 10 palabras empezó una historia que sigue cautivando a casi 500 años de que ocurriera.

La dramática vida y la muerte de la adinerada familia Carvajal en el siglo XVI volvieron a emocionar a México gracias a que una búsqueda de décadas de un tesoro nacional llegó a un final feliz inesperado.

La pieza más llamativa de este tesoro es un ajado manuscrito cuyas 46 páginas miden apenas 9 x 10,5 centímetros y están escritas con letra casi microscópica.

Su autor fue Luis de Carvajal, conocido como “El mozo”, un español quien, junto con su madre y hermanas, fueron encontrados culpables de ser falsos cristianos, «relapsos, impenitentes pertinaces» por la Inquisición de la colonia española de México en el siglo XVI.

Fue condenado “a ser quemado[s] vivo[s] en vivas llamas de fuego hasta que se convierta[n] en cenizas”.

Poderoso tío

En el cuadernillo, Luis de Carvajal narra su historia desde que zarpó de Europa con destino al Nuevo Mundo y, más específicamente, a Veracruz.

Llegó a México -entonces conocido como Nueva España- con su próspera familia al principio de la colonización de las Américas.

Su tío, Luis de Carvajal “El viejo”, gobernaba parte del norte de México y pronto hizo enemigos, incluyendo un virrey ávido de poder dispuesto a eliminarlo.

El ambicioso virrey descubrió que El mozo practicaba la religión judía en secreto, un crimen castigado con la muerte en los tiempos de la Inquisición española.

“Nos don Fernando e Isabel por la gracia de Dios, Reyes de Castilla, León, Aragón [y otros dominios de la corona] (…) mandamos echar y echamos de todos nuestro reinos y señoríos occiduos y orientales a todos los judíos y judías grandes y pequeños que en los dichos reinos y señoríos nuestros están y se hallan (…) al fin de Julio de este año y que no se atrevan a regresar a nuestras tierras (…) si algún judío (…) es encontrado en estos dominios o regresa será culpado a muerte y confiscación de sus bienes.

Dado en esta ciudad de Granada el Treinta y uno día de marzo del año de Nuestro Señor Jesucristo de 1492. Firmado Yo, el Rey, Yo la Reina, y Juan de la Colonia secretario del Rey y la Reina quien lo ha escrito por orden de sus Majestades”-

Cuando fue detenido por primera vez, las autoridades lo dejaron ir con una advertencia. Varios expertos coinciden en que probablemente fue para poder rastrearlo.

Delator arrepentido

Lejos de renunciar a su religión, Luis de Carvajal se convirtió en un líder en la comunidad judía clandestina de México.

Cuando los inquisidores lo apresaron de nuevo unos años más tarde, fue condenado a muerte.

Antes de ser ejecutado, fue torturado tan brutalmente que reveló los nombres de 120 de sus correligionarios secretos, según le contó a Natasha Pizzey de la BBC la historiadora Alicia Gojman.

Sus captores lo obligaron a escuchar cómo los “herejes”, que incluían a su propia madre, eran torturados en la celda junto a él.

“Trató de suicidarse porque no podía con la carga de haber delatado a su familia y amigos, pero no logró”, dice Gojman.

La Inquisición española contaba con tres tribunales en los territorios españoles en América, ubicados en México, Lima y Cartagena de Indias.

Bajo el sombrero

Conocemos los atroces detalles de la persecución de Luis de Carvajal ya que logró mantener diarios secretos.

Fueron cuidadosamente elaborados, escritos en letras diminutas en latín y español.

Decoró algunas páginas profusamente con pan de oro que raspó de las hojas de una Biblia.

Además de su “Memorias”, sobrevivieron otros dos manuscritos: “Los artículos de nuestra sagrada fe o Lex Adonaí” y “El modo de adorar a Dios y ejercicio devotísimo de oración”.

Cada cuadernillo no era más grande que un iPhone, de manera que es probable que pudiera mantenerlos escondidos debajo de su sombrero.

Luis de Carvajal escribió sobre cómo era ser un joven judío en el Nuevo Mundo, sobre la exploración de su herencia religiosa y la práctica de sus creencias a pesar de los peligros.

