Dueto peligroso: Comercio y vertidos biológicos

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El negocio naviero es vital para el modelo de globalización.

Dueto peligroso: Comercio y vertidos biológicos

Por María Julia Mayoral

La Habana (PL) – El transporte marítimo sostiene alrededor del 90 por ciento del comercio mundial de mercancías, pero sin eficaces salvaguardas fitosanitarias, los daños medioambientales podrían socavar la rentabilidad económica y aumentar los riesgos globales, juzgan entidades de Naciones Unidas.

Datos de la Organización Marítima Internacional (OMI) indican que actualmente hay más de 50 mil buques mercantes en operaciones; una flota registrada en más de 150 países con más de un millón de tripulantes, profesionales de casi todas las nacionalidades.

Al decir de Kitack Lim, secretario general de la OMI, perteneciente al sistema de Naciones Unidas, ‘el transporte marítimo es la única vía posible para sostener el comercio y la economía mundiales’.

La seguridad, las normativas medioambientales y toda el sustento futuro de la industria del transporte marítimo depende, en gran medida, de la disponibilidad de un número adecuado de personal competente y eficaz, apreció el funcionario.

Sin embargo, a bordo de grandes buques viajan a diario ‘bombas silenciosas’; es decir, numerosos agentes biológicos contaminantes, sin que exista en muchos casos la debida percepción de riesgo.

En opinión de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “los vertidos de petróleo atraen la atención de la opinión pública y generan preocupación, pero los vertidos biológicos suponen una amenaza mayor a largo plazo y no tienen tanta repercusión’.

Un reciente reporte de la FAO recordó que a comienzos del siglo XX un hongo exótico acabó con miles de millones de castaños americanos, alterando drásticamente el paisaje y el ecosistema, por la propagación de la plaga mediante las rutas del comercio global.

Estragos similares ocurren hoy con el barrenador esmeralda del fresno, cuya expansión hacia nuevos hábitats amenaza la existencia de ese valioso árbol, utilizado durante siglos para fabricar mangos de herramientas, guitarras y mobiliario de oficina, alertó el organismo.

Pero quizás el mayor “vertido biológico” de todos los tiempos se produjo cuando un microorganismo eucariota, similar a un hongo y llamado Phytophthora infestans, zarpó desde América rumbo a Bélgica.

“A los pocos meses llegó a Irlanda, desencadenando una plaga de la papa que provocó una mortífera hambruna y una migración masiva de la población”, expuso la FAO.

Según la institución, un pariente del sapo gigante –especie tóxica que prolifera en Australia–,“desembarcó recientemente de un contenedor que transportaba mercancías a Madagascar, un paraíso de la biodiversidad”. Ello supone una “amenaza catastrófica para las aves y lémures locales, al tiempo que pone en peligro el hábitat de una gran cantidad de animales y plantas”.

Mientras las autoridades municipales en Roma intensifican la campaña anual contra el mosquito tigre, una especie invasora que llegó por barco a Albania en los años 70 del siglo XX, corroboró la FAO.

El Aedes albopictus, conocido por sus agresivas picaduras, prolifera actualmente en Italia y el calentamiento global facilitará que colonice zonas de Europa septentrional, agregó el ejemplo.

Hace más de seis decenios múltiples países aprobaron la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF) a fin de ayudar a contener la propagación de plagas y enfermedades de las plantas a través del comercio internacional trasfronterizo.

El pacto también señaló la voluntad de proteger a agricultores, silvicultores, la biodiversidad, el medio ambiente y a los consumidores.

Pese a las regulaciones en vigor, las plagas exóticas continúan generando importantes pérdidas de cosechas y gastos adicionales que afectan de manera sensible la producción de alimentos, fibras y forraje, manifestó Craig Fedchock, coordinador de la Secretaría de la CIPF en la FAO.

