Por Ing Carlos Lorenzo
En Panamá, hay nueve partidos políticos formalmente constituidos, a saber: Revolucionario Democrático, Cambio Democrático, Panameñista, Realizando Metas, Movimiento Liberal Republicano Nacionalista, Movimiento Otro Camino, Alianza, Alternativa Independiente Social y el Partido Popular.
Adicionalmente, se ha presentado un número relativamente alto de candidatos y precandidatos a la Presidencia de la República para las elecciones de mayo de 2024, varios de ellos en representación de algunos de los partidos antes señalados y otros por la libre postulación, autodenominados independientes. Entre ellos, José Gabriel Carrizo, Ricardo Martinelli Berrocal y Martín Torrijos; sujetos a elecciones primarias en sus respectivos carteles, están Rómulo de Roux, José Isabel Blandón y Ricardo Lombana. Entre los independientes están Zulay Rodríguez Lu, Melitón Arrocha y Maribel Gordón.
No obstante, el aparentemente amplio espectro de la oferta de partidos y candidatos que se presentan a la contienda electoral, los electores tenemos, en realidad de verdad, un estrecho margen para ejercer el derecho de elegir, si se consideran algunas variables o categorías fundamentales en la dimensión social y política, como las propuestas y los intereses que objetivamente representan los partidos y candidatos, más allá de los que ellos mismos dicen representar.
Si nos atenemos a la clásica diferenciación que viene de la Asamblea Constituyente de 1791, de la Francia revolucionaria, los diputados comenzaron a denominarse de derecha y de izquierda. Los primeros defendían el régimen monárquico-conservador y los intereses de terratenientes, señores latifundistas y del alto clero, eran conservadores y luchaban por preservar el status quo; los diputados de la izquierda promovían transformaciones sociales, económicas y políticas profundas, eran republicanos y defendían los intereses de las masas populares, los «sans-coulottes» (sin calzoncillos, prenda sólo usada por aristócratas y gentes acomodadas), obreros y campesinos, pobres e indigentes, de la pequeña burguesía y de la burguesía ascendentes. Por afinidad de grupo y de clase, los primeros se sentaban en el ala derecha del salón del Palais des Tuileries, donde se reunían; los segundos, en el ala izquierda; en el centro, «la palaude», los independientes.
A la luz del más que bicentenario análisis anterior, hoy resulta ineludible para el elector consciente de su derecho a elegir (tan caro para algunas posturas neoliberales y post modernas), hacer el ejercicio de ubicar a partidos, candidatos y precandidatos en alguna de las categorías clásicas de derecha, centro e izquierda, según algunas variables-problemas de fondo a que se enfrenta hoy la presente generación de panameños y que comprometen el futuro de nuestros hijos y nietos, más allá de la recolección de los desechos, las becas del IFARHU, la descentralización paralela, las «urnas preñadas», el juicio Blue Apple, los jamones de navidad o la iluminación de los nacimientos, las veredas o los puentes peatonales. Entre esas variables-problemas, pudieran ser consideradas: el rol del Estado; modelo económico, desarrollo y formación transitista; refundación del Estado y constituyente; reformas educativa y de la salud; seguridad social e IVM; crisis socioambiental y cambio climático; soberanía alimentaria; empleo e informalidad; integración regional, multipolarismo; autodeterminación e independencia nacional; derechos humanos y movimiento LGTB; Panamá país minero.
Un «Check-list» semejante pudiera dar luces en torno a la aparente opaca postura de partidos, candidatos y propuestas. El examen realizado conduce a reconocer a tres candidatos claramente de derecha y ultraderecha, estos son Ricardo Martinelli Berrocal, José Gabriel Carrizo y Rómulo Roux; cinco candidatos de centro derecha: Martín Torrijos E., Ricardo Lombana, José I. Blandón, Zulay Rodríguez Lu y Melitón Arrocha; como de izquierda democrática únicamente aparece la profesora Maribel Gordón.
Un ejercicio análogo pudiera aplicarse a un vasto e importante espectro social y político de partidos, movimientos sociales y hasta personalidades; por su discurso y práctica política el Partido del Pueblo (Comunista), el FAD y la Vanguardia Torrijista (VT), estarían dentro de la izquierda; en tanto que VAMOS se coloca al centro derecha. Entre las personalidades políticas, Yanibel Ábrego se encuentra en la derecha, Crispiano Adames en el centro derecha y Pedro Miguel González, en el centro izquierda. En general, los movimientos sociales y ambientalistas, gremiales y sindicales se ubican en el centro y el centro izquierda.
Hay momentos del desarrollo social en los que la clase hegemónica —al decir de A. Gramsci— revela la existencia de diversas fracciones, cada una de las cuales pudiera tomar el nombre de partido político y de partido independiente. Empero, en última instancia, cuenta con un partido orgánico único, que no pertenece a ninguna fracción en particular y que posee su propio Estado Mayor intelectual. En algunas «repúblicas bananeras», ciertas representaciones diplomáticas extranjeras forman parte de esos Estados Mayores. Eso explica, en nuestro medio, la reverencia de algunos candidatos hacia sus representantes.
Es evidente la hegemonía que ejerce el partido orgánico de la derecha, respecto a los partidos, candidatos y precandidatos que se ofertan al electorado panameño. Ante la crisis general social, económica, política, cultural y ambiental que padece la sociedad panameña, la alianza social de la burguesía comercial-liberal, el capital financiero, las transnacionales y el capital internacional se aprestan a blindar su poder omnímodo a través de una salida a por vía de la derecha. Esto no excluye ensayar esa salida con candidatos de centro derecha, como ya se perfila con el candidato del minúsculo Partido Demócrata Cristiano, con apenas 17.408 inscritos.
En su turno, la izquierda y el centro izquierda tienen la opción real de construir una amplia coalición programática con las organizaciones populares, los movimientos sociales y ambientales, profesionales e intelectuales sin excluir a sectores de las iglesias, los pequeños, medianos y grandes productores agropecuarios e industriales, interesados en el desarrollo nacional, para dar una salida nacional, democrática y popular a la crisis integral general.