Apariencia funesta

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El clientelismo político juega con las necesidades de la gente pobre para corromper a la población.

Por José Dídimo Escobar Samaniego
Cédula: 7-84-41

Las fuerzas políticas tradicionales han experimentado una notable merma en su credibilidad, que denota y evidencia la grave situación de liderazgo político en Panamá.

En su mayoría, la gente espera una salida honrosa por la vía independiente. No obstante, es sabido que esas mismas fuerzas políticas tradicionales y los poderes fácticos, al saberse íngrimos de apoyo a través de los partidos políticos tradicionales que han sido autores de la rampante corrupción en los últimos 28 años, y puesto en jaque a la república, no han ahorrado esfuerzos para ensuciar la vía independiente. Sabido es que respaldan a quienes, vistiéndose de independientes, sin serlo, hacen el flaco favor a los politiqueros carcamales.

No en vano, hay candidatos independientes que pagan por las firmas de adherentes y usan dinero del Estado para sostener, desde partidas presupuestarias cuestionadas, a activistas con dinero público. Aparecen en la televisión tan frecuentes como un producto que se publicita para entrar al mercado con insistencia, aunque el vacío de contenido de sus argumentos y propuestas sea notorio, ostensible y proverbial.

Se han propuesto, los perversos, manchar también la propuesta independiente, para confundir. Enlodados y vilipendiados todos, el pueblo no tendría qué escoger al decantarse por el “mal conocido”, antes que por el camino digno que anhela la población en su profunda e íntima convicción.

Por ejemplo, ¿cómo se los reconoce a los que dicen ser y no son independientes?: Porque no sólo, no están de acuerdo con una reforma profunda del Estado a través de una constituyente originaria, sino que abjuran a la misma y la denostan.

Afortunadamente, nada hay oculto que no haya de salir a la luz. Quienes se han prestado para amparar los intereses de grupos económicos o del poder político tradicional, quedarán expuestos públicamente y el pueblo sabrá distinguir entre quienes los mueven intereses ocultos y los que pueden dar la cara a la sociedad para restablecer el decoro, la dignidad y la decencia, y legar a nuestros hijos y nietos, por la gracia de Dios, una sociedad mejor.

Por un país decente y una patria para todos,

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