Pero gran parte de las memorias se centran en esos trágicos días antes de ser quemado en la hoguera, con descripciones vívidas de él cayendo de rodillas al escuchar los gritos de su madre siendo torturada, cuando tiraban sin piedad de sus piernas y brazos en el potro.

Encontró consuelo en la poesía, escribiendo versos y oraciones para reafirmar su fe ante tanta crueldad.

Luis de Carvajal documentó su experiencia con la Santa Inquisición en sus «Memorias», que firmó con el nombre Yosef Lumbroso. (Foto: Reuters).

La desaparición del tesoro

Finalmente, en un acto público de fe el 8 de diciembre de 1596, a los 29 años de edad, el cuerpo de Luis de Carvajal o Yosef Lumbroso ardió después de haber sido sometido al garrote vil, junto con el cuerpo de su madre y sus hermanas Isabel, Catalina y Leonor, y otros cuatro «herejes».

Que sea llevada por las calles publicas desta ciudad caballera en una bestia de albazda y una voz de pregonero que manifieste su delito sea llevada ante un juez…[y sea traído al] lugar que esta seria lado se leda garrote hasta que muera nutra muerte y luego sea quemada en vivas llamas de fuego hasta que se convierte en çenica y a ella no haia ni quede memoria y por esta mi sentencia definitiva juzgando.

Juicio de Isabel, hermana de Luis de Carvajal “el mozo”.

Cinco años más tarde, Mariana, otra hermana, fue quemada públicamente en la estaca.

Milagrosamente, el libro secreto de Luis sobrevivió.

Durante siglos, los delicados manuscritos estuvieron en el Archivo Nacional de México.

Atesorados como uno de los primeros artefactos que documentan la llegada de judíos a América, fueron estudiados por investigadores de todo el mundo.

Pero en 1932 se desvanecieron, dando lugar a sospechas entre el pequeño grupo de académicos que tenían acceso a ellos de que uno de ellos se había robado los preciosos diarios.

Después de todo, eran lo suficientemente pequeños como para esconderlos debajo de un sombrero.

Sin rastro de los documentos, la búsqueda eventualmente se suspendió y la pista se perdió.

Y de repente…

Hace 18 meses esto apareció en el sitio web de la casa de subastas Bloomsbury de Londres.

Sitio web de Bloomsbury ofreciendo manuscritos.

Más de 80 años después de su desaparición, la casa de subastas ofrecía lo que describía como “Tres pequeños manuscritos devocionales (uno finamente iluminado), en español y latín en papel (México, probablemente siglo XVII o XVIII)”.

No mencionaban a Luis de Carvajal y el valor estimado había sido fijado entre 1.000 y 1.500 libras esterlinas.

Un comerciante de libros raros los compró y se los vendió a la casa de subastas Swann Galleries de Nueva York y fue cuando ésta los puso a la venta que llamaron la atención de Leonard Milberg, un coleccionista estadounidense de arte y objetos judíos.

Los expertos de Swann habían reconocido el manuscrito como el de Carvajal, y por ello habían aumentado el precio, pero pensaron que se trataba de una transcripción.

Sin embargo, Milberg se preguntó por qué alguien se habría puesto a recrear la letra minúscula del original de Luis de Carvajal para crear una réplica.

Intrigado, se puso en contacto con el consulado mexicano, que confirmó que los originales seguían desaparecidos y envió expertos para revisar las “réplicas”.

Uno de ellos era Baltazar Brito, director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia de México, quien le dijo a la BBC que cuando llegó, “algo me dijo que eran los originales, lo sabía en mi corazón”.

Baltazar Brito dijo que tenía una “corazonada” los documentos eran originales.

Para Brito, los documentos siguen siendo relevantes.

“Cuentan la historia de intolerancia religiosa que no hay que dejar que vuelva a ocurrir en el mundo”, dice. “A pesar de eso, todavía sucede”.

Leonard Milberg sintió que los manuscritos le pertenecían en México, por lo que se ocupó de lidiar con todos los organismos internacionales involucrados en la repatriación y cubrió los gastos de envío de vuelta.

Después de ser expuestos en la Ciudad de México, fueron almacenados en una segura bóveda especial con temperatura controlada en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia de México.

Nadie quiere correr el riesgo de que las antiguas miniaturas vuelvan a desaparecer por otras ocho décadas.

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