Los derechos del ser humano valen más que el dinero

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Los indígenas en Panamá son más pobres en tiempos de pandemia.

Por Rafael García Denvers
Ingeniero

Cuando sean recogidos los muertos, controlada la pandemia, estabilizado el ambiente sanitario, se habrá iniciado el andar social. Una vez que se normalice la movilización, especialmente al presentarse el día a día, bajo las cambiantes realidades de un mundo que reveló la ineficacia de un modelo económico, la fragilidad de nuestra presencia individual en el mismo y el requerimiento de un actuar colectivo, demostraremos si somos una especie que aprende de sus errores y analiza crítica y objetivamente sus actuaciones, o somos una especie que será superada por la evolución natural del planeta.

El norte del sistema económico regente, en el que mercado define e impone, y en el que la norma de funcionamiento es la acumulación de riquezas y bienes adquiridos, son las estructuras organizacionales y de funcionamiento orientadas a poner esa acumulación en manos de unos cuantos en detrimento de la mayoría. Esas instituciones, su contenido y orientación son, en el menor de los casos, un aporte criminal y suicida a la coexistencia social y al sustento colectivo de la humanidad. Repetir ese modelo es condenarnos a vivir entre episodios de aniquilación y muerte.

Aun en el caso de las sociedades más conservadoras del capitalismo, el modelo tiene que cambiar y asumir rasgos humanos de sustentación colectiva. Habrá que introducirle regulaciones que limiten al Mercado a su papel como ente facilitador del intercambio y no como gobernante y evaluador de la actividad económica. Es obligatorio prever una organización social en la que al productor se le reconozca su aporte, a la vez que se garantiza dentro de la cadena de distribución el equilibrio entre lo que se aporta y los costos agregados, incluyendo la mano de obra que participa. El capital ha de existir, pero sin desfigurar la realidad económica y social y sin generar sobrecostos para alimentar la acumulación desmedida.

Como realidad específica, el Coronavirus viene a comprobar lo que en un laboratorio sería la conclusión de un costoso experimento: el llamado modelo neoliberal es un gran fracaso para la especie humana. Para uno que otro espécimen humanoide, esta verdad se ocultaba en los lujos, brillo, facilidades y extravagancias de una existencia de excesos, utilizada como propaganda del sistema y que ante esta pandemia se desmoronan y requirieren del colectivo para poder sustentar la vida. Si alguna duda quedase luego de los mil argumentos esbozados a lo largo de los años sobre este hecho, el requerimiento del obligatorio accionar común para enfrentar este episodio es la respuesta. Aunque no les guste a algunos.

Los sistemas de Salud no pueden ser privatizados y sometidos a los caprichos del Mercado, son el derecho a la vida. Y aquí inician las enseñanzas que obligan a plantearse un nuevo orden institucional, moral y ético donde los Gobiernos pasen a ser regentes de Estados y los nuevos conceptos restrinjan y regulen en busca del equilibrio entre los extremos de necesidad y usura, entre riqueza producida y riqueza distribuida. Se requiere el aseguramiento de los servicios sociales debidamente atendidos y asegurados con los recursos necesarios, la administración adecuada y la calidad requerida. Los derechos a la Alimentación, Salud, Trabajo, Educación, Vivienda y Seguridad, entre otros, no pueden ser negociables ni llevados a segundo plano. Esos derechos tienen que ser garantizados como fundamento de vida del colectivo humano.

Los costos de esa crisis no pueden recaer sólo en el componente laboral y/o la sociedad en general, las empresas y los capitales. Particularmente, los grandes capitales deben retribuir en justa y consecuente medida de su culpabilidad y participación en el inmoral y antiético despojo que sustentó la acumulación previa a la pandemia. Fue ese afán de lucro el que ubicó a las instituciones sociales en tan ruinosa condición de desventaja ante un enemigo silencioso que no ocultó su posible visita, ni preguntó quién eras. Si son repetidos los pasos andados en el modelo económico regente, al reconstruir el escenario, obtendremos, como acotó Albert Einstein, el mismo resultado.

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