American curios / Otros ritmos

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Movilizaciones masivas repletas de furia y ritmo.(Foto: Ap).

David Brooks
La Jornada

La danza macabra del régimen estadunidense mantiene su ritmo. Sólo en estos últimos días Trump afirmó que el artículo segundo de la Constitución le otorga el derecho de hacer lo que yo quiera como presidente (falso, obviamente); declaró que entre sus opciones para ganar la guerra en Afganistán está una en la que ese país sería eliminado de la faz de la tierra, y se acabaría, literalmente, en 10 días. Pero no quiero proceder por esa ruta, porque no quiero matar a 10 millones de personas. El Departamento de Justicia reactivó la pena de muerte federal por primera vez en 16 años; su régimen propone anular la asistencia federal para los que sufren hambre en este país, y anunció aún más medidas para perseguir y detener a inmigrantes, al tiempo que la Asociación Estadunidense de Pediatría difunde dibujos hechos por niños inmigrantes en centros de detención en Estados Unidos donde se autorretratan como figuritas de palo en jaulas.

Y después de días de su ataque racista contra cuatro diputadas federales progresistas (ninguna de ellas blanca) en respuesta a sus críticas contra su régimen, ahora incluyó en esa ofensiva a otro crítico: Elijah Cummings, diputado federal afroestadunidense por Baltimore, al acusar a su distrito de ser un desastre repugnante infestado de ratas y roedores, donde ningún ser humano desearía vivir, todo porque el legislador se atrevió a denunciar las condiciones de los niños inmigrantes en los centros de detención.

Pero algunos ritmos de resistencia también están cambiando de tono en la gran disputa por el futuro de esta nación. Además de constantes protestas, fragmentadas pero incesantes, contra las políticas del régimen a lo largo y ancho del país, ahora hay respuestas que hace poco serían impensables contra un presidente.

Este fin de semana, el Baltimore Sun, uno de los rotativos más antiguos del país, respondió al ataque del presidente contra esa entidad con un editorial titulado: Mejor tener unas cuantas ratas que ser una, el cual concluyó: “le diríamos al hombre más deshonesto que jamás ocupó la oficina oval, el burlón de héroes de guerra, el feliz agarrador de las partes privadas de mujeres, el que perpetra seriales bancarrotas de negocios, el idiota útil de Vladimir Putin y el tipo que insistió en que había ‘gente buena’ entre asesinos neo-nazis, que aún no logra engañar a la mayoría de estadunidenses ni los ha hecho creer que es al menos un poco competente para su puesto actual. O de que posee un granito de integridad. Mejor tener unas alimañas que ser una”.

También han sucedido respuestas impulsadas por fuerzas divinas juguetonas.

Mientras ofrecía un discurso a jóvenes republicanos hace unos días, Trump no se dio cuenta de que en una pantalla detrás de él, se proyectó una imagen del emblema presidencial, pero tantito modificada: en lugar del águila imperial gringa, estaba un águila con dos cabezas parecida al emblema oficial ruso, y en una de sus garras empuñaba unos palos de golf y en el otro un fajo de billetes; en lugar del lema oficial en latín: E pluribus unum decía, en español: 45 es un títere (Trump es el presidente 45 de este país).

Y de repente se escuchan nuevos ritmos que podrían buscar eco aquí. Poco después de que Trump repitió: soy lo mejor que jamás le ha ocurrido a Puerto Rico, y que posee un entendimiento real de la isla como resultado de que él llevó un concurso de Miss Universo ahí, los boricuas dieron el ejemplo a todos los estadunidenses de cómo podrían responder ante un líder corrupto, cínico, mentiroso, homofóbico y racista. Con sus movilizaciones masivas incesantes (en parte nutridas por el trabajo de algunos periodistas de investigación) repletas de furia y ritmo –Nueva York y Washington incluidos (https://twitter.com/DavidBegnaud/ status/1153472864395452416)– triunfaron en obligar la renuncia de su gobernador el pasado miércoles. Esperan que éste sea sólo el inicio de un proceso democratizador.

La hora de hacer ruido aquí en Estados Unidos llegó, recomendó la escritora puertorriqueña Lilliam Rivera en un artículo en el Washington Post, al señalar esta presidencia inaceptable. Abran las ventanas, saquen las ollas y sartenes y empiecen a hacerlas sonar.

Urgen nuevos ritmos para cambiar la coreografía entre los estadunidenses, y los caribeños les acaban de regalar una buena tonada.

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