Las máscaras políticas

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Máscaras que deslumbran a los espectadores.

Por Ing. PhD Carlos Lorenzo

«En los últimos años podemos advertir que, aturdidos y extasiados frente a las promesas de tantos falsos profetas, a veces los mismos pobres caen en los engaños de un mundo que no se construye para ellos».

Santo Padre Francisco, Exhortación Apostólica
Laudate Deum, 4 de octubre de 2023.

1. LAS MÁSCARAS

La máscara, como creación cultural, está presente en todas las sociedades humanas desde los tiempos más remotos, vinculadas particularmente con sus cosmovisiones y relación con la naturaleza y sus congéneres, su espiritualidad y prácticas mítico-religiosas. Desde siempre, la máscara asumió funciones mágico-religiosas, artísticas, festivo-recreativas. Son célebres las mascaradas que Sumerios y Egipcios organizaban para expulsar los malos espíritus de las cosechas y para convocar la fertilidad; o las saturnales romanas para convocar la abundancia de la tierra y las bacanales griegas dedicadas a Dionisio, dios del vino y la fertilidad.

Ramón García-Pelayo, en el Pequeño Larousse, atribuye a la máscara el propósito de ocultar, encubrir, disimular la personalidad o identidad de quien la usa. En ocasiones, se acompaña de un disfraz que cubre toda la anatomía del personaje, como es el caso de quienes representan al diablo y otros demonios en las celebraciones del Corpus Cristi o en nuestros bailes congos y del torito guapo.

En el decurso del tiempo, el uso de la máscara atravesó por grandes modificaciones, desde las máscaras funerarias que cubrían el rostro de los muertos; actores masculinos que representaban papeles femeninos en la Grecia clásica -dada la prohibición de que mujeres actuaran en el teatro-; hasta convertirse en un accesorio cotidiano en la alta edad media y el Renacimiento en Europa, perdiendo su simbolismo mágico y asumiendo particularmente funciones estéticas y festivo-recreativas de las que el carnaval es paradigma en el mundo latino y el Halloween, en el mundo anglosajón. Desde entonces, la máscara y el disfraz permitían en las festividades romper barreras y convencionalismos sociales y asumir conductas y roles prohibidos en la vida cotidiana; asi, ricos y aristócratas se disfrazaban de pobres y los pobres, de ricos para asumir y acceder a lugares normalmente inaccesibles o anudar relaciones furtivas entre parejas de distintas clases.

2. LAS MÁSCARAS POLÍTICAS

En Panamá, se tiene una estrecha familiaridad con las máscaras, alguien pensaría que están en nuestro ADN; nos vienen a través de nuestras raíces indígenas, africanas, latinas (europeas)y también orientales; están en nuestras concepciones y prácticas culturales, particularmente religiosas y festivas; de alli la preponderancia del carnaval y su desenfreno («carne para Baal») que antecede a la Cuaresma.

Asimismo, el carnaval político es un espacio privilegiado para que todos los candidatos a puestos de elección luzcan sus mejores máscaras y disfraces, construcciones mediáticas para ocultar la identidad, valores e intereses verdaderos e inducir al encantamiento de los electores en el marketing político. No es inusual en campaña observar a candidatos —generalmente pertenecientes a las altas elites sociales y económicas dominantes— asumir comportamientos plebeyos y comunitarios tales como tomar la «chicha mascada» en la misma totuma que el votante en potencia, besar y abrazar a la harapienta y desdentada abuela chomba urbano-marginal, indígena o campesina, bailar como los congos o el manito, ser abanderado en una fiesta patronal, bautizar al hijo de una familia proletaria y generar lazos de compadrazgo tan efímeros como lo que dure la campaña; en fin, descender hasta donde yace cagado el barro de la patria según dice la conocida narrativa urbana.

No es extraño observar los malabarismos casi circenses que ejecutan los candidatos para colocarse una máscara que les haga parecerse a la Madre Teresa de Calcuta, a Trump, a Papá Noel o al Tío Salvatore que llega en su jet privado trayendo lo bueno en dólares americanos para meter en los bolsillos de la gente. El santoral católico les ofrece una amplia franja de máscaras alternativas, entre otros: San Francisco de Asís ( santo de los pobres, la hermandad y el amor a la naturaleza), San Martín de Porres( la humildad), San Miguel Arcángel (protección y seguridad), San Pancracio (prosperidad y plata), San Lázaro (patrono de los mendigos y leprosos), Santa Juana de Arco (amor por la patria).

3.»¡<FUERA MASCARA!»

Para estar debidamente informado, es imperativo que el elector desenmascare a los candidatos para develar su verdadera naturaleza y mostrar las intenciones, valores e intereses verdaderos que le llevan a procurar el control de la presidencia de la República y del presupuesto quinquenal del orden de 150,000 millones de dólares americanos, además de disponer de los activos de la Nación, como son los recursos ambientales y minerales.

Tal desenmascaramiento no es una tarea fácil dado el fino trabajo de operadores políticos y asesores de imagen, pero sí existe una variedad de enfoques y métodos que ayudan a realizarla. Uno de ellos, bastante conocido, consiste en examinar el lugar que los individuos ocupan con respecto a algunas cuestiones clave, como pudieran ser: ¿pertenecen o no al sector dominante de la sociedad? ¿Son propietarios o no-propietarios de factores de producción? ¿Viven de la ganancia, de la renta, del salario o de otra forma de apropiación de la producción social?

