Por Jairo H. Pertuz S.
Periodista y analista internacional.
Panamá no tiene vocación minera a cielo abierto ni tradición en el extractivismo en el fondo marino. Es un país verde, adornado y bendecido para el turismo, que genera más fuentes de empleo para panameños con mejores ingresos económicos y …,sin contaminación irreversible.
Además, por su ubicación geográfica, este país presenta ventajas en la oferta para otras actividades comerciales, industriales y de desarrollo sostenible.
Las explotaciones mineras no son recientes en Panamá, pero han venido tomando prominencia debido a la voracidad de enriquecimiento y porque la apertura social educativa de las clases sociales panameñas, discriminadas desde siempre por pequeños grupos elitistas, demuestra que los pobres se vienen superando. A esos grupos privilegiados les queda poco tiempo para colmar sus ambiciones de poder y dominio.
El pueblo panameño, a través de grupos de avanzada, viene investigando a los grupos de familias que detentan el poder para su propio beneficio.
Periodistas, sociólogos, abogados, médicos y de otras carreras profesionales destacan en un ámbito que antes era patrimonio exclusivo de clases sociales de élite. Han sido rebasadas por generaciones de extracción humilde, aunque no faltan allí tampoco traidores a su clase y a su patria.
Los gobiernos vienen siendo los propios desestabilizadores de la paz y de la supuesta democracia que deben, y dicen defender, pues para eso se les elige.
Insultando, siendo vulgares y viendo para un solo lado, no demuestran decencia, verdad ni la estatura para corregir errores viejos ni nuevos de supuestos demócratas. El país ha sido enajenado, violentado y sometido a intereses y actuaciones de grupos de una élite corrupta e inescrupulosa que miente y se revuelve en su miseria humana.
Las pruebas las muestra la Historia con generaciones violentadas por mentirosos y corruptos que se han enquistado en la política, las empresas y las élites sociales. No hay que buscar pretextos ni descalificar a los obreros ni a los jóvenes. Es el resultado del cansancio ante los abusos, las mentiras y la corrupción.