Clientelismo y populismo denigran a los panameños

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Clientelismo y populismo denigran a los panameños

La población panameña ha sido sacudida por imágenes denigrantes transmitidas a través de la televisión local y las redes sociales, en las que miles de personas desesperadas disputaban jamones subsidiados por el gobierno en eventos denominados “Ferias Libres”. Gente pisoteada en la calle, gritos y llanto complementaban esas caóticas e injustificables escenas de miseria humana que incitan a la reflexión.

Ese hecho vergonzoso, cuyos antecedentes se remontan al imperio romano y sus excesos, revela el peor rostro del clientelismo político y de acciones populistas que atrapan a los electores desorganizados, seducidos y despojados de dignidad. Las personas con necesidades cotidianas y sin formación son más fáciles de distraer, entretener y manipular con dádivas, circo y migajas. Muchas de ellas arriesgaron en forma innecesaria sus vidas y las de sus hijos, en esas entregas ineficientes de jamones, que tuvieron un desenlace tumultuario.

Un comportamiento colectivo irracional, desenfrenado y violento, estimulado desde las esferas de poder, merece un contundente repudio. Es imposible guardar silencio frente ese tipo de ultrajes. Hay en todo ello una evidente muestra de clientelismo político, que equivale al intercambio extraoficial de favores y hasta bolsas de comida, a cambio de apoyo electoral o de adhesión a programas que se alejan del sentido de organización comunitaria y de pertenencia.

El perverso modelo clientelista, vinculado a la corrupción por su naturaleza deleznable, no garantiza bienestar alguno. En cambio, humilla a los pobres que se convierten en blanco de políticos tradicionales y elementos sin escrúpulos que asumen el papel de mayorales en comunidades resignadas que perdieron la autoestima y la capacidad de lucha, y esperan milagros para salir de la miseria o la ruina creada por una clase explotadora inútil e insaciable.

De hecho, el clientelismo mostrado en todo su rigor en las escenas protagonizadas por personas humildes en la “Ferias Libres”, son expresiones de una crisis de valores y de un deterioro que demanda un estudio sociológico más profundo sobre los retos de la identidad y la articulación del pensamiento colectivo patriótico, menoscabado por el individualismo y la distorsión del proyecto nacional.

Al descubierto han quedado las corrientes políticas populistas que buscan el apoyo de las clases populares con falsas promesas de progreso y seguridad, y un discurso demagógico para cooptar los liderazgos naturales y movimientos contestatarios involucrados en la construcción de caminos democráticos auténticos. Sin embargo, de nada valen el bochorno y la crítica pública momentánea, ante esos mecanismos, si los sectores progresistas son incapaces de frenar los abusos, como tolerar que la voluntad de la población sea sometida con la distribución de jamones baratos, roscas de pan y dádivas.

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