Por Ileana Corea García
Militante de las Juventudes Revolucionarias (JR-16). Economista, financista y docente universitaria
El desempleo, el subempleo y la informalidad laboral son fenómenos económicos que deben entenderse en su complejidad: Representan un problema estructural —sistémico—, es decir, es resultado de un sistema económico que mercantiliza el trabajo y legaliza la explotación del hombre-mujer, a través de los distintos mecanismos ideológicos que masifican y legitiman la desigualdad resultante de la propiedad privada sobre los medios de producción.
El fenómeno de la informalidad laboral debe ser de importante atención y denuncia desde las organizaciones de los movimientos sociales y populares, pues son productos de modelos económicos enrumbados hacia la poca o nula protección del trabajador y trabajadora, desregulando los mercados laborales, los marcos contractuales y encubriendo a empresarios que invisibilizan trabajadores de sus planillas con el fin de evadir los pagos de la cuota obrero–patronal.
Estos síntomas los hemos observados en escala en Panamá, acompañado de esa legitimidad ideológica prosistema diseñada para generar mayor enajenación en la conciencia de los trabajadores y trabajadoras, tal es el caso de la construcción narrativa e ideológica del emprendedurismo como salvataje a la crisis estructural del mercado laboral.
Luego de la caída del modelo posfordista de producción, los ideólogos del capitalismo han sido incapaces de garantizar la empleabilidad formal y segura dentro del mercado laboral, lo ha acompañado una propaganda feroz de: ¡Sea su propio jefe!, ¡Pierda el miedo y arriesgue, abra su propio negocio!, todo esto reforzado por el aparato ideológico educacional —formal—, con un ejemplo práctico en Panamá: La creación y obligatoriedad de la enseñanza de la materia de emprendimiento y educación financiera, pero en un ambiente hostil para las juventudes, siendo que son los y las que mayores complicaciones tienen para acceder a trabajos decentes.
La existencia de trabajos en los que prometen no imponer horarios estáticos, pero están avocados a precarizar aún más la situación del trabajador/trabajadora y aumentar de manera exponencial la explotación (incrementar sus ganancias) a cambio de salarios o sueldos muy bajos, como es el caso de los trabajos ligados a plataformas digitales donde ni siquiera las empresas (en el caso de este país) reconocen tener una relación laboral con los mensajeros, es el modelo de desregulación que ha llegado para quedarse y que asumirá poco a poco con las crisis económicas e incertidumbres propias de los claroscuros, la normalidad para una clase trabajadora desesperada por garantizar su base material de supervivencia. ¡Contra esto hay que luchar fervientemente!
Cuantificando la precariedad recurrimos a las estadísticas nacionales para darnos cuentas que más de medio millón, 677.875 de trabajadores y trabajadoras para ser más específica, lo hacen en la informalidad, es decir sin protección social, sin condiciones laborales óptimas, sin formación ni capacitación, muchos de ellos y ellas son a quiénes vemos en los semáforos o esquinas de la avenida trabajar bajo la inclemencia del sol.
Pero lo más escandaloso, son los trabajadores y trabajadoras invisibilizadas dentro de las propias empresas con contratos totalmente flexibles y violatorios del Código de Trabajo. Para estos trabajadores, hay un nombre según las estadísticas nacionales: Los/las trabajadoras informales de la formalidad. Esto en palabras más sencillas: Trabajadores que laboran en una empresa legalmente constituida y que no aparecen en la planilla, es decir, no son reportados, la empresa evade los pagos contractuales a cabalidad, hurtan los pagos de su seguridad social siendo respaldados por la libre oferta y demanda y un Ministerio del Trabajo que sirve a la patronal.
Es importante tener en cuenta que el modelo económico impuesto en este país tiene mucho que ver con las condiciones y desarrollo de las fuerzas productivas y el desarrollo de los sectores económicos, pues el mismo ha sido moldeado para garantizar la apropiación de la renta por parte de la burguesía, oligarquía y sus partidos políticos, donde se ha dado prioridad, con inversión estatal, a las actividades económicas ligadas con el sector terciario de servicios: La banca y la zona de tránsito (el canal y todas las actividades ligadas a su funcionamiento), y ahora con la incursión de la actividad minera.
¡Exijamos trabajos decentes, formalizados y defendamos nuestra derecho a la seguridad social solidaria!