Al oído de Omar Torrijos

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General Omar Torrijos y el Dr. Rómulo Escobar Bethancourt, en la etapa de la lucha por la soberanía.

Al oído de Omar Torrijos

Por Antonio Graell Flores
agraell@hotmail.com

¡Ay, Omar, cuánta falta le haces a tu pueblo! Te cuento que de la antigua Yunta Pueblo-Gobierno, no quedó nada.

Tu anhelado sueño de construir un mega hospital pediátrico en Loma de la Pava, luego de tu asesinato, cual águilas con las uñas gastadas por la rapiña, propios y extraños hicieron cuentas y un gran negociado con esos terrenos.

Recuerdo bien, que tú pretendías abrir una nueva trocha para brindarle paso expedido a los niños que requerirían de la atención médica en ese gran hospital pediátrico, provenientes de Chepo, Pacora y San Miguelito, y diste la orden de proceder para la construcción de la Avenida Eloy Alfaro (Tumba Muerto), obra ésta que muchos te criticaban y hasta te tildaron de loco, porque en ese trayecto lo único que había era monte. Hoy día no cabe ni el clásico alfiler entre complejos habitacionales, el comercio y el flujo de tránsito vehicular, la Tumba Muerto quedó chica. Recuerdo también que esta nueva red vial dio paso al primer “Mall” en Panamá, conocido como El Dorado.

Durante tu mandato, era bastante difícil meterte un “Gol”, con eso de las licitaciones, compras directas o sobre facturación, porque los botabas o metías preso por ladrones.

El pueblo se acostumbró a buscarte en los lugares donde tu ibas a inaugurar una obra, para hacerte peticiones personales que iban desde un tanque gas, hasta la solicitud de un empleo, becas o vivienda.

A mi memoria viene la vez que los estudiantes de la Escuela Náutica que quedaba en San Sebastián, corregimiento de San Francisco, se presentaron en San Miguelito donde tú estabas inaugurando unas viviendas. Los estudiantes, con su blanco uniforme de marinos, hicieron una petición sobre su colegio que tenía problemas de infraestructuras y otras cositas, y tú, sin dejar que el muchacho te leyera la cartilla, le preguntaste: “Tú sabes manejar”. A lo que el estudiante te dijo que sí y acto seguido le dijiste: “Llévame en ese carro a tu colegio”. Tu seguridad quedó toda desperdigada, mientras el joven marino arrancaba el vehículo BMW color rojo de propiedad de Rodrigo González, íntimo amigo tuyo.

Tú te sentaste adelante, González atrás, yo me colé en el medio y la colega Luz María Noli, quien entonces era reportera de Canal 2 de Televisión, al lado mío. El joven toma la ruta más corta que era por la recién ensanchada vía que conducía a la Vía Cincuentenario, bajando por la estatua Roosevelt. Para asombro de los que viajábamos en el auto, sentimos que el vehículo temblaba todo y tú le preguntaste a Rory: “¿Quién se ganó esa licitación?” y al confesarte González que fue la empresa del hermano del entonces Ministro de Obras Públicas, tú miraste hacia donde estaba la periodista de Canal 2 y le dijiste: “Luz, tienes una primicia, el Ministro del MOP está bota’o”.

Y así era todo tu actuar; por eso era difícil golearte y muchos programas pudieron desarrollarse felizmente, por ejemplo: “Salud Igual para Todos”. La nacionalización de la Fuerza y Luz, la creación del Instituto Nacionales de Telecomunicaciones (INTEL), la construcción de las grandes hidroeléctricas, la red vial, los complejos habitacionales, becas comunitarias, capacitación, son tantas las cosas que nosotros, el pueblo, tenemos que agradecerte, que hoy día con la práctica del clientelismo político y dogma del “Juega Vivo” nos tienen viviendo en un país de primer mundo con gente del tercer mundo. Y lo más triste Omar, es que tu misma gente traicionó tu ideario y se apartó de La Línea.

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