Navidad con pocas luces en Panamá

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Fotos PL: Osvaldo Rodríguez

Nubia Piqueras Grosso
Corresponsal de Prensa Latina en Panamá

Panamá, 25 dic (Prensa Latina) Una vez más, en nueve meses de pandemia, el silencio se apoderó hoy de esta ciudad y la alegría cedió ante el dolor de las familias que perdieron a sus seres queridos por la Covid-19.

La habitual algarabía, típica de los festejos navideños, fue remplazada en esta ocasión por el sonido de la lluvia que cayó y mantuvo a todos recogidos en el calor del hogar, amén de la disposición sanitaria que rige este fin de semana para detener el acelerado avance del SARS-CoV-2, el virus causante de tanta tristeza.

En un día gris y nublado, los fieles católicos -no pocos en Panamá- rezan en casa porque un enemigo invisible rompió con la tradición y por primera vez en años o tal vez en siglos, la Misa del Gallo no contó con la presencia física de los fieles en los templos.

Sin embargo, el líder local de la iglesia Católica, monseñor José Domingo Ulloa, llamó a los feligreses a acoger al niño Jesús en sus rezos como vía espiritual para suplir la ausencia de besos, abrazos y seres queridos que no forman parte de la ‘búrbuja familiar’, debido a las medidas de bioseguridad que impone la actual situación sanitaria en el país.

Durante su mensaje de felicitación al pueblo panameño, aseguró que a pesar de las circunstancias, nada puede opacar la Navidad porque ‘precisamente el auténtico significado de esta celebración es la manifestación del amor profundo de Dios’.

Tal vez por eso o porque los humanos tienen el don de sobreponerse y no dejar morir el optimismo es que los panameños acudieron esta semana a los centros comerciales en busca de regalos, comida y juguetes para alegrar a los niños, los más impactados emocionalmente por la pandemia.

También estuvieron los que, en Nochebuena, hicieron explotar los fuegos artificiales en señal de alegría y en respuesta, casi en forma de sublevación, a las adversidades que este bisiesto 2020 impuso a la humanidad, al tiempo que los arbolitos volvieron a reunir a la familia, esta vez reducida. Las luces, adornos y focos pequeños decoraron ventanas, techos y jardines de hogares, empresas y comercios en señal de esperanza, aunque los parques no contaron con la concurrida asistencia de antaño para disfrutar el brillo que por estos días marcan los festejos en espera de un nuevo amanecer.

A diferencia de años anteriores, más familias pasaron páramos para poner en la mesa el pavo o el jamón, los tradicionales ‘platos fuertes’ de la cena panameña, debido a la recesión económica que vive la nación a causa de la parálisis casi total provocada por la Covid-19.

Incluso, hasta Santa tuvo dificultades para llegar a muchos lugares, no solo por las restricciones de movilidad, sino porque su trineo sufrió averías difíciles de resolver debido a la falta de liquidez familiar impuesta por el desempleo.

Pero como dice el refrán popular: ‘No hay mal que por bien no venga’ y por ello Ulloa instó a cambiar muchas cosas, entre ellas ‘el drama de la incomunicación que experimentamos en el interior de las familias, grupos eclesiales y sociales, donde estamos al lado de una persona, pero no estamos con ella; dónde podemos cruzarnos, pero no encontrarnos’.

Tras doce meses de aciago bregar, el obispo pidió hacer un gran esfuerzo para crear una corriente de cercanía en todos los ámbitos de la sociedad, en aras de que nadie se sienta solo y todos puedan experimentar el calor de la fraternidad.

ga/npg/gdc

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