Con la ostensible excepción de la profesora Maribel Gordón Calderón, todos los demás candidatos a la Presidencia de la República están asociados o forman parte orgánica de los sectores económica, social y políticamente dominantes, que controlan el poder a través del Estado; poseen la propiedad sobre los factores y medios de producción; y, viven de la ganancia, de la renta o de otras formas no-asalariadas de apropiación de la riqueza socialmente generada. Al menos, dos de esos candidatos, Ricardo Martinelli Berrocal y Rómulo de Roux Varela Moses Arias, forman parte del estrecho círculo de multimillonarios de Panamá, con intereses en los sectores bancario, financiero, manufacturero, agropecuario, comercial y de servicios legales transnacionales. Un tercero, a saber Martín Torrijos Espino, quien se autodefine «gerente y empresario», tiene participación en más de una docena de empresas diversas, en tanto que la revista «Fortune» lo ubica como uno de los nuevos grandes millonarios del país. A su vez, José Gabriel Carrizo Jaén, vicepresidente de la República y candidato oficial, asesor de Minera Panamá, S.A., tiene participación e intereses en los sectores agropecuario, de la construcción, la minería y servicios legales.

El periodismo investigativo atribuye a Carrizo un alto control sobre Aeropuerto Internacional de Tocumen, S. A., en particular sobre los más de 150 «Duty Free» allí existentes y millonarias contrataciones públicas, junto a frondosas relaciones con el clan Spiegel, al que pertenece su esposa. De otra parte, Ricardo Lombana y Melitón Arrocha formarían parte de la mediana burguesía no productiva y se ubican en la periferia del bloque dominante que, al igual que Martín Torrijos y José Gabriel Carrizo, han medrado bajo el paraguas de distintos gobiernos, de la mano de altos jerarcas del bloque de poder que han ejercido la Presidencia de la República de los años 90 hasta hoy: M. Torrijos con Ernesto Pérez Balladares, mismo que ejecutó el programa de privatización de las empresas públicas, negociado con el FMI; R. Lombana llegó al consulado en Washington con M. Torrijos, siendo embajador su íntimo amigo Federico Humbert jr; J.G. Carrizo con L. Cortizo asumió como Vicepresidente y ministro de la presidencia; M. Arrocha con Mireya Moscoso, Ricardo Martinelli y Juan Carlos Varela; y, Rómulo Roux, de la mano de Ricardo Martinelli. En ese contexto, todos estos candidatos han usufructuado de altos cargos en los respectivos gobiernos como ministros o viceministros de Gobierno y Justicia, Comercio e Industrias, el Canal, Relaciones Exteriores, consulados en Washington o embajadores en la ONU.

Los candidatos afectos al bloque dominante también han ascendido en la jerarquía social y económica a la sombra del paraguas de grandes empresarios e inversionistas. Tal es el caso de Carlos Slim, uno de los personajes de la rara especie de los más ricos del mundo, con respecto a Martín Torrijos; Slim, cuyo representante en Panamá lo fue la firma Alemán, Cordero, Galindo y Lee, vino a Panamá traído por Pérez Balladares a través de la empresa Ingenieros Civiles Asociados (ICA) y PYCSA, concesionarios de los corredores y de la autopista Panamá-Colón y desarrolladores de Punta Pacífica.

Según investigación periodística, M. Torrijos y C. Alleyne, entre otros del ”team”, obtuvieron pingües beneficios en la compra-venta de algunos de esos terrenos altamente valorizados. A su turno, Rómulo Roux Varela Moses Arias es Socio senior de MORGAN & MORGAN, expertos en servicios legales, fiduciarios, bancarios, asesoría de inversiones y administración de patrimonios con operaciones en importantes ciudades de América, Europa y Asia; son, en lo inmediato, los principales asesores y autores -como el mismo Roux- del nefasto,antipopular y antinacional Contrato con Minera Panamá, S.A. y First Quantum para la exploración, explotación y comercialización del cobre, oro y otros minerales. De este bufete y de otros, como Alemán, Cordero, Galindo y Lee, (también co-asesores de First Quantum) o la firma Galindo, Arias y López, emergen con alta frecuencia cuadros para los más importantes despachos de los gobiernos del bloque dominante que se alternan en el ejercicio del poder. Por su lado, Ricardo Lombana es hechura de la Corporación La Prensa, del no menos poderoso grupo Eisenman, y del todopoderoso Grupo Financiero Banco General, S.A. que entronca con la crema y nata del poder social y económico real del país que integran Motta, Humbert, Arias, Boyd, Fábrega, Vallarino, Fidanque, Heurtematte, González Revilla, Galindo, Sierra, Zarak, Arango, Cohen, Cortizo, Alemán; éstos junto a unos pocos más representan menos del 20% de la población que concentra más del 60% de la riqueza socialmente generada en el país y son los que verdaderamente ponen al presidente de la República con el beneplácito de Estados Unidos. Esto explica por qué a esos candidatos no se les ocurre hablar de desigualdad, pobreza y redistribución de la riqueza social, de evasión fiscal o de reforma tributaria, de moratoria minera, de soberanía alimentaria, de modelo solidario de seguridad social, de refundación del Estado o desarrollo sostenible para una vida digna.

Son los candidatos de la Burgoligarquía, bloque de poder hegemónico; son lobos y, como suele recordar un amigo, «entre lobos no hay mordidas» y, aunque recurran a la máscara de caperucita lobos se quedan. Son los FALSOS PROFETAS a los que alude el Santo Padre Francisco; que procuran que los votantes panameños caigan en sus engaños para asaltar el gobierno como instrumento del poder dominante.

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