Pobreza, clientelismo político y elecciones 2024

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El clientelismo político pervierte a la población.

Por Antonio Saldaña
Abogado y analista político

En Panamá, la iniciativa gubernamental de subsidios económicos o de “trasferencia condicionada de dinero”, además, de haber sido convertida en una práctica de clientelismo político, ha sido una forma engañosa de ocultar la pobreza e indigencia que sufre el panameño de a pie.

El Banco Mundial (BM) dice en un informe de 2023 -cuyas fuentes se desconocen- que antes de la pandemia (2019) la pobreza en Panamá era de 12,1% y en el 2020, durante la pandemia se situó en 14,1%, un incremento de 2 puntos porcentuales. Irónicamente, también señala el informe del BM, que Panamá es un país de “ingreso alto”, debido a que creció entre el 2014-2019, 4,7%, muy por encima del promedio Latinoamericano de 1,2%.

Sin embargo, un estudio del MEF-DAES, denominado, “Pobreza e indigencia por ingreso”, suscrito por Joslyn Guerra Rodríguez, dice, “para el año 2019, la pobreza general en Panamá alcanzó 21,5% de la población, es decir, 917,069 personas; de las cuales 10,0%, viven en condiciones de pobreza extrema (o, indigencia), 428,005 personas”.

Por otro lado, el Informe sobre pobreza y pobreza extrema en Panamá 2023 (Actualizado: junio 2023) del portal “Iniciativa Panamá sin pobreza”, coincide con las cifras del MEF, pre pandemia (2019) e indica que “en Panamá 1 de cada 4 panameños es pobre. Pues, para el 2023, la tasa de pobreza general en Panamá pos pandemia COVID-19, se estima en 25,0% afectando a más de 1,1 millones de panameños”. Que “1 de cada 10 panameños es indigente o extremo pobre. O sea, la pobreza extrema pos COVID-19 se situó en 10,5% afectando a más de 469.000 panameños”.

De modo que los pobres e indigentes o pobres de solemnidad son víctimas propicias del clientelismo. “Práctica política de obtención y mantenimiento del poder asegurándose fidelidades a cambio de favores y servicios” (RAE). El clientelismo también es “un modo particular de intercambio entre grupos de electores y políticos gracias a los cuales los votantes obtienen bienes” (Mudde y Kaltwasser).

El clientelismo político también lo podemos describir “como un fenómeno de distorsión del ejercicio electoral de fundamento doctrinario; por el intercambio de favores personales a cambio de torcer la voluntad general o del voto o, simplemente, por prebendas personales a cambio del voto en las elecciones populares” (Antonio Saldaña. Estrella de Panamá, 2020).

Esta práctica política que se realiza desde las primeras elecciones pos invasión, tiene como “caldo de cultivo” la pobreza general y, en particular, la población indigente, creando una nociva cultura parasitaria que ha normalizado el “que hay pa’ mí” y el voto clientelar.

Ello explica un poco, el por qué la pobreza pos pandemia de COVID-19 aumento 4,5% porcentuales, en unos 189.000 nuevos pobres. Mientras que la extrema pobreza o pobres de solemnidad, solo se incrementó 0.5%, es decir, 21.000 indigentes más.

¿Cuál fue el milagro?

Sencillamente, la propuesta de clientelismo político, de perpetuar la cultura de pordiosero, mediante el “vale digital” y la entre de “bolsas de comida”, no significa en lo absoluto, una política pública de “transferencia de dinero condicionado” y de tiempo definido.

En resumen, en el torneo electoral del 5 de mayo de 2024, que inicia el proselitismo político desde enero del mismo año; revela que la partidocracia corrupta y clientelar se apresta para el asedio de una ciudadanía diezmada por la ausencia de cultura política y por la precariedad de su condición de gente pobre e indigente.

Las víctimas principales será ese 25% de la población desprovista de las más elementales condiciones para una vida digna. Los panameños y panameñas sometidos por la plutocracia corrupta y clientelar y por el poder económico a una cuasi eterna condición de pobreza y extrema pobreza.

¡Así de sencilla es la cosa!

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