Ninja Mbandi, la reina guerrera africana que resistió por décadas a la ocupación europea

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La reina Njinga lideraba personalmente muchas de las operaciones de combate contra los portugueses. (Foto: IMD)

Marcos González Díaz
BBC Mundo

Los libros la definen como una valiente e inteligente guerrera que llegó a ser una de las figuras clave en la resistencia de África frente al colonialismo en el siglo XVII.

Pero también hay quien la describe como una mujer cruel y capaz de acabar con la vida de su hermano con tal de hacerse con el poder.

O incluso de asesinar a los hombres de su harén tras obtener de ellos el placer sexual que buscaba.

Las hazañas y leyendas que rodean la vida de la reina Njinga (también conocida como Ginga o Nzinga) de Angola son tan fascinantes como desconocidas para muchos, especialmente fuera del continente africano.

Arcaica o asombrosamente moderna para su época. Un modelo a seguir para generaciones de mujeres o todo lo contrario. Su apasionante vida genera, en algunos puntos, opiniones enfrentadas.

Pero hay en algo en lo que los historiadores coinciden: en destacarla como una de las mujeres africanas más célebres por su ferviente lucha durante cuatro décadas contra la ocupación europea y la esclavitud de su pueblo.

Reina o “Ngola”

Njinga Mbandi fue líder del pueblo mbundu y reina de Ndongo y Matamba, en el sudoeste de África.

Su título real en kimbundu, la lengua local, era “Ngola”. Y este término fue precisamente el que utilizaron los portugueses para llamar a esta región tal y como la conocemos hoy: Angola.

Esta nueva denominación llegó en 1575, cuando los soldados de Portugal invadieron Ndongo en busca de oro o plata.

Al no encontrar las minas que buscaban, decidieron cambiar de estrategia y comenzar a comerciar con esclavos para garantizar mano de obra en Brasil, su nueva colonia.

Njinga, que nació ocho años después de esta invasión, vivió desde su infancia la resistencia frente a los portugueses junto a su padre, el rey Mbandi Ngola Kiluanji, con quien llegó a luchar contra los conquistadores.

Cuando el rey murió en 1617, fue otro de sus hijos, Ngola Mbandi, quien asumió el poder. Sin embargo, no contaba con el carisma de su padre ni la inteligencia de su hermana Njinga.

Temiendo un complot en su contra por parte de su pueblo a favor de Njinga, Ngola Mbandi ordenó la ejecución del único hijo de su hermana.

Pero cuando se vio incapaz de hacer frente a los europeos, que iban ganando terreno y causando más bajas entre la población local, Mbandi acabó aceptando un consejo de sus asesores más cercanos.

La negociación frente a Portugal

El rey cedió y delegó el poder en su hermana, gran estratega y capaz de hablar portugués gracias a la educación recibida por parte de misioneros, para que negociara con Portugal con el objetivo de firmar un acuerdo de paz.

Cuando Njinga llegó a Luanda para iniciar las conversaciones, se encontró con una ciudad poblada por personas de raza negra, blanca y de una mezcla racial que nunca había visto antes. Pero esa no fue la imagen que más le sorprendió.

Esclavos en largas filas eran vendidos e introducidos en grandes barcos. En muy pocos años, Luanda se había convertido en uno de los mayores puntos de venta y salida de esclavos de toda África.

Cuando acudió al palacio del gobernador portugués João Correia de Sousa para iniciar las conversaciones de paz, Njinga protagonizó una escena cargada de simbolismo que fue después ampliamente destacada por los registros históricos.

Al llegar, observó contrariada cómo el portugués estaba sentado en una cómoda butaca y a ella no le habían preparado más que una alfombra en el suelo para sentarse.

Sin mediar palabra y con solo una mirada de Njinga, una de sus sirvientas se arrodilló y reclinó frente al gobernador. Njinga se sentó sobre la espalda de ella, quedando a la misma altura que el gobernador.

Era su manera clara y directa de expresarle que no había acudido a negociar de manera sumisa o en un nivel inferior, sino en igualdad de condiciones.

Tras arduas negociaciones, ambas partes acordaron la retirada de las tropas portuguesas de Ndongo y el reconocimiento de su soberanía. A cambio, se abriría el territorio a los portugueses para crear rutas comerciales.

En un intento por mejorar las relaciones con Portugal, Njinga aceptó incluso convertirse al cristianismo y fue bautizada como Ana De Souza. Tenía entonces 40 años.

Pero las relaciones cordiales no duraron demasiado y los enfrentamientos se reanudaron poco después.

Mujer, guerrera y reina

En 1624, su hermano se retiró a una pequeña isla donde murió en extrañas circunstancias. Si se suicidio o si Njinga participó en su envenenamiento como venganza por el asesinato de su hijo, es otra de las incógnitas que rodea su historia.

Lo único cierto es que, pese a la oposición de los portugueses y de parte de su propio pueblo, Njinga consiguió algo impensable en aquella época: convertirse en la nueva reina de Ndongo.

