Por Ligia Arreaga
Activista del movimiento en defensa de Matusagaratí
Agricultores, pescadores y ambientalistas de la provincia de Darién exigen a las autoridades competentes que sean recuperadas miles de hectáreas del Humedal-laguna Matusagaratí, que han sido desaguadas desde el 2009. Esas hectáreas están en poder de la Empresa AGSE, S.A. debido a titulaciones ilegales, con apoyo de funcionarios tanto de Mi Ambiente, ANATI y el silencio de la Autoridad de los Recursos Acuáticos. Los hechos fueron denunciados desde el 2007.
Y ahora que se está debatiendo la creación de un Área protegida Refugio de Vida Silvestre en Matusagaratí, el presidente y un grupo de diputados de la Comisión Agropecuaria están promoviendo que se extienda el apoyo al cultivo de Palma aceitera a otras provincias, a sabiendas de que ese monocultivo en Barú fue atacado por la plaga Flecha Seca, y mencionan de manera expresa a Matusagaratí.
Se entiende que el deber de los diputados que conforman la Comisión Agropecuaria es legislar de manera responsable. Al no ser especialistas en agricultura ni en el rubro de la especie exótica como la Palma aceitera, deberían consultar con especialistas agrónomos. Es necesario que se informen de lo que ocurre en otros países, donde bosques primarios han sido devastados para introducir a esta especie perjudicial para el medo ambiente, según científicos calificados (ver lo que dice Wikipedia de la Palma aceitera).
Lo más novedoso y sospechoso, es que el diputado Raúl Pineda, sin ser conocedor del funcionamiento del Humedal y su importancia como ecosistema hídrico, propuso que sea extendido el cultivo de Palma aceitera. Las quebradas que nacen en el Filo del Tallo proveen de Agua a decenas de acueductos y descansan en la laguna, lo que debería ser entendido por todos.
¿Acaso desconocen que el Humedal-laguna Matusagaratí es uno de los sitios más importantes de reproducción de especies de mar, que luego son objeto de pesca por parte de pescadores artesanales del Golfo de San Miguel?
Por ser foránea, la Palma aceitera es muy sensible a plagas del trópico, lo que conlleva a un mayor uso de agroquímicos que afectan la salud de la gente, de los ríos, del suelo. Si se aprueba la siembra masiva de esa especie en el Humedal-laguna Matusagaratí, sería desastroso para la pesca, disminuida por los cultivos de arroz y fumigaciones de la Empresa AGSE, durante varios años.
El diputado Pineda afirma que ha revisado títulos y que son de personas que los ostentan desde hace más de 30 años, pero no ha visto títulos de las tierras en poder de la empresa AGSE, que empezó a firmar Contratos de Cesión de tierras en 2009.
Hay que desarrollar actividades productivas, pero no afectando a ecosistemas tan valiosos e importantes para la agricultura, pesca o pequeños ganaderos que viven y trabajan la tierra, pero que jamás intentaron canalizar el agua para desaguar al Humedal.
Las titulaciones ilegales empezaron bajo el gobierno de Martín Torrijos, del P.R.D. La Organización Alianza por un Mejor Darién (AMEDAR) lo denunció a tiempo en el 2007, con el objetivo de detener la destrucción ocasionada. Fue entonces cuando los que ahora dicen ser propietarios de las tierras de humedal, ayudados por algunos funcionarios que se saltaron la ley, dieron paso a la titulación de tierras inadjudicables. Es necesario que sea respondida la pregunta ¿por qué no fueron investigadas las denuncias de AMEDAR de 2007, 2009 y 2014? Esas denuncias las sabían las instituciones públicas como ANAM, ARAP, ANATI, Gobiernos y Comisiones parlamentarias.
Panamá no es sólo de unos cuantos que quieren hacer dinero a costa de envenenar ríos, suelos, arruina la pesca en el Golfo de San Miguel y afectar acueductos que toman agua de ríos que tienen conectividad directa con el Humedal. Hay que ganarse la plata, sí, pero apoyando a la sociedad a que viva en un ambiente sano y con apego al derecho a la vida, la seguridad y la soberanía alimentaria.
Antes de la siembra de arroz y Palma aceitera en el Humedal Matusagaratí, nadie se había muerto de hambre en esa área. En cambio hoy, hay que preguntar a los pescadores sobre la pesca. Pregunten a moradores en La Palma y sus alrededores cómo sobreviven a la sequía en la estación seca, pregunten a los campesinos que se quedaron sin ríos y enfrentan la salinizaron de los pozos. Pregunten a los ganaderos cuyas vacas pastaban cerca del Humedal. Allí, el agua se retiró varios kilómetros debido a la desecación que producen los canales, las fumigaciones masivas, las talas, las quemas y el mal manejo agronómico.
Seguridad alimentaria, ¿para quién? Economía sostenible, ¿para quién? Desarrollo, ¿para quién?
Es una desgracia que el gran humedal-laguna Matusagaratí se esté muriendo y el dinero sucio que se introdujo para desecarlo y apoderarse de él esté acabando con esta joya de biodiversidad, patrimonio de todos los panameños y de la humanidad. ¡Y que todo este desastre ambiental sirva para hacer más ricos a gente sin escrúpulos venida de fuera y sus cómplices nacionales!
Salvar a Matusagaratí es responsabilidad de todos. Si no se hace ahora, se perderá y faltarán lágrimas para llorarlo. Es hora de que las tierras del Humedal en la provincia de Darién, tituladas ilegalmente, vuelvan a ser propiedad del Estado y reincorporadas al Área protegida Refugio de Vida Silvestre.
¡Todo el Humedal de Matusagaratí y sus 49.429 hectáreas debe ser protegido!