Por Mgtra. Irma Tuñón BerrocalI
Investigadora de Estudio de la Mujer
En la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, el servicio doméstico es la puerta de entrada al mercado laboral para las mujeres pobres con menor nivel de educación y mayor exclusión social.
- En Panamá, el trabajo doméstico remunerado tiene rostro de mujer
La Red de Trabajadoras Domésticas de Panamá difundió un informe en el que se cobfirma que una de cada diez mujeres en este pais se dedica al trabajo doméstico remunerado. No hay registros oficiales, pero se estina que su mayoría las trabajadoras domésticas son extranjeras.
Según datos de Estadística y Censo, en la categoría de trabajo doméstico, la mujer representa el 59,4 por ciento.
Entre las causas de esa subestimación de esa parte de la población laboral femenina, se destaca el hecho de que, a menudo, no son reconocidas como trabajadoras, ya que se les considera “parientes que ayudan” en el hogar. Por ese motivo, no figuran en las encuestas de empleo.
A esa realidad desfavorable se suma la falta de registro, por ser esas trabajadoras migrantes o indocumentadas.
El clamor y aspiración de los movimientos a favor de la equidad, es que el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral las incluya en el cuadro de salarios mínimos. De hecho, muchas trabajadoras domésticas no tienen acceso a los beneficios de la Seguridad Social en este país.
El Código de Trabajo prevé que el salario mínimo debe fijarse cada dos años. La legislación vigente establece que no existe un salario mínimo legal único, sino uno por cada actividad laboral según región.
Las trabajadoras domésticas deben recibir en la Región 1 (Urbana), unos 275 dólares mensuales, mientras que en la Región 2 (Rural), 250 dólares por mes.
- ¿Dónde está la protección a la Salud de esas trabajadoras?
Hay consensos internacionales en los que la seguridad social es reconocida como derecho humano inalienable. Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la seguridad social “es una protección que una sociedad proporciona a los individuos”.
Si bien hay avances importantes en materia laboral en Panamá, la mujer enfrenta grandes dificultades a la hora de acceder a un puesto de trabajo.
El empleo y las condiciones de vida de las mujeres son variables fundamentales para poder avanzar hacia el desarrollo, por lo que la OIT, ONU, PNUD y FAO han elaborado un informe denominado “Trabajo decente, igualdad género”, que analiza el acceso y la calidad de empleo de mujeres en la región.
Las organizaciones internacionales advierten que las mujeres están poco representadas en la dirigencia sindical y su presencia es incluso menor en las mesas de negociación. Pero, en cualquier caso, ellas están en mejores condiciones que hace una década.
En Panamá, hay avances legislativos en el proceso de igualdad de oportunidades. Instrumentos jurídicos de especial interés nacional que fueron aprobados, como la Ley 4 del 29 de enero de 1999, por la cual se instituye la Igualdad de Oportunidades.
En el artículo 6 de esa Ley, se señala: “Las entidades públicas, deben incorporar las perspectivas de género en sus proyectos de inversión y ser enviados al sistema de inversiones públicas del Ministerio de Economía y Finanzas”.
La Red de Mujeres Trabajadoras resalta en su informe que el Estado panameño aún no ha ratificado el Convenio 190 contra el acoso y la violencia en el mundo del trabajo. Y ello es una deficiencia.
El Convenio 190, aprobado por la Conferencia General de la OIT en junio de 2019, reconoce que la violencia y el acoso pueden ser una violación o un abuso de los derechos humanos y una amenaza inaceptable e incompatible en la iniciativa dirigida a concretar la igualdad de oportunidades y el trabajo decente.
Se puede afirmar que el trabajo doméstico remunerado ha sido subvalorado e insuficientemente regulado, lo que ha llevado a muchas personas a situarlo como una de las actividades en las que se registra un déficit de equidad laboral.