EDITORIAL: Memoria colectiva vs el manto del olvido

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Memoria colectiva vs el manto del olvido

La afirmación de que la historia la escriben los vencedores, ha sido asumida desde hace años como un axioma. No ha habido objeciones a ese argumento, en especial porque quienes controlan las riendas del poder, suelen imponer su doctrina, símbolos y valores, aunque ello no corresponda necesariamente con una lectura imparcial de la realidad económica, política y social del país.

Si las vanguardias populares hubiesen accedido al poder, al menos por un instante, o mantuviesen una cuota de cogobierno, habría frecuentes alusiones al extenso legado de gestas encabezadas por antiguos caudillos o mártires de luchas emancipadoras. Sin embargo, en la celebración del Mes de la Patria hay claras evidencias de la orfandad que suprime el vínculo material con la historia y figuras egregias, y desdibuja las tradiciones democráticas.

La pérdida de la memoria colectiva tiene asidero en el pensamiento rector de las clases gobernantes excluyentes y en sus corporaciones políticas que ensalzan a mentores del modelo hegemónico, mientras desprecian, disminuyen o borran ejemplos de resistencia y auténtica cultura popular. A ello se debe que no haya sido erigido en la capital panameña ningún monumento de homenaje póstumo al general indígena Victoriano Lorenzo, injustamente fusilado en la víspera de la separación de Panamá de Colombia, en 1903.

Sospechosamente, tampoco hay estatuas, bustos o murales dedicados al general Omar Torrijos en el Canal de Panamá y en las tierras adyacentes. Torrijos fue el líder del proceso de descolonización cimentado con largas reclamaciones soberanas del pueblo panameño, pero su imagen desapareció en forma deliberada, incluso de Internet, en una escandalosa acción de corte ideológico, que revela mezquindad. Ahora, las distinciones están reservadas para los magnates y promotores de la venta del patrimonio nacional en las áreas revertidas, conquistadas con gran sacrificio.

Los intelectuales, docentes e historiadores debieron reaccionar con valentía y firmeza ante semejante afrenta, para recuperar de manos ajenas el legado de los verdaderos próceres. Sin una tarea de esa magnitud, habría pocos motivos para celebrar en fiestas patrias. La recuperación de la memoria colectiva tiene que ser un imperativo, un objetivo irrenunciable en el camino de reivindicaciones que pasan por la defensa de la identidad y dignidad nacional, y el diseño de un proyecto democrático y liberador inaplazable.

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