Organizar la indignación (II)

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Manifestantes en las calles de Panamá.

Por Abdiel Rodríguez Reyes
Doctor en Filosofía

Pedro Rivera, en Condición humana y guerra infinita, dice lo siguiente: “la utopía, mientras no desaparezca como propuesta…será una de las bifurcaciones de las muchas a configurarse en el interior de las llamadas crisis”. En la actual crisis, también hay una oportunidad para cambiar y no quedar en lo mismo.

Cuando Edgardo Voitier, dirigente de la Coalición por la Unidad de Colón (CUCO, no firmó en primera instancia el acuerdo propuesto por el Gobierno para ventilar los graves problemas sociales en esa provincia, las cosas cambiaron. Nos dio un ejemplo de dignidad.

Históricamente, la memoria de los muertos retumba en la conciencia de las nuevas generaciones. Hoy, los estudiantes de Secundaria se apropian de la historia y están dando lecciones de lucha, que no sólo se refiere a bajar el precio del combustible y la canasta básica, sino a garantizar la vida humana.

Cuando los gremios decretan huelga, el Gobierno naturalmente está en contra,. En la coyuntura, manifiestan que luego de dos años de pandemia, es injustificable la pérdida de clases. Según los informes del MEDUCA, al corte de este primer trimestre, los fracasos escolares se han aumentado en este país.

El argumento oficial es el mismo: “los docentes no quieren impartir clases y los estudiantes pierden”. La realidad es que la entidad no asume la responsabilidad ante múltiples problemas del sistema educativo (deuda en los pagos salariales aatrasados a los educadores, escuelas ranchos en mal estado, presupuestos pírricos, entre otros).

¿Qué pasaría si los intereses de los estudiantes son los mismos que los docentes?

En la concentración realizada el 8 de julio de 2022, en los predios de la Iglesia del Carmen, varios estudiantes tomaron la palabra. Uno decía: “en ésta, vamos hombro a hombro con nuestros docentes”. Una alumna manifestaba: “no se trata de quitar un impuesto para dárselo a otros. Se trata de resolver para todos”. Añadió que esa protesta “no parará hasta encontrar respuestas satisfactorias”.

En días anteriores, una estudiante reveló algo contundente: “más perdían (chicos y chicas) sentados en un salón de clases sin hacer nada por el país”.

El pueblo se cansó de diálogos estériles y mesas dilatorias. Quiere respuestas concretas, factibles y satisfactorias, así de sencilla es su realidad. Y, cada día se suman más sectores indignados.

Ante ese panorama, el Gobierno debe entender que de nada sirve hacer un llamado a la “paz social” con amenazas, conspiraciones y propaganda elogiosa de la gestión pública.

Lo que en el pasado podría ser una metáfora vinculada a la consigna “El pueblo tiene hambre, ahora es una realidad”. Cuando el pueblo tiene hambre, su lucha será legítima. La tarea es la misma: organizar la indignación en torno al interés común de la defensa de la vida.

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