Los testaferros de la política en Panamá

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El ex presidente Juan Carlos Varela y la procuradora Kenia Porcell en la trama de los "Varelaleaks". (Foto: Ministerio Público).

Por Alberto Velásquez
Periodista

Los recientes escándalos emanados de documentos cibernéticos y de diverso origen han puesto sobre el tapete el comportamiento que han jugado ciertos individuos, políticos y no políticos y empresarios de diversos sectores, que dan pena ajena, aunque sus respectivos bolsillos resultaron repletos de oro.

El contenido de los “Varelaleaks”, por ejemplo, aunque hubiese sido el producto de un artificio ilícito, ha puesto al descubierto las acciones indecorosas, malabarísticas, cínicas, encubridoras, fraudulentas y de toda clase de argucias.

Al desnudo han quedado negocios y maniobras económicas y financieras, que, al final del camino, han estado afectando fondos provenientes de los impuestos que pagan los más necesitados y los excluidos por la políticas fondomonetaristas.

La mayoría de ellos son unos testaferros, personajes que se prestaron como como títeres o, conscientemente, manipulados para que fueran la cara visible en los negociados que se descuben día a día para escarnio de la población panameña.

Un testaferro es un individuo que firma un contrato o un documento, haciéndose cargo de alguna responsabilidad o asumiendo una titularidad que, en realidad, corresponde a otra persona. En otras palabras, es un encubridor que presta su nombre y se disfraza legalmente, pero que al final recibe beneficios del fraude cometido y las consecuencias de sus acciones, en vez de quien las genera en forma premeditada.

Pero el testaferro aludido no sólo está conectado con el estallido del escándalo en Panamá de los denominados “Varelaleaks”, sino a posiciones de poder, según las asombrosas revelaciones en esa trama ilícita que tanto ha llamado la atención pública, casi a la par de las llamadas reformas constitucionales.

Los testaferros internacionales también han cobrado vigencia en nuestro medio, principalmente con el manejo y “lavado de dinero”, presuntamente de actos de corrupción. Es lamentable que, pese a los pedidos de transparencia, el brazo de la justicia no caiga sobre esos infractores de la ley, cuyas turbias acciones los delatan.

La nueva novela de los “Varelaleaks” continuará descubriendo a múltiples personajes con intereses políticos y financieros. Muchos de esos elementos salpicados de corrupción, fraude e impunidad, deberían estar en la cárcel, y no andar como santurrones libres de los señalamientos acusadores del Ministerio Público.

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