Las arandelas de una auditoría

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Las arandelas de una auditoría

Julio Bermúdez Valdez

Especial para Bayano digital

Sobre las auditorías que realiza la Contraloría General de la República a la Universidad de Panamá, el rector Gustavo García de Paredes ha dicho que todos esos informes “están contaminados, no se apegan a la realidad y están en mancuerna con La Prensa, que se entera primero que nosotros”.

Se podría afirmar, como en otras ocasiones, que las declaraciones de García de Paredes constituyen parte de una retórica que no convence, que el titular solo se defiende para ocultar sus transgresiones…sí se podría repetir todo eso, salvo por un detalle:” Están en mancuerna con La Prensa, que se entera primero que nosotros”.

El hecho ha sido denunciado en otro momento y por otros señalados. ¿Por qué este tipo de información que legalmente deben guarda reserva de sumario, trascienden antes a través de un medio, y los afectados son los últimos en enterarse?. No hay un solo caso de los tenidos por actos de corrupción donde no haya sido así, abriendo la posibilidad de ser anulados. ¿Quién se responsabiliza de la trascendencia de la información? ¿La Contraloría? ¿El diario? Seguramente que ninguno de los dos, pero lo cierto es que lo que luego llamaran “tecnicismo” va en contravía de lo que dicta la ley, y no sé hasta dónde pueda funcionar como legal aquello de “el anonimato de la fuente” cuando existe un ente que además de hacerse eco de la filtración, la publica. Hemos sido duros críticos de la administración de García de Paredes, pero una cosa no justifica la otra, sobre todo cuando, pese a la oposición que registra en el actual gobierno y los ataques de otras fuerzas que le adversan, el rector sale a enfrentar el problema.

Contrario a la situación con García de Paredes, paños tibios rodean los señalamientos de la actual directora de la SENNIAF, que sorprendida en transgresiones sancionables por la ley, sigue en su cargo como si nada. ¿Explica esto el descenso del presidente en las encuestas? Estar en el poder no significa tener la razón, y cuando esto sucede una sombra de abuso se proyecta sobre una ciudadanía que ya da muestras no de insatisfacción sino de una profunda frustración.

Hay un contrasentido permanente en las actuaciones de la administración Varela. Por un lado el presidente habla de defender los puestos de trabajo de las empresas de Abdul Waed, de encarar el problema, y por oro el empresario denuncia que ni siquiera le reciben las llamadas. ¿A qué está jugando el presidente Varela?

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