En conjunto, las moscas de la fruta, los escarabajos, los hongos y sus parientes reducen los rendimientos de los cultivos mundiales entre un 20 y un 40 por ciento, puntualizó el especialista.

Aunque las especies invasoras llegan a nuevos hábitats por diversas vías, el transporte marítimo representa el canal fundamental, ello incluye la contaminación asociada a los contenedores que se emplean en el movimiento de mercancías.

De acuerdo con la FAO, unos 527 millones de desplazamientos de contenedores marítimos ocurren cada año, y no solo los productos pueden actuar como vectores sino también los propios componentes de acero de esos medios de carga.

La Comisión de Medidas Fitosanitarias, el órgano rector de la CIPF, evaluó recientemente una investigación sobre el tema, que contempló el análisis de 116.701 contenedores vacíos para el transporte marítimo que llegaron a Nueva Zelanda en los últimos cinco años.

Uno de cada 10 estaba contaminado exteriormente, el doble de la tasa de contaminación interior, y entre las plagas halladas estaban la oruga lagarta, el caracol gigante africano, las hormigas argentinas y el chinche apestoso marrón marmolazo, confirmó la fuente.

Los registros de inspección en Estados Unidos, Australia, China y Nueva Zelanda indicaron que “miles de organismos de una amplia variedad de taxones están siendo transportados involuntariamente en los contenedores marítimos”, corroboró el principal responsable del estudio, el científico Eckehard Brockerhoff, del Instituto de Investigación Forestal de Nueva Zelanda.

Para los expertos de la FAO, los perjuicios van más allá de los problemas relacionados con la agricultura y la salud humana: las especies invasoras pueden obstruir los cauces fluviales y detener las centrales eléctricas.

Las invasiones biológicas causan daños por valor de un cinco por ciento de la actividad económica mundial anual, equivalente a un decenio de desastres naturales, alertó el organismo.

Aunque los riesgos resultan conocidos, la existencia de una amplia variedad de alternativas logísticas dificulta el establecimiento de acuerdos sobre un método común de inspección. El año pasado, ejemplificó la FAO, unos 12 millones de contenedores arribaron a Estados Unidos, utilizando al menos 77 puertos de entrada.

Además, “muchos cargamentos se transportan rápidamente hacia y desde los puertos para entrar a tiempo en las cadenas de suministro”, lo que obstaculiza aún más los controles indispensables, sopesó el análisis.

En 2015, la Comisión de Medidas Fitosanitarias exhortó a las organizaciones nacionales homólogas a reconocer y comunicar los riesgos asociados a los contenedores marítimos.

También solicitó contribuir a la aplicación de las secciones relacionadas del Código de prácticas para la arrumazón de las unidades de transporte de las Naciones Unidas (Código CTU, por sus siglas en inglés), una guía no reglamentaria para la industria.

Al decir de la FAO, ello permitiría a las partes interesadas “implementar un sistema para hacer frente a estas amenazas sin perjudicar a los engranajes del comercio, con grúas automatizadas capaces de cargar y descargar hoy en día contenedores en 20 segundos”.

Por su parte, la OMI subraya también la importancia de aplicar las directrices internacionales para el control y la gestión de la contaminación biológica proveniente del agua de lastre y la acumulación de microorganismos en los casos de las embarcaciones.

Durante las últimas décadas, el problema se ha intensificado debido al incremento del tráfico marítimo y sus efectos en muchas áreas del mundo resultan devastadores, admitió la OMI.

La propagación de especies invasoras es ahora reconocida como “una de las mayores amenazas para el bienestar ecológico y económico del planeta”, coincidió la organización.

Tampoco puede desconocerse el creciente impacto económico sobre las industrias que dependen del medio ambiente marino y costero, tales como turismo, acuicultura y pesca, así como los costosos daños a la infraestructura.

En términos medioambientales, el transporte marítimo necesita ganar en eficacia, como una indispensable contribución al desarrollo sostenible, coinciden las apreciaciones de las entidades de Naciones Unidas.

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