Por Alberto Velásquez
Periodista y relacionista público
Me he visto obligado a leer frases en los medios como la siguiente: el gobierno nacional no inventó la pandemia. Ese tipo de expresiones, sacadas de un sombrero, evita ir al fondo de los problemas para distinguir las responsabilidades en hechos que sacuden a la opinión pública.
También he visto notas que aluden al comportamiento censurable de profesionales que reaccionan en contra de sus colegas, como algunas enfermeras y funcionarios que defienden su cargo o posición en alguna oficina pública, así como el nombramiento de sus cónyuges y familiares, bajo el supuesto de que la familia que cobra unida permanece unida.
En ese contexto, han surgido opiniones y comunicados suscritos por altos funcionarios que justifican lo injustificable. Los escándalos por el manejo de billetes premiados en la Lotería Nacional de Beneficencia (LNB) son un ejemplo de cómo los recursos del Estado terminan en manos de gente anodina, que además de ganarse el Gordito del Zodiaco, también intentan conseguir privilegios y se convierten en corifeos (personas que dirigía el coro en las antiguas tragedias clásicas).
Con el asaltó a la Lotería Nacional de Beneficencia, algunos funcionarios le han dado la espalda al torrijismo y a las necesidades de un pueblo golpeado por la crisis sanitaria, mientras se tejen componendas políticas. Ello revela una falta de visión de país y compromiso en tiempos de graves problemas de Estado.
Son cuestionables las manifestaciones orales y escritas de funcionarios de cierto rango que se arrastran para defender a sus jefes, ya que están dentro del monstruo y esperan a cambio las canonjías que favorecen a unos cuantos.
No hay una sola aclaración de familias, clanes, que tienen la dicha de tener en planillas a familiares con sueldos que avergüenzan a la comunidad urgida de respuestas sociales y atención en materia de Salud y Alimentación.
Cualquier adivino puede predecir que la suma de hechos negativos en este país puede derivar en un voto de castigo en las próximas elecciones, afectando lamentablemente a los verdaderos torrijistas. A ello se suma la falta de respuestas para encarar con patriotismo la explotación minera, el contrato de los puertos y los temas energéticos, entre otros.
Los escándalos en la Caja de Ahorros y la Lotería Nacional de Beneficencia vienen a echar más leña al fuego en un país donde las finanzas públicas están en rojo, como lo reconoció el ministro de Economía y Finanzas, Héctor Alexander, en una conferencia de prensa en la que encendió las alarmas de los analistas.
Aunque tardías, las medidas de ahorro en el gasto público deben ser drásticas y contundentes, con el objetivo de lograr el ahorro necesario, y no justificar nuevos y costosos préstamos a la banca internacional para pagar deuda con deuda, principalmente a través de planillas adiposas e improductivas.
En ese escenario, es vital fortalecer la lucha contra la corrupción. Los verdaderos torrijistas están obligados a hacerlo. Deben representar la diferencia frente a los alabarderos de turno enquistados en las estructuras de poder, a quienes no les importa la animadversión de la comunidad, con tal de justificar los gastos suntuarios.