“Njinga Mbande sirve para contrarrestar el discurso de sumisión de la mujer en África a lo largo de los tiempos”, le dice a BBC Mundo el director de la Biblioteca Nacional de Angola, João Pedro Lourenço.

“Como ella, hay otras personalidades que nos ayudan a mostrar que siendo competente y estando encuadrado en la estructura del poder, la mujer en África contribuyó y contribuye a la evolución del continente”, añade.

Algunas fuentes atribuyen a Njinga una actitud despiadada para conseguir ser reina. Por ejemplo, recurriendo a la ayuda de grupos de guerreros Imbangala, que vivían en la frontera del reino, para atemorizar a sus rivales y afianzar su posición.

Desde un liderazgo reafirmado con los años, Njinga conquistó el vecino reino de Mutamba y defendió activamente sus territorios.

“La reina Njinga no fue sólo una gran guerrera en los campos de batalla, sino también una gran estratega y diplomática”, le dice a BBC Mundo José Eduardo Agualusa, escritor de ascendencia portuguesa y brasileña y autor de la novela “A Rainha Ginga”.

Nacido en Angola cuando aún estaba bajo dominio portugués, Agualusa destaca que Njinga “luchó contra los portugueses, aliándose con los holandeses cuando lo creyó conveniente y buscando el apoyo de los portugueses para luchar contra otros reinos de la región siempre que eso servía a sus intereses”.

El combate de sus esclavos sexuales

La fascinación por el personaje de Njinga llegó a cautivar al mismísimo Marqués de Sade, aunque no por sus habilidades como guerrera sino por considerarla un modelo de lujuria salvaje.

Sade se refirió a Njinga en “La filosofía del tocador”, basándose en los relatos del misionero italiano Giovanni Cavazzi que aseguraba que la reina «inmolaba a sus amantes» después de tener relaciones sexuales con ella.

Ocurría con aquellos hombres que formaban parte del gran harén de la reina, conocidos como “chivados” y a quienes obligaba a vestir con ropas de mujer.

Cuando la reina deseaba tener relaciones carnales, sus hombres debían combatir a muerte. Pero el superviviente no correría mucha mejor suerte que aquellos que perdían: tras pasar la noche con ella, a la mañana siguiente era asesinado de forma violenta.

Lourenço asegura que la publicación de Cavazzi es importante, pero recuerda que todos sus relatos anteriores a su llegada a Angola en 1640 se basan en testimonios de otras personas.

“Es importante recordar que se basa en relatos que habían sido producidos por enemigos de Njinga, es decir, los portugueses. Crear una imagen negativa forma parte de la guerra psicológica”, le dice a BBC Mundo Lourenço.

Sobre las historias en torno a sus amantes, el historiador recuerda que hay otras versiones.

“En la obra Monumenta Missionaria Africana del Padre Brásio, hay una carta de Njinga en la que afirma que tales ‘amantes’ eran simbólicos y que solo tenía un marido. Por eso, hay que seguir investigando y discutiendo”, afirma el investigador.

Personalidad única

Su reinado fue largo. Durante 40 años dirigió una firme oposición contra los intentos de conquista portugueses a través de operaciones militares que lideraba personalmente.

Tras asumir que nada podían hacer contra la fuerza de una reina ya anciana, el Reino de Portugal acabó renunciando a su deseo de conquistar Ndongo en un tratado ratificado en Lisboa en 1657, pero en el que Njinga cedió igualmente buena parte de su poder.

La reina murió el 17 de diciembre de 1663. Tenía 82 años y había pasado la mitad de su vida al frente de una resistencia ante los diseños coloniales que los europeos querían imponer sobre la región. Portugal perdía a su principal opositora y comenzó a acelerar la ocupación de la zona.

Considerada una personalidad única en la historia de África, Njinga es una eminente y reconocida figura en la Angola actual.

Da nombre a calles y escuelas en el país, y está presente en la moneda de 20 kwanzas. Ha inspirado películas, libros y formó parte de una serie de publicaciones de ilustraciones de la UNESCO sobre mujeres africanas históricas.

Según Lourenco, “Njinga Mbande es un ejemplo de lucha por mantener la soberanía del pueblo de Ndongo y de los que hoy componen la República de Angola (…). En la actualidad, el ejemplo sirve para promover la dignidad del pueblo angoleño, el compromiso con la Nación y la defensa de la integridad territorial”.

Preguntado sobre la veracidad de algunas de las leyendas más llamativas sobre la vida de la reina, Agualusa recuerda que el mayor error es intentar analizar una época histórica en base a nuestras creencias actuales.

“La crueldad era global. Los europeos quemaban personas vivas. Esclavizaban no sólo africanos, sino también otros europeos. Los africanos eran igualmente crueles”, reflexiona el escritor.

“A la luz de nuestro tiempo, la reina Njinga fue una déspota. Pero ¿qué rey europeo de aquella época no lo fue?”, concluye.

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