Panamá sin rumbo y sin brújula

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Es difícil de entender, pero Panamá camina sin rumbo hacia un abismo, en medio de una crisis que ha deteriorado seriamente la capacidad de gestión del Estado, el timón presidencia y el nivel de popularidad del gobierno, ante la crisis económica, política y social ahondada por una sindemia que amenaza a la vida humana y castiga a los sectores empobrecidos y depauperados.

En el discurso pronunciado en el hemiciclo legislativo el 1 de Julio, al cumplirse el segundo año de su mandato, el presidente de la República, Laurentino Cortizo, transmitió un mensaje de buenos propósitos, pero desligado del gesto de dar garantías para la aplicación de una estrategia de desarrollo que involucre la creación de fuentes de trabajo digno y lucha contra la corrupción.

El anuncio oficial no abarcó un examen de la vergonzosa medida de la negociación para renovar el contrato con la empresa Panamá Ports Company (PPC), por 25 años adicionales. Tampoco valorizó el rechazo ciudadano a la falta de rendición de cuentas claras sobre el proceso para dar en concesión los puertos de Balboa y Cristóbal, que representan el segundo negocio más importante en este país.

Con nuevas promesas de inversión, Cortizo intentó tranquilizar a un electorado incrédulo que ha sido testigo de un desfile de denuncias de escándalos millonarios que erosionan la popularidad del Órgano Ejecutivo y cuestionan la eficiencia del sistema judicial —que tocó fondo—, al desatender la sustracción del patrimonio público en varias administraciones y el sórdido caso de la constructora Odebrecht.

El mandatario adujo en su informe que el gobierno “no tolera ni tolerará ningún acto de corrupción”, e instó a todos a ver con optimismo las predicciones de crecimiento de empresas calificadoras de riesgo que evalúan con buena nota a Panamá, pese a haberse “equivicado” en 2008 en la sobrevaloración del sistema financiero internacional.

La realidad es que el contenido del discurso del 1 de julio tropieza con una falta de liderazgo para definir una clara estrategia de desarrollo en circunstancias en que se presenta una reducción de la masa de trabajadores insertados en el sector formal de la economía y un desplazamiento de jóvenes en edad productiva al sector informal, mientras se abultan las deudas hipotecarias de las capas medias.

El presidente no se refirió en absoluto a la pobre política exterior de Panamá. Su propuesta fue insuficiente para convencer a una población que recibe con escepticismo la promesa de destinar 12.000 millones de dólares en obras, mientras que la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) tiene previsto invertir 1.800 millones de dólares en el aprovechamiento y protección de recursos hídricos.

Las concesiones mineras, portuarias, hídrica y valiosas fuentes de energía generan la codicia de promotores del neoliberalismo, beneficiados con la ausencia de una estrategia de seguridad nacional y de seguridad social. Es una lástima que se haya realizado una deficiente e inadecuada lectura de la pérdida progresiva de la gobernanza en un escenario marcado por la confrontación.

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