Los pueblos sin quien los defienda

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La deuda social en Panamá es cada vez mayor.

Por Jairo Pertuz S.
Periodista

Los países del orbe terrestre carecen de quienes defiendan a sus pueblos. La corrupción, la criminalidad, la ineptitud e incapacidad, unidas a la imposibilidad de poder defenderse de tantas anomalías, están masacrando a los pueblos que ni siquiera cuentan con los más elementales servicios de atención que debe proporcionar el Estado.

Quienes generan la riqueza pública y privada son los pueblos y no sus verdugos. Los ciudadanos y las ciudadanas nacen, crecen, se reproducen y mueren en una pobreza inmoral y cínica, mendigando trabajo, a pesar de haber endeudado la vida estudiando con préstamos agiotistas del Instituto para la Formación de Recursos Humanos (IFARHU), para devengar salarios de hambre que generan una plusvalía laboral inhumana.

El parasitismo y el clientelismo político, y una gran parte de una empresa privada indolente, son los ingredientes de esa sombría y dolorosa situación. Las instituciones públicas son creadas para un funcionariado inconsecuente que imita las prácticas de sus superiores jerárquicos, creando un sistema inoperante y perjudicial al desarrollo del país, de lo cual se aprovechan supuestos inversionistas nacionales y transnacionales.

Las instituciones públicas, incluidas las mal llamadas ”autoridades”, son inoperantes en sus quehaceres con las demoras de trámites y por la ubicación de sus oficinas que imposibilitan los justos reclamos que hace la ciudadanía por las violaciones a sus derechos. El pueblo panameño está condenado al estrangulamiento del cual es cómplice el Estado, por los daños y perjuicios que causan empresas con sus pésimos servicios y por daños a la salud, sin que nadie, realmente, lo defienda.

Todos los políticos y sus partidos ya conocidos, vienen prometiendo cumplir sus deberes, pero todo sigue igual o peor, y, nunca cumplen.

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