LAS HORAS DE COLOMBIA

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JULIO BERMUDEZ VALDES, Periodista

LAS HORAS DE COLOMBIA

Por Julio Bermúdez Valdés
Redacción Bayano digital

Hace dos años y medios, en 2016, el mundo aplaudió con satisfacción y miró con esperanzas, los Acuerdos de paz que, tras más de 50 años de combates y miles de muertos, habían logrado construir el gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos y las exguerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

El milagro estaba hecho. Tras un lustro de reuniones en La Habana, Cuba y en Oslo, Noruega se lograron los acuerdos, cuyo aspecto más significativo lo fue la entrega de las armas por parte de una guerrilla que, las más antigua del mundo, hacia presencia en amplios sitios de Colombia.

Un acuerdo es la suma de lo que aportan y lo que ceden las partes, los compromisos a los que llegan. Al menos es el concepto tradicional que se conoce. Pero en el caso de Colombia parece prevalecer por estos días el poco serio concepto de que en una negociación gana el que mas trampa hace. Lo que augura un dudoso futuro para la paz.

Para con los dirigentes de FARC, los acuerdos preveían acciones legales, solo si se producían después de entrados en vigencias los pactos. No es el caso de Jesús Santrich, que ha detonado la más reciente crisis política de ese país.

Se le detuvo el año pasado luego que EEUU lo acusara de participar en el trasiego de un millonario cargamento de drogas, cuyas evidencias nunca fueron entregadas a las autoridades colombianas, ni se señaló en qué tiempo había ocurrido. Santrich y las FARC negaron la acusación a la que definieron como un montaje. La preocupación en sus filas fue tal que uno de sus dirigentes, el emblemático Iván Márquez, abandonó Bogotá y hasta ahora se ignora su paradero.

Era claro que, en cuanto a tiempo, el delito en cuestión no se había registrado después de las negociaciones. Así que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) actuó en consecuencia y la semana pasada autorizó su libertad inmediata.

Pero la decisión ha chocado, no solo con la justicia ordinaria sino con el propio gobierno de Iván Duque, que ahora buscan “nuevas pruebas” para tratar de mantener detenido a Santrich.

El de Santrich se suma a otros casos en los que el partido FARC ha denunciado la persecución contra sus líderes; hace dos semanas dos excomandantes fueron asesinados, uno de ellos por una unidad del ejército y otro por desconocidos. Varios han tenido que volver a la clandestinidad y ayer Iván Márquez, el jefe del equipo que por las guerrillas negoció la paz, lamentó haber entregado las armas.

“Fue un grave error haber entregado las armas”, dijo Márquez en una carta que este martes recoge la prensa internacional.

“Los fusiles eran la única forma que tenían de garantizar (las guerrillas) que el Estado cumpliera lo pactado.” Dice Márquez, en un documento que denota la incómoda posición en que han quedado los insurgentes sin tener con qué defender ante un gobierno que parece empeñado en desconocer los compromisos que constan en los acuerdos.

Así las cosas, pintan muy oscuros los días para la Colombia, por cuanto que es evidente que los guerrilleros se podrían ver obligados a defender sus vidas, aunque cuando su partido afirme que siguen leales a la paz. (JBV)

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