Panamá se encamina hacia el pozo del fracaso

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El inicio de un nuevo escándalo de corrupción denominado “Blue Apple” ‒confirmado por la procuradora general, Kenia Porcell‒, encendió en las redes sociales señales de alarma por hechos que apuntan a la construcción y al sector bancario. En realidad, esos señalamientos no deberían causar sorpresa alguna en un país acosado por el estallido de fraudes y peculados millonarios.

Esas actividades delictivas fueron ejecutadas por organizaciones criminales que rebasaron los controles administrativos del Estado. Pero, más allá de lo sórdido de los casos y la gran frustración ciudadana, los escándalos revelan el fracaso de una clase política dirigida por estructuras del capital financiero y la vulneración de la seguridad del país para imponer una agenda de latrocinio.

La sacudida población panameña y las organizaciones sociales de vanguardia están llamadas a reaccionar con valentía ante esa afrenta a la nación, con el objetivo de impedir que los casos de corrupción de alto perfil sean archivados, sobreseídos o que sus responsables terminen beneficiados por un sistema judicial cuestionado por su subordinación a los poderes fácticos.

El gobierno luce impotente frente al cúmulo de pruebas incriminatorias de soborno. De hecho, le cuesta, cada vez más, zafarse de las intrincadas redes de corrupción que involucran a personeros oficiales, Empresarios y capitalistas proclives al soborno han contribuido con sus actos a diezmar los recursos del Estado destinados a la inversión pública y a contrataciones.

Es difícil pensar que los culpables del inmenso latrocinio tengan el valor de declararse culpables y colocarse un nudo alrededor del cuello. En otras partes del mundo donde la Justicia ha sido erigida sobre rigurosos patrones de conducta, esos rufianes habrían sido fusilados en un paredón o lapidados por la multitud. Sin embargo, en Panamá, donde hay impunidad, la absolución prevalece.

Mientras sigan explotando los escándalos financieros y la clase política se felicite por sus tropelías, como el saqueo de las arcas públicas, Panamá caminará hacia un hoyo negro, una especie de pozo oscuro y profundo que nos acerca al Estado fallido, dirigido por títeres del capital extranjero y fuerzas globales dominantes. Esa salida es inaceptable y reclama acciones de lucha social.

Es necesario definir un norte claro y una verdadera agenda nacional coherente y sensata, que permita a la población empinarse sobre sus propias capacidades y rechazar cualquier asomo de entreguismo y manipulación electoral. Sin dignidad, Justicia y Soberanía, es imposible construir la democracia socavada por capitalistas salvajes, usureros e impostores.

En una sociedad «exitista» como la actual, los parámetros para medir quién toca la cima y quién cae en el pozo del fracaso son bastante escasos. Más bien es uno solo: el dinero. El expresidente de Uruguay, José «Pepe» Mujica, piensa que eso y la corrupción van de la mano, y critica no solo a las grandes empresas y políticos, sino también la corrupción que se ve en las acciones cotidianas.

La auténtica amenaza para la democracia no son los líderes neopopulistas, sino la desigualdad impulsada en todo el mundo por poderosas empresas transnacionales, dice Pepe Mujica en una nueva entrega de nuestra serie.

Partidos políticos generan desconfianza

El Ministerio Público (MP) inició una nueva investigación del supuesto esquema de coimas de empresas constructoras, conocido como ‘Blue Apple’ o la ‘Manzana Azul’.
Al ser cuestionada por este caso, la procuradora general de la Nación, Kenia Porcell, se limitó en decir que «es un caso que lleva el Ministerio Público con pruebas contundentes”
Porcell, quien se limitó a dar más detalles en este tema e indicó que en su momento se comunicará lo que corresponde, ya que hay que ‘blindar las pruebas’.
Según informaciones preliminares, en este nuevo escándalo vinculan a empresas constructoras que entregaban facturas del Estado y luego desviaban el 10% a terceras partes.

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