Por Carlos Lorenzo.
Hacen unos cuantos años (2500), mi amigo el Maestro Sin Tuz, me aconsejaba que no fuese a la guerra —el terreno de la vida y de la muerte— sin el previo cálculo de los factores que determinan el estado de mis fuerzas, y cuyo dominio o no significa la victoria o la derrota.
Otro amigo, estratega del arte de la guerra, el “Cholo Omar”, cuyo liderazgo emergió del torrente de luchas centenarias contra la oligarquía, el colonialismo y el imperialismo; y no del vientre de la oligarquía vacuna, casateniente y tendera de donde provenían los gobernantes y presidentes de la República Mediatizada; este amigo realizó el cálculo del estado de sus fuerzas y creó condiciones para fortalecerlas, tanto al interior de la nación como a nivel internacional.
La unidad pueblo-gobierno, la política social y la solidaridad internacional concreta que se construyeron fueron factores claves para la victoria en las negociaciones que condujeron a la descolonización, la recuperación del Canal y la soberanía sobre todo el territorio y sus recursos. Ese amigo empeñó en las negociaciones toda su inteligencia, voluntad patriótica y coraje. Por ello, Gabriel García Márquez decía que era una mezcla de tigre y Mula: del primero tenía el instinto sobrenatural y la astucia certera, de la segunda, su terquedad infinita.
Hoy son muy distintas las condiciones en que el gobierno del país acude a las negociaciones con la transnacional First Quantum-Minera Panama para un nuevo contrato de explotación y comercialización de cobre, oro, plata, molibdeno y otros minerales. Existe gran similitud con la angustia y precariedad lastimera de los llamados “próceres“ de 1903, quienes aprobaron el Tratado Hay-Bunau Varilla. Los negociadores de hoy van a la guerra (quiero decir, a la mesa) en uno de los momentos de absoluta fragilidad económica, política e institucional, carentes de total credibilidad social y ética, lo que augura su capitulación ante la empresa.
Naomi Klein, en La doctrina de shock: El auge del capitalismo del desastre (2007), documenta ampliamente la estrategia del imperio y del capital transnacional para llevar al caos y la bancarrota de los países poseedores de materias primas y otras riquezas estratégicas al grado de «transarlos” por un plato de lentejas o por 30 monedas de plata. Cuando el agua llega hasta la nariz, aparecen las baratijas y espejitos de colores, los 375MM por un lado, y nuevos “próceres“ de la mano de Bunau Varilla.