DIVISA

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DIVISA

Por Julio Bermúdez Valdés
Redacción de Bayano digital

Sino fuera porque la batalla del agro contra la incapacidad y la indiferencia oficial tiene más de año y medio, se podría caer en la tentación de dar como válidas las declaraciones que tres ministros de la administración Varela dieron este martes después de los disturbios ocurridos en Divisa entre productores y agentes del orden público.

Dijeron los ministros que fueron “actos de violencia fraguados por infiltrados de partidos políticos”. Que sepa la opinión pública, la batalla del sector agropecuario en contra del abandono oficial, las importaciones que sabotean las cosechas locales y la postergación de las conversaciones que debían resolver las quejas de los productores, datan ya de cierto tiempo.

En ese periodo el gobierno ni detuvo las importaciones, ni incrementó su atención al sector ni dio respuestas a las preocupaciones presentadas hace unos meses, después de que, para ser atendidos por el presidente de la República, los productores se vieron obligados a cerrar tres puntos estratégicos del país.

¿De dónde viene la violencia? ¿No es violencia oficial traer miles de quintales de arroz desde el extranjero en el preciso momento en que está en su punto la cosecha nacional? ¿Quién le repone al productor la inversión en dinero y recurso humano? ¿No es violencia oficial torpedear el ingreso del producto nacional al mercado e imponer precios que producen pérdida al productor? ¿Quién ha impuesto la violencia, y quien ha ido postergando hasta la burla las demandas del sector? ¿Quién ha obligado a nuestros productores a transitar de la paciencia y el diálogo, hasta el irritable instante en que la gota colma el vaso?

Pero en una reacción que a todas luces ensaya un acto de intimidación, los tres voceros oficiales dicen que tienen fotos de la infiltración de políticos que supuestamente produjeron los actos. Vacuos argumentos de quienes no entienden, o mejor, tratan de no entender, que han superado con creces la paciencia de un sector que por cuatro años se limitó a las quejas formales y a las advertencias, creyendo que contaban con un interlocutor receptivo.

Los actos de este martes en Divisa pueden interpretarse como expresión de quienes llegaron a la conclusión de que la “mesa de diálogo” no era más que un ardid para el entretenimiento y la burla; un endoso a la indiferencia y a la irresponsabilidad de un gobierno que ha apostado a la ganancia de sus adláteres por encima de los intereses del país y de la sociedad.

En lugar de admitir sus errores, la administración Varela en evidente felonía para con quienes se sentaron a la mesa confiando en su integridad, hablan de “infiltrados”, como si los productores fueran incapaces del coraje justo; como si no hubiera motivos para la irritación y el disgusto, y peor aún, como si los ganaderos carecieran de la posibilidad cívica de adoptar igualmente posiciones políticas.

¿De qué país hablan los ministros? ¿Hacia quién van dirigidos tan pueriles argumentos? Tal pareciera que, cuestionado como está por la opinión pública, el gobierno buscara en otros las culpas que ha generado. “Hay que culpar a los políticos” diría el bufón en el desesperado cierre del acto teatral para desacreditar la manifestación de Divisa, neutralizar a los opositores que con seguridad sacaran partida de la escena y buscar una justificación en las leyes para reprimir a los supuestos “violentos” …”, tenemos las fotos…” dijo uno de los ministros.

Hasta estos días la comunidad nacional ha dado muestras de una extensa y profunda paciencia, de una gran capacidad para la espera… ¿no sería bueno acaso que en una infinita acción de reflexión urgente, la administración del presidente Juan Carlos Varela se percatara del errático y desaforado rumbo de sus acciones?

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