EDITORIAL: Panamá y la política exterior vulnerada

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Panamá y la política exterior vulnerada

El gobierno panameño intentó recomponer la política exterior que perdió fuerza y vigor durante la pasada administración, pero ha encontrado diversos desafíos y obstáculos en el empeño, que impiden consolidar ese objetivo para trazar un camino despejado.

En primer lugar, no es fácil cambiar un estilo predominante de llevar al servicio exterior y consular a los verdaderos talentos que requiere el país, en vez de acomodar en altos cargos al primo, a la tía y hasta el abuelo de familias cercanas del poder. Es casi una tradición, impuesta en los albores de la república, a comienzos del siglo XX, que evoca los acuerdos palaciegos en tiempos pretéritos.

Los cargos diplomáticos están, más que todo, vinculados a agendas presidenciales y a la figuras de su entorno, pero difieren de las agendas de Estado, especialmente en períodos que envuelven gran complejidad y demandan soluciones ingeniosas y de impacto. El escándalo de los “Panama Papers” reveló lo débil que estaba el país para activar una agresiva respuesta diplomática. De hecho, de nada sirvió aislarse de Latinoamérica para integrar una alianza bélica orquestada por las grandes potencias contra el Estado Islámico.

A partir de ese momento, se hizo notoria la pérdida de aliados, la lejanía respecto a los proyectos de integración y la disminución de su capacidad negociadora para generar consensos regionales. Es un tipo de soledad indeseable e incómoda, que recuerda los días del embargo económico, político y diplomático aplicado por Estados Unidos en 1989, en una acción intervencionista y temeraria.

Hay que tener en cuenta, que las políticas de usurpación, los actos arbitrarios y de subordinación al capital foráneo, restaron credibilidad internacional. Los momentos de dignidad del país, en la esfera global, fueron escritos durante la lucha de recuperación del Canal de Panamá, que encabezó el general Omar Torrijos con un vasto apoyo de los panameños, pero no han vuelto a reeditarse.

Con el paso de los años, ese proyecto internacionalista y soberano fue desdeñado para dar paso a los arreglos económicos de recámara, al desembarco de consorcios poco respetuosos de las leyes de los países y de los Estados nacionales. De esa forma, la república se hizo más vulnerable, aunque su dolarizada economía creció, sin generar muestras de una estabilidad política firme y duradera.

La primera lección, es que en situaciones de crisis, la nación debe recurrir a sus propias fortalezas, sin distingos de banderas políticas. Un segundo aspecto, es demostrar internacionalmente que el país está listo para defender la neutralidad del Canal de Panamá, y quiere ayudar a construir una paz sin intervenciones en el continente americano. Tal vez, pueda demostrar que tiene una política exterior definida y un verdadero plan, en procura de mejores escenarios.

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