Nicaragua, la piedra en el zapato de Estados Unidos

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General Augusto César Sandino, mátir de Nicaragua.

Por Juan Ramón Osorio Pérez
Docente e historiador nicaragüense

(Parte I)

Me permito escribir estas líneas desde mi humilde conocimiento de causa. Soy un profesor nicaragüense de origen campesino. Nací y crecí durante la oprobiosa dictadura militar somocista. Debo confesar que hasta los 15 años de edad fui analfabeta, como consecuencia del atraso al que la familia Somoza había sometido al pueblo nicaragüense.

Aprendí a leer y a escribir gracias a la campaña de alfabetización que llevó a cabo el gobierno revolucionario en 1980. A partir de ese acontecimiento educativo y liberador, tuve la oportunidad de formarme académicamente, hasta convertirme en docente universitario. El 19 de julio de 1979, fue derrocada la dictadura militar somocista, dando paso, en este bello país, a la gestación de una revolución verdadera, con profundas transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales, reivindicando los derechos elementales de los sectores más desposeídos en el país. Esos mismos sectores habían sido explotados, excluidos y olvidados por la clase burguesa gobernante, al servicio del imperialismo norteamericano.

Es por ese motivo, que el imperio del norte no le perdona al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que le haya desbaratado el festín y el saqueo que había realizado en Nicaragua. Por tal razón, desde hace 42 años, este país se ha convertido en la piedra en el zapato del opresor, quien según la Doctrina Monroe y la filosofía que rige su geopolítica internacional, se cree dueño, amo y señor de nuestros suelos.

¿Por qué los gobiernos norteamericanos atacan a Nicaragua y a su Revolución?

Un poco de historia:

Nicaragua ha sido apetecida por los imperialistas, debido a sus riquezas naturales y por poseer una posición geográfica envidiable para los intereses comerciales y geoestratégicos expansionistas de EEUU. Al respecto, el comandante Daniel Ortega (2012), manifestó: “A lo largo de su historia, Nicaragua ha sido víctima de todo tipo de agresiones yanquis: Invasión filibustera, agresiones armadas, intentos anexionistas, formación de gobiernos oligárquico-feudales, patrocinio de las dictaduras de la dinastía Somocista, crímenes de lesa humanidad contra el pueblo nicaragüense, la Revolución Sandinista y su Gobierno, con la organización, financiamiento, entrenamiento y equipamiento de los ejércitos mercenarios de los “Contras”, minado de los puertos, actos de terrorismo contra escuelas, colegios, universidades, cooperativas agrícolas, edificios públicos incendiados y todo tipo de sabotajes ha cometido Estados Unidos contra Nicaragua.

Desde la mitad del siglo XIX, se produjo la invasión por parte de los filibusteros, quienes bajo el mando de William Walker intentaron adueñarse de Nicaragua y de la Ruta del Tránsito para facilitar su paso del Mar Caribe al Océano Pacifico, rumbo a California y viceversa, pero Walker y sus falanges fueron derrotados por el pueblo nicaragüense, que contó con la ayuda de los ejércitos y pueblos centroamericanos.

Durante la primera década del siglo XX, el Gobierno de Estados Unidos expulsó al presidente nicaragüense José Santos Zelaya, a través de una arrogante notificación enviada por Philander Chase Knox, secretario de Estado de EEUU durante la presidencia de William Howard Taft, conocida históricamente como la “Nota Knox”, solamente porque el presidente Zelaya planteó la idea de construir un canal interoceánico por Nicaragua con la colaboración de otros gobiernos del mundo, sin contar con la “aprobación” del Gobierno de Estados Unidos. Zelaya dejó el cargo y tuvo que huir hacia México, mientras tanto las tropas estadounidenses invadían el territorio nicaragüense y los banqueros norteamericanas se apoderaban y tomaban el control de la economía del pequeño país centroamericano.

En la segunda década del siglo XX, el suelo nicaragüense había sido escenario de una cruenta guerra civil entre las élites liberales y conservadoras (guerra constitucionalista), lo que fue aprovechado por el Gobierno norteamericano para imponer sus condiciones y apoderarse nuevamente del país. En ese contexto, aparece la figura más ejemplar en la defensa de la soberanía y la dignidad del pueblo nicaragüense, cuando en 1927 el héroe nacional Augusto César Sandino, y 29 hombres bajo su mando emprende una lucha de guerrillas contra la intervención norteamericana en Nicaragua, propinándole la primera derrota militar a las tropas invasoras en América Latina.

Sandino era un hombre de extracción humilde, campesino, pueblerino mecánico, que siempre tuvo muy clara su misión. En 1926, al regresar de México, donde se encontraba trabajando, se integró a la guerra constitucionalista al lado de los liberales, pero se rebeló al darse la traición de José María Moncada, quien el 4 de mayo de 1927 en el oprobioso y denigrante Pacto del Espino Negro, entregó la soberanía, al negociar la paz con el enviado de Washington, Henry L. Stimson. Después de ese hecho, cuando Moncada conminó al héroe a que se rindiera ante la orden del embajador estadounidense, Sandino expreso: “Yo no me vendo ni me rindo jamás, yo quiero Patria Libre o Morir”. “La soberanía de un pueblo no se discute, se defiende con las armas en la mano”.

Durante siete años, el general Sandino, a la cabeza de su Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional, combatió a las fuerzas de ocupación norteamericanas en Nicaragua, hasta que los expulsó en 1933. Un año más tarde, los estadounidenses confabulados con el genocida Anastasio Somoza García, asesinan al general Sandino a través de un cobarde acto de traición. En pago por su “trabajo”, los gringos colocaron a Somoza García en la Presidencia de Nicaragua, iniciándose así el largo período de la dictadura militar somocista. Con los Somoza en el poder, Estados Unidos se aseguró durante 45 años el saqueo y el control completo de la pequeña república centroamericana, sumergiendo al pueblo en la pobreza y el atraso socioeconómico y cultural.

