Cambios anunciados en la Fuerza Pública

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Presidente Juan Carlos Varela en una ceremonia de ascensos de la Fuerza Pública de Panamá.

Por Rigoberto A. Thomas

En medio de dianas, el presidente Juan Carlos Varela anunció el 3 de Noviembre cambios en la jefatura de tres estamentos de la Fuerza Pública. La decisión oficial es un tanto típica para la gestión gubernamental. Si bien revela quienes se jubilarán, también afirma que se ha iniciado un proceso para escoger a los nuevos jefes del Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT), Policía Nacional (PN) y Servicio Nacional Aeronaval (SENAN), dando a entender que el escalafón policial puede ser alterado.

Hay muchas deficiencias en el funcionamiento de los estamentos de seguridad en este país. A ello contribuye la falta de un concepto de seguridad y defensa nacional y la forma diletante con que los mismos fueron coordinados tras la invasión de Estados Unidos a Panamá, en 1989, que provocó el desmantelamiento de las Fuerzas de Defensa de Panamá (FDP).

En tiempos pasados, los organismos de seguridad no necesariamente estaban dirigidos por oficiales idóneos para ejercer el mando de los cuerpos uniformados subordinados a los gobiernos de turno.

La fuerza policial no es distinta a las otras profesiones. Por ende, cualquier intento de irrespetar las estructuras internas de los estamentos armados provocaría caos y poca efectividad de las unidades asignadas a la Seguridad Pública, llevándonos a un mayor desorden y riesgos de la población en áreas urbanas y rurales.

La oligarquía jamás ha respetado los estamentos de seguridad del país. El actual inquilino del Palacio de las Garzas no debería sucumbir a perversas tentaciones de quererle imprimir a la Fuerza Pública su sello panameñista o Varelista, ya que ello no sería necesariamente aceptable para la oficialidad y la tropa. Es aconsejable respetar el escalafón, los derechos y no incurrir en “ñamerías” (locuras) que sólo promoverán el caos.

Es tiempo de que Panamá diseñe su propia política de seguridad y defensa nacional, de acuerdo a las características y necesidades nacionales, y no subordinadas a potencias extranjeras.

Para toda persona idónea en la materia, está claro que la República de Panamá necesita una Policía Nacional preparada para perseguir el crimen organizado, ya sea en sus expresiones de pandillas callejeras o sindicatos internacionales bien equipados y dedicados al tráfico de armas, drogas, lavado del dinero y corrupción política.

Urge integrar una fuerza policial bien entrenada para encarar esos desafíos. Pero, el presidente Varela y sus consejeros parecen no entender la magnitud del concepto seguridad y defensa nacional, ya que de hacerlo no anunciarían sustituciones frente a organismos de seguridad, sin nombrar a los sucesores respectivos y la fecha exacta del cambio de mando, para confirmar a la opinión pública que los escalafones respectivos serán respetados. Eso sería el procedimiento correcto, en vez de patrocinar el caos y la inseguridad en este país.

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