En la década de los años sesenta, se organizó el Frente Sandinista de Liberación Nacional, teniendo a la cabeza como líder indiscutible a su fundador, el comandante Carlos Fonseca Amador. Durante 18 años, esta organización guerrillera luchó desde las montañas de Nicaragua, hasta que en 1979 expulsó al último de los Somoza Debayle, entrando triunfantes los guerrilleros sandinistas el 19 de julio. Con ello, se inició el proceso revolucionario en Nicaragua. Aunque el comandante Carlos cayó en combate tres años antes del triunfo, dejó su ejemplo y legado para la posterioridad, así como una misión puntual: “Y también enséñenles a leer…”

En 1980, el Gobierno revolucionario en Nicaragua asumió la orden histórica del comandante Carlos como deber primordial. Por ello, la primera tarea fue la organización y realización de la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización, ya que el somocismo había dejado al pueblo nicaragüense sumergido en un nefasto 57% de analfabetismo. La Cruzada Nacional de Alfabetización se realizó con la participación de unos 95.000 jóvenes, quienes durante cinco meses se internaron en las montañas, valles, comarcas y los caseríos más recónditos de todo el país para ir a enseñar a leer y escribir al campesinado. Asimismo, pudieron aprender de ellos el caudal de conocimientos que la vida dura del campo les había enseñado.

Desde sus inicios, la Revolución Popular Sandinista fue atacada y vilipendiada por los sectores más reaccionarios del Gobierno de Estados Unidos, especialmente por el criminal Ronald Reagan y su banda de secuaces del Pentágono, el Congreso, la CIA y todo el aparato de terror y chantaje que el imperialismo impone, no sólo a Nicaragua, sino a toda América Latina y al mundo.

Entonces, desde el mismo momento en que el Gobierno sandinista inició la campaña de alfabetización, en 1980, el I Estados Unidos comenzó con los ataques, utilizando a mercenarios que operaban desde Honduras, asesinaron a varios brigadistas, entre ellos al compañero Georgino Andrade, primer alfabetizador ejecutado por los llamados “Contras” en Nicaragua. Con el cuento de detener al comunismo en Centroamérica y evitar otra Cuba, se lanzaron a una ofensiva indoctrinada y desesperada por desaparecer del mapa a los sandinistas. Como lo afirmó, en su momento, el periodista español Francisco Basterra (1986): “La mano de la Administración de Ronald Reagan en las operaciones privadas de ayuda a la guerra sucia de la Contra en Nicaragua es un secreto a voces en Washington, a pesar de los intentos del Gobierno norteamericano de presentarse como un observador neutral de esta lucha”.

¿Por qué el imperialismo atacaba a los brigadistas?

La respuesta es sencilla: a los poderosos de la tierra no les conviene que un pueblo conozca la luz o que se eduque, porque quieren truncar o frenar cualquier proceso que propicie el desarrollo social y cultural de la población. Como bien lo expresó el comandante Daniel Ortega en agosto de 2009: “Querían mano de obra barata, cuanto más ignorante, más fácilmente se les contrata por cuatro pesos, por la necesidad y hasta los pobres pelean por el mismo trabajo, pero si la gente tiene preparación, la gente aprende a defender su derecho, aprende a defender el derecho a la educación y la cultura, que es un derecho humano”.

A medida que la revolución avanzaba, la escalada de guerra promovida por Reagan contra Nicaragua, se hacía cada vez más violenta y descarada. Toda la década de los años 80 la Revolución Popular Sandinista tuvo que enfrentar asa guerra de agresión imperialista. En ese contexto, Nicaragua sufrió sabotajes, asesinatos, destrucción de la infraestructura y la economía, chantajes, bloqueo y embargos económicos. Todo con el pretexto, como ya se ha dicho, de detener la expansión del comunismo y “hacer prevalecer la democracia”, los “derechos humanos” y la “libertad de expresión” y una serie de falacias más que sólo las creen los torpes, peleles y serviles del imperio.

El 9 de abril de 1984, el Gobierno de Nicaragua elevó su queja a la Corte Internacional de Justicia de La Haya y acusó al Gobierno de Estados Unidos por realizar acciones bélicas violatorias de las normas y principios más fundamentales del derecho internacional. Nicaragua sólo hizo uso de su derecho, denunciando al Gobierno norteamericano por la agresión impuesta. El caso Nicaragua contra Estados Unidos fue analizado en la Corte. Finalmente, el 27 de junio de 1986 el juez internacional falló a favor de Nicaragua, dictaminando que el Gobierno de Estados Unidos debía indemnizar a Nicaragua por los daños causados hasta por un monto de 17.000 millones de dólares, pero Estados Unidos se negó a acatar la decisión de la Corte y nunca cumplió con lo dispuesto en dicha sentencia. En cambio, intensificó sus ataques y agresiones, hasta el punto de causar unas 38.000 víctimas fatales de la guerra contrarrevolucionaria.

Como resultado de la agresión armada, hubo destrucción de la infraestructura (puentes, torres de transmisión de electricidad, represas, centros de salud, escuelas y producción agrícola), la economía colapsada, muchas familias desintegradas y el país social y políticamente polarizado. Así se llegó a las negociaciones de paz para Centroamérica, en 1987, de las que emergieron los denominados Acuerdos de Esquipulas II, y, particularmente para Nicaragua, los Acuerdos de Sapoá, en marzo de 1988.

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